Mochilita

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*Dee*

Hoy es el día del campamento de verano. Recostado en mi cama esperaba que Aliona me pidiera que lo acompañara. Mire la hora y después mire la ventana, la tarde había caído, el cielo se había tornado azul marino. Entonces busque la ubicación del campamento en el celular, era en una zona aislada, se debía atravesar un sendero con arboledas silvestres a los lados.

Parece peligroso-pensé-es Aliona, no creo que le suceda nada.

-¡Dee!-me llamo mi padre desde el piso de abajo.

-Ya voy-conteste levantándome de la cama, baje a medias las escaleras-¿Mande?

-Acompaña a Aliona al campamento-ordeno mi padre con una sonrisa.

-OH, YO, YO, YO QUIERO IR-exclamo Heavy alzando la mano.

-Hoy no-se limitó a contestar mi padre.

-Como ordene-conteste rodando los ojos-ya es lo suficiente mayor para cuidarse-murmure.

-¿Dijiste algo?-pregunto mi padre.

-No, nada

Entre a mi habitación y prepare una pequeña mochila, un cambio de ropa, dinero, celular y una venda por si acaso.

Baje nuevamente y me topé con Aliona, llevaba puesta una sudadera azul marino, una falda de mezclilla, y unas botas militares negras con casquillo.

Bonitas botas-pensé

Ella se giró a verme-¿Estás listo?-pregunto con una mirada fría.

¿Le ocurrió algo? ¿No debería estar emocionada?-pensé-Quita esa cara, yo no tenía la intención de ir. Mi padre me mando-le dije indiferente.

-Lo sé-se limitó a contestar, entonces cargo una pequeña mochila.

-¿Y tú maleta?-le pregunte- ahí no cabe nada.

-Todo lo que necesito esta aquí-contesto palmeando su mochilita.

No pude evitar sorprenderme, si mal no sabía, las chicas siempre que salen llevan cosas innecesarias.

-No me mires así-comento-solo es una noche.

-Eres rara-le conteste.

-Mira quien lo dice-me respondió con una sonrisa socarrona.

Esa sonrisa era cautivadora pero al mismo tiempo molesta, alce una ceja-ya nos vamos-avise a mi padre.

-No se vale, yo también quiero ir-se quejó Heavy.

-Ya entraras a la universidad-le dijo Aliona acariciando su cabello.

-Pero tú ya no vas a estar-contesto en un puchero.

-Compórtate genio, ya no tienes 5 años-le dije seco-¿Por qué me siento celoso?-pensé.

-Vayan con cuidado-dijo mi padre alzando la mano.

Salimos de casa y corrimos a la parada del bus.

-Veo que ya tienes más cardio-comento Aliona.

-Es por tu culpa-le conteste recuperando el aliento.

-Entonces agradéceme-contesto con una gran sonrisa.

¿Qué le pasa?-pensé al ver su cambio drástico de humor.

Nos sentamos juntos en el bus. Aliona miro todo el camino por la ventana Nos bajamos en una parada oscura y lúgubre.

-Espero que no te desmayes-le comente burlón, haciendo alusión a la primera clase que tomo con mi padre.

Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora