Por las miedosas

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Al llegar a casa hice las pases con mi amigo. No quería estar moleta con el, mi corazón no me lo permitiría.

-Creo que fui muy agresivo hoy en la mañana, lo siento-se disculpo mientras rascaba su nuca.

-Es la novena vez que te disculpas, deja de hacerlo. Te creo-le conteste por novena vez.

-Eres un amor-dijo abrazandome.

Le di un empujón-¿Que crees que haces?-le pregunte reprimiendo mi corazón.

Soltó una carcajada y me miro con ternura, después acaricio mi cabello-¿Como no me va gustar este chico?

Los días comenzaron  a pasa, León regreso a su trabajo y yo seguí con mis estudios,  para mi sorpresa y agrado, mi compañera Nina era una joven muy trabajadora, dedicada, dulce y alegre a pesar de ser muy calmada y tímida. 

Seguro mi abuela la preferiría como nieta-pensé-un momento... mi abuela ha estado muy callada estas ultimas semanas-sabia que algo planeaba-esta senil la señora pero sigue siendo una víbora.

Salí de mis pensamientos cuando pase cerca de un callejón-la mula no era risca-pensé.

Entonces mire al duo que intento asaltarme en mi primer día, acosar a mi compañera de equipo. Inmediatamente entre al callejón. Agarre del cabello al melenudo y lo estampe su rostro contra la pared, después lo gire hacia mi y o noquee de un puñetazo.

-Eres tu de nuevo. No me fastidies, estamos trabajando!-grito el segundo después de lanzar a mi compañera contra la pared.

Me viene guango-pensé antes de noquearlo de una patada.

Gire a ver a mi compañera, estaba en shock.

-¿Te encuentras bien?-le pregunte.

Entonces callo de rodillas, su rostro estaba sucio, sus ropas jaloneadas y su falda que mas bien parecía un taparrabos estaba desgarrada.

-Oye, oye-la llame, pero la chica se soltó llorando.

La consolé, limpie sus lagrima una vez que el llanto ceso.

-¿Estas herida? ¿Te hicieron algo?-le pregunte asustada.

-No-contesto con un hilo de voz.

-Es un alivio-conteste abrazandola-¿Puedes levantarte?

-Si...

-Bien, vamos-le dije ayudándola a salir del callejón.

-¿A donde vamos?-me pregunto al ver que nos desviamos del camino.

-No puedes ir a la escuela en ese estado-le conteste-vamos a ir a la estación de policía.

-No, no me lleves ahí!-dijo alarmada.

La mire por un momento parecía asustada-esta bien-conteste cambiando de dirección.

-¿A donde vamos ahora?-me pregunto de nuevo.

-Ocupas arreglarte para la universidad.

La lleve a un baño publico, limpie su rostro y cure sus raspones, peine su cabello desalineado y le aplique un poco de brillo labial.

-Ya estas lista-le dije.

Ella sonrió al verse en el espejo, entonces miro su falda y los botones perdidos de su camisa.

-Acompáñame-le dije tomándola de la mano.

-¿A donde vamos?

-Ya lo veras.

Entramos a la primera ropa en abrir de la ciudad, gracias a mi vagancia mañanera sabia cual era y donde estaba.

-Buen día ¿En que puedo servirles?-pregunto la mujer.

Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora