Cambio de Casa

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Cambio de ciudad, cambio de casa, cambio de universidad, cambio de carrera, cambio de rutina... Que fastidio.

Nos mudábamos a no sé dónde, llevábamos varios días viajando.

-¿Estas bien hija?-pregunto mi madre.

-Claro-conteste sin apartar la mirada de mi lectura.

-Ya casi llegamos, será bueno un cambio de aires-comento mi padre.

-Esta es una ciudad más segura-dijo mi madre.

-Si-conteste antes de ponerme los audífonos.

Al llegar note que la casa era de un tamaño considerablemente grande para tres personas, estaba ubicada en un área céntrica, además tenía un jardín y un balcón. Bajamos todo antes de lo planeado. Padre encendió las luces de la enorme casa, después subimos a ver las habitaciones. Una vez que elegí cuarto, quite el polvo, termine de acomodar mis cosas y fui ayudar a mi madre. La noche nos alcanzó antes de lo planeado pero terminamos todo a tiempo.

A la mañana siguiente me prepare para ir a la universidad. Tome el desayuno con mis padres antes de salir camino a la universidad con mis audífonos puestos. Algunas cafeterías ya estaban abiertas, la ciudad poco a poco cobraba vida mientras el sol salía.

Entonces al pasar cerca de un callejón estrecho, algo inesperado ocurrio. Un hombre me agarró por la cintura, me tapo la boca y me introdujo al callejón.

-Calladita cielo-ordeno un sujeto con la cara cubierta por un pasamontañas, arrebatándome mi mochila.

Después de inspeccionar mi mochila, fue a los bolsillos de mi suéter. Poco a poco comenzó a subir la mano, como reflejo patee su espinilla y le di un rodillazo a su hombría, cayo de rodillas, antes de que racionara le patee el rostro, cayo inconsciente. El que me sostenía intento estamparme contra el muro, le di varios cabezazos, me soltó pero alcanzo a darme una bofetada reventando así mi labio. No perdí tiempo, me deslice por sus pies, lo derribe con una llave, su rostro golpe de lleno la acera.

-Serás una...-no le deje terminar tan quemada frase, de un puñetazo lo noquee.

Una vez memorizado su rostro, susurre sobando mis nudillos-Dieciocho horas en la ciudad, tiempo record-recogí mi mochila-y casi me vuelvo víctima de asalto y abuso. ''Una ciudad más segura'', claro-pensé sarcástica.

Salí del callejón acomodando mi suéter, entonces mire al otro lado de la calle, había un chico que llevaba amarrado su cabello rubio con una gruesa liga negra, uñas negras, maquillaje y ropa de rockero, llevaba puesto auriculares inalámbricos.

Esta guapo-desvié rápidamente la mirada acompañado de un bufido-deja de pensar en tonterías Aliona-me reproche mientras limpiaba mi rostro. 

Al llegar a la universidad fui a dirección, debido a que no manejaban mi carrera tuve que entrar a otra carrera totalmente distinta.

Los profesores me miraban con cierto asombro y desagrado, claro, mi ropa decía algo mientras mi cara decía otra cosa.

-Animo jovencita es tu primer día de clases y ya tienes esa cara de cansancio-dijo un profesor.

-Si señor-conteste con una ligera sonrisa-son los nervios.

El prefecto me guió a mi respectivo salón, había mucho bullicio adentro, me recordó a los días de la secundaria...que fastidio.

El profesor me ordeno presentarme ante el grupo.

- Aliona R Volkova Martz, 20 años...

-¿Se te perdió el monasterio, amiga?-pregunto una chica castaña entre risas, un grupo de chicas le siguió.

-¿O el pre-escolar?-se burló otra.

Había olvidado ese pequeño detalle, mi voz era mas como de una niña, así que hasta cierto punto la compañera tiene razón. Y en cuanto a mi ropa, me gusta vestir con faldas largas y camisas de vestir, algo totalmente anticuado para las chicas de mi edad, pero me importa un comino la opinión de segundos, aun menos la terceros.

-Bueno jóvenes dejen a su compañera en paz y comencemos la clase-dijo el profesor de avanzada edad-siéntate a un lado de Dee...

¿Quién rayos es Dee?-pensé. La pregunta se contestó sola, pues las jóvenes del salón miraron al joven rubio de porte rockero de reojo, se sonrojaron y después me fulminaron con la mirada.

¿El chico de la mañana? Así que no fui la única que fue flechada por su encanto-pensé burlona.

Me senté al lado del joven, saque mi cuaderno y pluma negra, tome las respectivas notas. Estaba a mediados del semestre, debía apresurarme a ponerme al día.

Pasaron las horas y ya quería golpear a mis compañeras, debía contenerme, aun cuando me lanzaban las bolas de papel.

Que inmaduros-me limite a pensar-Calmada, no caigas en provocaciones, no caigas en provocaciones-repetía mentalmente.

Sonó la campana de receso, antes que saliera el joven a mi lado, le hable.

-Hola ¿Cuánto tiempo lleva vacío este espacio?-pregunte al rubio de ojos azules.

-Desde el inicio-respondió indiferente.

-Gracias-conteste antes de salir del aula.

Tenía que prepararme mentalmente para lo que se venía-Si es el chico guapo de la clase y las compañeras son infantiles, seguro intentarían intimidarme o algo peor-pensaba esperaba mi almuerzo.

-Oye monja, ¿escapaste del convento?-pregunto burlón un chico.

Creo que las mujeres no son las únicas inmaduras-pensé al reconocer al joven de mi clase.

Hice oídos sordos al comentario, agarre mis compras y salí a las canchas de la universidad. Me recosté cerca de un árbol solitario, me puse los audífonos, reproduje una pieza de Vivaldi mientras comía mi sándwich y leía el libro de ''Juegos de Ingenio''.

Todo era perfecto y agradable, la música sonaba clara y la lectura era placentera, pero como todo lo bueno, alguien tiene que venir a arruinarlo.

-¿Qué haces sola monja?-pregunto una de las compañeras de cabello rubio, piel clara y ojos azul pálido.

No conteste su pregunta, seguí leyendo tan emocionante capitulo.

-¿Que en el convento no te enseñaron modales?-pregunto indignada la joven.

¿Así que le afecta que la ignoren? Mira que novedad-pensé con malicia.

-¿Por qué me ignoras monja? ¿Acaso no sabes quién soy?-pregunto indignada la rubia.

El timbre sonó, me levente llevándome mi basura.

-Llévate mi basura-ordeno una joven castaña-¡Oye! Te estoy diciendo que te lleves esta basura-insistió.

Lance mi basura al cubo-debo admitir que fue una encestada limpia-pense antes de quiteme los audífonos.

-Que desagradable son las chicas presumidas-se quejó un chico-¿Por qué no hablas monja?-pregunto ofendido.

-''Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo''-me limite a contestar con una sonrisa socarrona. 

Sin darme cuenta había llamado la atención de un rubio y un chico de pelo gris, graciosamente ambos de ojos azules, aficionados a la lectura y al rock.

-Que fastidio...

***

Gracias por leer :3



Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora