Tercer día

632 67 11
                                    

Llegue a la universidad en compañía de Jasha, para mi sorpresa era un joven de modales, divertido e ingenioso.

No había hecho preguntas sobre las vendas en mi mano, lo cual me agrado.  

Al ingresar a clase nos separamos, cada quien fue a su escritorio junto a su compañero. Dee me miro por unos segundos después desvió la mirada. Asentí con la cabeza en señal de saludo, me miro por el rabilo del ojo después me ignoro, al no recibir respuesta no le di importancia pues no esperaba que la hubiera.

Debido a la quemadura en mi mano y parte de mi brazo, no podía escribir con la pluma así que había traído mi portátil. La encendí y comencé a escribir notas, tenia practica así que no fue problema escribir con la mano izquierda.

Estaba manejando bien la situación hasta que una compañera noto el vendaje.

-¿Que te paso en la mano Aliona?-pregunto alzando mi manga.

-Aun accidente con agua-conteste retirando mi mano.

-Escuchándote hoy, parece que tienes una voz bonita-comento la compañera.

-Gracias-susurre sin despegar la mirada del ordenador.

Por el rabillo del ojo mire que la compañera rubio del otro día se molestaba.

¿Qué mira?-me pregunte.

Gire la cabeza hacia mi compañero, nuestras miradas se encontraron, hice un movimiento con la cabeza para preguntarle que ocurría, Dee se limito a ponerse los auriculares y mirar al techo del salón.

Bonitos ojos, pero extraño portador-pensé.

No había pasado mucho tiempo  cuando la compañera rubia dejo caer una pila de libros sobre  mi mano derecha, el dolor fue agudo.

-Ay, lo siento!-exclamo la joven disque apenada.

Aun que me retorcía de dolor por dentro, no lo exteriorice, retire mi mano con sumo cuidado.

-¿En que puedo ayudarte?-pregunte en un tono amable.

-iOh! nada querida, te das mucha importancia-contesto burlona.

-Entonces retírate-conteste con voz tétrica mientras me levantaba.

Camine al baño, entre rápidamente al cubículo y mire mi mano, la venda blanca se había teñido de rojo.

-Parece que el golpe reventó los vasos, que fastidio-susurre.

Despegue la venda con cuidado, debía lavar la herida para vendarla de nuevo, pero al tocar el  agua retire la mano inmediatamente. Dos finas lagrimas resbalaron por mi mejilla,  las limpie al instante.

-Vuélvete a meter en peleas-susurre mirando mi mano.

Después de ahogar los quejidos, termine de lavar mi mano, la seque con palmaditas. No puede lavar la venda debido a que entro un grupo de chicas al baño, así que me vi obligada a salir del baño con la herida expuesta.

Fui a mi casillero con la esperanza de encontrar alguna venda en el botiquín. No había nada,  ni siquiera una gaza-esto cada vez se vuelve mas fastidioso-gruñí por lo bajo. Entonces encontré un guante de látex, tome las tijeras y corte los dedos, me lo coloque y lo cubrí con un guante de lana sin dedos. Aun era época de frío así que nadie vería mal que llevara guantes de lana.

Regrese al aula justo a tiempo para tomar la ultima clase antes del receso. 

-Una problema menos-pensé.

Mi compañero de escritorio me miraba analíticamente, no le preste atención.

De cuando, en cuando mi mano izquierda temblaba-el dolor nunca es exclusivo de una sola parte del cuerpo-pensé. 

Al ir por el pasillo a comprar mi lonche, una compañera me empujo contra la pared, lastimándome así las costillas y el brazo izquierdo.

Que comunicativos son aquí-pensé mientras recobraba la postura, las risillas no tardaron en oírse-que fastidio-pensé chasqueando la lengua.

Llegue a la tienda y todo era un desorden, los compañeros se amontonaban peor que sardinas.

-Creo que hoy no comeré...-susurre triste.

Fui al lugar de costumbre, me recosté sobre el tronco del árbol solitario, entonces mire al cielo, las nubes flotaban lentamente movidas por el aire. De repente mi estomago rugió-no dormí nada y no desayune nada-recordé-bueno, el ayuno no le cae mal a nadie-entonces volvió a rugir mi estomago. Poco a poco el sueño se fue apoderando de mi, cerré los ojos por un segundo, la brisa fría acariciaba mi rostro-¿Por que parece que quieres consolarme?-pensé irónica.

-No deberías dormir a la intemperie-dijo una voz apagada, casi fúnebre.

Abrí lo ojos solo para encontrarme con el Dee. El chico rubio estaba parado frente a mi, su mirada era pesada y distante, su cabello se movía ligeramente dándole un aire misterioso.

-Tu quieres que me fastidien la vida-conteste estirando mis brazos hacia arriba. Aguante el dolor de la herida para no levantar sospechas.

El arqueo la ceja-Toma-dijo extendiéndome un burrito.

-¿A cambio de que?-me apresure a preguntar sin romper el contacto visual.

-Es por haber ayudado a Haevy-contesto aburrido.

-En ningún momento fue mi intención ayudarlo-conteste intentando ponerme de pie.

-Curaste sus heridas, gracias a eso mi madre no se dio cuenta que había tenido una pelea-contesto.

-Lo hice por el karma-conteste-¿Por que dije eso? Yo ni creo en eso, seguro el tampoco-pensé.

-No creo en el karma-respondió.

-Lo esperaba-estaba por irme cuando un mareo me detuvo.

Dee me sostuvo con bruteza-ocupas comer, toma el burro.

-Estoy bien-conteste agarrándome del árbol.

-Si que eres terca. Toma-dijo poniendo el burrito en mi mano-si te lo comes o no, es tu problema.

Que fastidio, ahora soy una mendiga-pensé con el orgullo herido, pero aun así me comí el burrito.

Al salir de clases camine a casa-que fastidio de día y aun no termina-pensaba mintras caminaba con los audífonos puestos.

Al llegar a casa nadie dijo nada, subí a mi habitación y tire las cosa, me cambie a duras penas pues todo me dolía. Baje nuevamente, fui a la cocina a preparar mi propia comida.

-Deje que yo lo haga-dijo con voz autoritaria la sirvienta que me había espiado el día anterior.

-Piérdete-le respondí.

-iSeñorita!, nada le da derecho de...

-Lárgate!-dije ventando el vaso con agua contra la pared.

Las criadas salieron despavoridas.

-Hipócritas-pensé chasqueando la lengua-me hicieron perder el apetito, que fastidio!-pensé aventando el plato con lo que recién había preparado contra la pared.

Volví a subir a mi cuarto, tome mi cartera y celular antes de volver a bajar. Una vez en el recibidor una criada me detuvo.

-¿Señorita a donde va?-pregunto con las manos en la cintura.

-Que te importa-conteste azotando la puerta al salir.

***

Gracias por leer :3





Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora