Capítulo 14

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XIV

El siseo de las flechas era lo único que se escuchaba en el patio de armas. La cuerda volvió a tensarse y una nueva flecha se incrustó en el pecho de paja del soldado. De haber sido real, el hombre ya habría muerto luego del segundo impacto que le había dado de lleno en la cabeza, aunque las cinco restantes se distribuían en su pecho y brazos.  La puntería había mejorado con la práctica, aunque nunca era suficiente y todas las mañanas desde muy temprano, las flechas comenzaban a estrellarse en ejércitos de paja.

“Ya está muerto” soltó Garth Greenfield de brazos cruzados, mientras contemplaba a su pupila. Erin afinó la vista y soltó la flecha, la cual dio de lleno en el corazón del hombre de paja. La arquería era una de las pocas disciplinas que había logrado dominar, aunque estaba segura de que aún le faltaba mucho por aprender; en el mundo real, los hombres no eran de paja y frente a una amenaza prestarían pelea. “Lady Erin… no creo que las espadas sean necesarias”

Erin le fulminó con los ojos dispares.  Le había costado un mundo convencerlo de que le enseñase a pelear con espadas porque no era precisamente bien visto que se les enseñase a mujeres a cómo pelear, pero  finalmente el maestro de armas había accedido. Ser Garth Greenfield le había mirado desconcertado, intentando descifrar si la muchacha se había golpeado muy fuerte la cabeza como para pensar aprender a pelear, hasta que no le había quedado más opción que aceptar. Llevaban varias semanas practicando con espadas de madera, lo cual resultaba absolutamente ridículo para el caballero, pero Erin era una inexperta y el castellano no esperaba herir a la hija de uno de sus señores durante el entrenamiento.  Si bien al principio todo le había resultado muy confuso, y ni siquiera era capaz de coordinar los golpes y los giros, ella finalmente había aprendido, y muchas veces Ser Garth Greenfield se asombraba de cuán rápido había mejorado la muchacha, sin nunca dejar de temer por su seguridad.

El acero pareció relucir ante la mirada de la joven.  El caballero le dio una, mientras le recordaba que aquello era una mala idea, pero Erin no dejó que la preocupación del hombre extinguiese su emoción. Sintió el peso de la espada al momento que intentaba tomar su pose. Al principio se había sentido como una estúpida, pero sabía que en tiempos como aquellos más valía saber cómo pelear.

“No es una buena idea” soltó el hombre que debía surcar los cincuenta años.  Muchos de los jóvenes que había entrenado en Roca Casterly ya habían partido con rumbo hacia el norte, todos bajo las órdenes de Tywin Lannister para desolar las Tierras de los Ríos y detener la invasión del joven Lobo.  En Lannisport ya era casi raro ver a alguien joven o de la edad de Erin, ya que en su mayoría todos permanecían formando parte del ejército de su tío, y en la Roca sólo los soldados necesarios montaban guardia por todo el castillo ante cualquier posible asalto por mar. “Deberíamos continuar con el arco, las espadas son mucho más peligrosas…”

“No sea miedoso, Ser” soltó Erin con una sonrisa “¡Estamos en guerra! ¿Qué pasaría si Stannis volviese, esta vez a atacarnos a nosotros? ¿O Balon Greyjoy?”

“Una muchacha con una espada no los detendría, mi lady” respondió el hombre hundiéndose de hombros. Siempre había sido muy respetoso con la chiquilla, pero últimamente la hija de Ser Kevan Lannister había parecido perder sus cabales. “¡Podría herirla! ¿Qué me sucederá a mí si le hago daño?”

“¡No me harás daño!” le aseguró Erin con un grito, mientras le miraba desafiante. El hombre sostuvo su espada y ambos comenzaron a girar, a la espera de que alguno diese el primer golpe.  Ya ni siquiera recordaba cuánto tiempo había pasado desde que había decidido acercarse a ese hombre, pidiéndole que le enseñase uno que otro truco con el arco.  Luego de la ejecución de Ned Stark, no había pasado mucho tiempo hasta que la guerra finalmente se declarase y Erin había decidido regresar a su hogar de una vez por todas.  Si bien sus planes contra sus primos mayores seguían rondando su  mente, sabía que nadie en el reino la apoyaría, menos en tiempo como aquellos en los que el trono de hierro estaba en disputa. ¿A quién le importaría apoyar el reclamo de una bastarda? Y pero aún, ¿cómo diablos lo demostraría?

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora