Desgraciadas

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*Aliona*

En todo el resto de la tarde no me pude concentrar.

Son siete chicas contra una, eso es abuso, no está bien-pensaba mientras mordía mi lápiz.

-¿Que te ocurre?-me pregunto Dee.

-¿Sabes dónde está la bodega de la universidad?-le pregunte.

-Atrás de los sanitarios de las canchas-contesto con una mirada analítica.

-Necesito que me hagas un favor-le pedí.

-¿A cambio de qué?-me pregunto entrecerrando los ojos.

-Lo que sea, mientras no involucre contacto físico-le respondí.

-Hecho, ¿Qué quieres?

-Cuando te mande un mensaje llama una ambulancia y mándala a la dirección que te señale-conteste.

-¿Qué planeas hacer? ¿Acaso quieres que tu abuela te reprenda?

-No tiene que reprenderme si no se entera-conteste guiñándole un ojo.

Por un momento mire que un sonrojo cubrió las mejillas de Dee, pero desapareció al instante.

Nos separamos en la glorieta, el camino a su casa y yo me regrese a la universidad. A esta hora la escuela estaba medio vacía y el sol ya comenzaba a declinar.

Cuando llegue a la bodega mire que Nina estaba entrando. Me iba a acercar cuando un intendente me vio.

-¿Qué haces aquí chica?-me pregunto el anciano.

-Bueno... olvide algo en las canchas pero acabo de recordar que lo llevaron al salón-conteste.

-Te acompañare a esta hora los salones ya están cerrados-contesto el anciano.

-Claro, gracias-conteste-por favor aguanta Nina, por favor-rogué dentro de mí.
Fui a mi aula y saque un libro. El anciano me dijo que no se me hiciera costumbre andar olvidando cosas o tendría problemas.

-Te acompañare a la salida jovencita, las escaleras son engañosas-dijo el anciano.

-No se moleste intendente-intervino el profesor de computo-yo la escoltare.

Tenía que estar alerta, aun no había olvidado lo de hoy en la mañana. En cuanto el intendente se fue me apresure a la salida.

-¿Tienes mucha prisa Aliona?-pregunto el profesor.

-Sí, mi padre me espera, ya ha de estar preocupado por no haber llegador-conteste.

-Es normal, yo también lo estaría si tuviera una hija tan hermosa e inteligente como tú-contesto-si quieres puedo llevarte en mi auto-se ofreció.

No tienes tiempo para esto Aliona ¡Nina está en problemas!-me reproche-no gracias-respondía ante de salir corriendo cuando el profesor giro la cabeza.

Corrí a la parte trasera de la universidad y salte el muro sin problemas, corrí lo más rápido que puede a la bodega. Encendí la cámara de mi celular y comencé a grabar video, entonces mire a Diana y las otras seis chicas salir del interior a carcajadas.

-Me llene de sangre de esa mocosa-comento una.

-Es una perdedora por donde la veas-contesto otra.

-Bueno estará ahí hasta mañana, solo espero que no muera.

-¿No creen que nos pasamos un poco? Le estaba costando respirar.

Desgracias-pensé molesta. Corte el video.

Estaba por saltar y confrontarlas cuando el intendente las miro y las regaño. El anciano cerró con candado la bodega antes de llevar al grupo a quien sabe dónde.

Salí de mi escondite y de tres golpes tumbe el candado. La luces estaban apagadas, pero escuchaba una respiración entre cortada. Encendí las luces, entonces mire a Nina vomitando sangre mientras agarraba su estómago.

-¡Nina!-la llame mientras corría a ella-Nina ¿puedes escucharme?-pregunte mientras la abrazaba.

Rápidamente mande el mensaje a Dee. Mientras esperaba le administre primero auxilio.

-Nina por favor resiste, por favor-pedía con mi voz cortada.

Para cuando llego la ambulancia, Nina tenía el pulso muy bajo. Los socorristas la subieron a la camilla.

-¿Quién eres?-me pregunto un socorrista.

-Su amiga-conteste.

-Venga con nosotros-pidió el joven de aproximadamente mi edad.

Al llegar al hospital pasaron directamente a Nina a cirugía. Los recuerdos de la muerte de mi hermano asaltaron mi mente, luche por mantenerme fuerte pero mis piernas temblaban, había evitado por varios años pisar un hospital.

-¿Se encuentra bien señorita?-me pregunto el paramédico de mi edad.

¿Por qué me ve así?-me pregunte al notar la mirada del chico paramédico.

Entonces llego Dee a los pocos segundos.

-¿Estas bien?-me pregunto agarrándome de los hombros.

-Nina... entro a cirugía-conteste.

El joven para medio se alejó con una sonrisa decepcionada.

Los padres de Nina llegaron una vez que salió de la cirugía. Su padre era áspero como una lima y su madre era posesiva y demandante como un capataz.

Ahora me explico porque nunca les contó a sus padre lo ocurrido-pensé.

-Es tu culpa ¿verdad niña?-me inculpo su padre.

-Cariño relájate ahora mismo-ordeno la madre.

-Es tu culpa, mi hija... mi niña...

-Si tan solo le prestaran un poco de atención a Nina se darían cuanta de todo lo que sufre y ¡esto no hubiera ocurrido!-alce la voz.

Salí del hospital y camine al estacionamiento, sentí que me iba a desmayar cuando un brazo me sostuvo.

-¿Se encuentra bien?-pregunto el joven paramédico.

-¿Por qué me siguió?-le conteste alejándome.

-Soy paramédico es mi deber ayudar a los necesitados-contesto el joven.

-Qué fase tan trillada-conteste chasqueando la lengua antes de sentarme a una banca.

-¡Andreu!-lo llamo uno de sus compañeros-nos vamos.

-¡Voy!-contesto-toma un poco de agua antes de levantarte-dijo el joven poniendo una botella de agua en mis manos-no te quedes mucho tiempo fuera, es peligroso-entonces se alejó corriendo.

¿Quién es ese bicho?-me pregunte, entonces mire que la botella tenía una etiqueta pegada-"Gracias por salvar a mi hermana"-decía-¿entonces era el hermano de Nina?

-¿Estas bien?-me pregunto Dee.

-Eso no importa-conteste dejando de lado la botella.

-Deberías ir a tu casa-comento el rubio.

-Mi amiga me necesita más-conteste.

-Como quieras-respondió mientras se sentaba a mi lado.

Me levante de un salto-¡¿Qué rayos haces?!-le pregunte al sentir que acariciaba mi cabeza.

-Trato de animarte-contesto desinteresado.

-Piérdete-le conteste antes de caminar al hospital.

-No tienes que entrar si no quieres-me dijo.

Hice oídos sordos-no puedo aprovecharme de que mi amiga esta en cirugía para coquetear con el chico que le gusta-me reprimí.

***

Chic@s  preparense porque se va venir lo bueno de ahora en adelante.

Gracias por leer. 

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Mátame, sáname: que tonteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora