Antes de la lección de latín, abordó a Yasmina para preguntarle cómo lograba sacar nueve en historia.
—No es así cómo tienes que organizarlo en el examen —le dijo la muchacha, que sacó sus apuntes de dentro de su libro de historia y se los mostró—. Divídelo en tres secciones: antecedentes, desarrollo y consecuencias. Si te da tiempo, haz una línea temporal.
Cuando Dave entendió que había estado trabajando más de lo necesario, bufó.
—¿Cómo sabes todo eso?
—Tuve a Suárez en primero de la ESO —le respondió Yasmina—. No esperes un diez porque dice que el diez es la perfección, y la perfección no existe. Confórmate con un nueve.
Si sacaba un nueve después del cuatro con dos que recibió en su último examen no finalizado, estaría eternamente agradecido con Yasmina.
A veces, de regreso a casa, le pedía a su padre que se detuviera en alguna tienda donde comprar dos euros de flores, o un paquete de Oreos.
—Para ti y para Lauren —le decía a Jill, dejando dos rosas blancas en el jarrón que había en su dormitorio, sobre la mesita de noche de la chica.
Jill le sonreía. Pasaba las mañanas viendo clases de su Bachillerato en línea en su laptop, cruzada de piernas en la cama, en pijama, con Lauren al lado. Le decía a Dave lo cansada que se encontraba y él era quien se encargaba de bañar, acunar o alimentar a la bebé.
El chico había descubierto que si se ponía una camiseta de Jill sobre el hombro, Lauren dejaba de llorar y se dormía en sus brazos.
—¿Ya has comido? —le preguntó a Jill una tarde, cuando su padre lo dejó en casa antes de marcharse a su patrulla.
—A la una —respondió ella, que quitó la vista de la pantalla del portátil; el chico, con una enorme chaqueta de cuadros sobre la camiseta negra, con su gorro de invierno en la cabeza, apoyaba a Lauren contra su pecho, sentada en sus manos—. Pero te acompaño.
—Puedo comer solo.
—No me molesta bajar.
Dave se rindió. No discutiría con ella, porque sabía lo importante que era para Jill comer juntos. Su familia siempre lo había hecho. Él, que se había acostumbrado gracias a su padre, no perdería el hábito.
—¿Vas a ir al gimnasio hoy? —inquirió Jill, sentada a la derecha de Dave, acunando a Lauren sobre el antebrazo izquierdo.
—No creo —murmuró él—. Tengo que estudiar. Y no quiero dejarte sola con Lauren.
—Por una hora, no pasa nada.
—No has estado durmiendo bien por Lau y quiero que descanses. —Dave bajó la cuchara—. Aparte, entreno en clase de gimnasia. Ya hemos terminado el material de clase, así que tenemos hora libre. Raúl y Omar me están entrenando. Es divertido.
Por fin sabía lo que era una amistad sana con otro chico, uno al que admiraba por su inteligencia y su carácter, y su habilidad de hacer reír a los demás, aunque tuviera problemas de ira.
Los ideales de Raúl eran contrarios a los de la mayoría y Dave se identificaba porque, en aquella pequeña ciudad, ninguno de los dos encajaba.
El mundo no estaba preparado para ellos.
・❥・
—¿Sabías que Estados Unidos controla el cambio climático con un proyecto secreto que se llama HAARP?
Dave elevó los ojos hacia Raúl, que se había parado frente a su escritorio en el aula, a las ocho y cuarto de la mañana, para explicarle entusiasmado que esas instalaciones en Estados Unidos decían estudiar la ionosfera pero en realidad manipulaban las nubes y la lluvia.
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𝐃𝐚𝐯𝐞 & 𝐉𝐢𝐥𝐥
General Fiction«Dave está sanando. Sabe qué es el amor verdadero, ha aprendido toda la teoría, ¿pero cuánto tiempo le tomará ponerlo en práctica?» * * * Un año después de los juicios legales, se anuncia la sentencia que separará a Dave para siempre de sus agresore...