Grandiosa cena

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Al llegar a casa, subí rápidamente a mi habitación, me cambie de ropa y baje nuevamente. Ayude a mi madre con todo lo que tenía preparado, habíamos terminado los preparativos para la cena, cuando el golpe en mi mejilla decidió manifestarse con un color purpura.

Tendré que maquillarme, que fastidio-pensé mal humorada.

Entonces sonó el timbre-¡¿enserio tenían que llegar justo ahora?!-exclame en mi mente.

-¡ALIONA, ABRE LA PUERTA POR FAVOR!-ordeno mi madre desde el comedor.

El morete ya estaba muy visible, si abría la puerta y lo veían los invitados, seguro mi madre haría un escándalo, sin mencionar el castigo que recibiría.

Hice oídos sordos, corrí a mi habitación y cerré la puerta con seguro al entrar. Busque la bolsa donde guardaba los desagradables cosméticos. Al abrir el BB me di cuenta que se había acabado, desesperada voltee la bolsa con una chisma de esperanza.

-Aliona, los invitados ya llegaron, baja hacerles compañía en la sala-dijo mi madre desde el otro lado de la puerta.

-Aun no me ducho-conteste mientras pensaba.

-Créeme cuando te digo que a estos invitados no le importa tu olor-contesto mi madre sarcástica.

-No, enserio madre, huelo terrible, ni siquiera yo soporto mi olor. Hoy tuve algebra-conteste mientras deslizaba las cortinas de mi ventana.

-Entonces no tardes mucho. Quiero que conozcas estos invitados, te agradaran y son muy especiales para mí y tu padre-contesto mi madre con un tono muy animado y nostálgico.

-Si madre-respondí antes de saltar por la ventana.

La casa era de dos pisos así que no la tenía tan fácil, tomando en cuenta que mi ventana estaba arriba de la cocina. Tome valor y salte del tejado, al tocar tierra rodé para amortiguar el golpe. Me escondí tras los matorrales de geranio pero para mi mala suerte los invitados y mi padre salieron al jardín.

Parece que van a iniciar el fuego para la carne asada-pensé, mientras me escurría a gatas hacia el portón. Para mi fortuna los invitados lo habían dejado abierto. Salí a la calle sin problemas, corrí hacia la tienda de conveniencia más cercana.

Al entrar en la tienda tome unas bolsas de hielo, unos cuentos ungüentos para los golpes y dos bb cream. Pague todo y regrese a mi casa, mire mi reloj mientras corría, habían pasado nueve minutos.

Estoy en tiempo-pensé, entonces choque contra alguien.

-Deberías fijarte por donde caminas-dijo la voz apagada.

-Ruego me disculpe-dije mientras hacia una pequeña reverencia y salía corriendo nuevamente.

Llegue a mi casa por la parte oeste, lance la bolsa de las compras por la barda, después le seguí, salte la barda sin problemas, mis días en las andadas habían dado frutos.

Escale hasta llegar a mi ventana, entre a mi cuarto sin contratiempos, rápidamente pase la toalla húmeda por mi rostro, me puse el ungüento para bajar la hinchazón y color. Mientras hacía efecto en ungüento, comencé a cambiarme de ropa. Me puse una falda negra con algo de vuelo que llegaba a los tobillos, una playera blanca con un estampado de un cactus kawaii que decía Danger, keep your distance, como último que puse unos botines negros para andar en el pasto.

Una vez que bajo la hinchazón y el color del morete disminuyo, me aplique el bb cream cerciorándome que cubriera en su totalidad el área afectada. Una vez lista coloque un poco de sombra oscura a mis ojos y un brillo sin color.

Baje las escaleras, estaba por ir al jardín cuando me hablo unas de las criadas.

-Por favor, puedes revisar el marinado-pidió nerviosa.

Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora