Una de las cosas que Dave había aprendido de Raúl Hamida era que, entre los chicos, no había dramas, o al menos no del calibre que antes conoció.
El primer viernes de octubre, algo cálido para ser otoño, bajó la escalera principal del instituto hacia la salida, porque a los alumnos de Bachiller se les permitía cruzar la calle hacia el parque de Gloria Fuertes.
Raúl solía comprar algo de comida en el quiosco a unos metros de la entrada del parque; Dave lo esperaba apoyado contra la alta reja que cercaba al mismo. Aquel día, enfundado en su jogger gris y chaquetón negro, Raúl le confesó que se había tatuado.
—He querido hacerlo desde hace mucho tiempo, pero mi padre no me deja —dijo.
—¿Dónde?
—En el hombro.
Se había acariciado el brazo derecho, pero Dave no vio nada por la ropa que vestía.
—¿Qué es?
—"Fuck the police".
Dave se rio. No pudo controlarlo, porque estaba convencido de que Raúl sabía todo sobre el caso de su hermana, igual que el resto de la ciudad, y que era hijo de policía.
—¿Por qué tanto odio?
—La policía está más corrupta que el gobierno.
—No toda.
—Excepto tu padre. Y tú. Y Omar.
Los ojos de Dave se achicaron al sonreír. Hundió las manos en los bolsillos de su cazadora de mezclilla, sobre la sudadera blanca; había vislumbrado a Omar El Hamdi, acompañado de Yael Belaid, atravesar el portón del instituto hacia la rotonda, dispuestos a cruzar la calle, hacia ellos.
Eran los otros dos chicos con los que compartían aula. Omar también quería ser policía, y Yael haría oposiciones para militar después de Bachillerato, pero ni siquiera se esforzaban en las asignaturas que tenían.
—Es injusto que todos queráis ser policías —protestó Raúl; sus ojos claros seguían también a Omar a través de la carretera.
—Quizá así arreglemos el mundo.
—Por eso voy a ser abogado.
Omar los alcanzó primero. Se paró frente a Raúl y le pidió de lo que estaba comiendo, en lo que Dave ni siquiera se había fijado. Observó el cabello perfectamente cortado de Omar, oscuro como sus redondos ojos. No se parecían en nada a sus antiguos amigos.
—¿Qué te ha dicho la tutora? —le había preguntado Raúl, y Omar encogió los delgados hombros. Era atlético, pero parecía desnutrido.
—Que debería sentarme al frente en clase de inglés.
—Sabes que necesitas hacer un examen de inglés en las oposiciones, ¿verdad? —intervino Dave.
—Odio inglés —replicó Omar.
Dave no lo culpaba. La profesora que tenían era de las más aburridas que alguna vez habría conocido, tal vez porque era catedrática y no maestra de secundaria. Pero al mismo tiempo, era una de las más consideradas que Dave hubiese conocido: mientras paseaba entre las mesas, en lo que los estudiantes completaban los ejercicios, se acercaba a Dave para preguntarle si necesitaba algo.
Y Dave, que no estaba acostumbrado a que se preocuparan por él, sino a que lo pusieran de mal ejemplo, solo negaba con suavidad.
Pero Omar se sentaba al fondo de la clase con Yael, y a veces también Raúl, para dormirse, como él hacía en el instituto anterior.
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𝐃𝐚𝐯𝐞 & 𝐉𝐢𝐥𝐥
General Fiction«Dave está sanando. Sabe qué es el amor verdadero, ha aprendido toda la teoría, ¿pero cuánto tiempo le tomará ponerlo en práctica?» * * * Un año después de los juicios legales, se anuncia la sentencia que separará a Dave para siempre de sus agresore...