Capítulo 28

266 22 10
                                    

XXVIII

Lena sintió la mirada de Sarisa mientras caminaba por los pasillos de Ermita Alta, pero cuando volteó a mirar a la niña, ésta última ya había comenzado a repartir los platos sobre la mesa. No estaba del todo segura si la niña había guardado silencio o si le había contado a su madre lo que había escuchado hacía una noche cuando había ido por Lena, como siempre solía hacer cuando no podía conciliar el sueño. ¿Qué tanto habría escuchado la pequeña? El rostro que había puesto la niña al momento que Arthur había abierto la puerta, no le dejaba ninguna opción para que la verdad: Sarisa sabía su secreto.

Procuró volver a sus quehaceres y así como le había dicho el menor de los Dayne, a seguir fingiendo que era una prostituta y que nada había ocurrido, pero el hecho de saber que alguien conocía su identidad sin duda le ponía los pelos de punta. Se había enfadado con Arthur por su actitud, al negarse a ayudarle, pero ahora que analizaba las cosas con más cuidado, sabía que era peligroso si es que la pequeña llegaba a hablar.

Los rayos del sol se filtraban por los balcones y en el patio de armas, Gerold Dayne sentenciaba una vez más a los ladrones que su hermano menor le había traído. El señor de Ermita Alta parecía disfrutar de cada instancia en la que podía hacer uso de la justicia, si es que aquello podía calificar al matar hombre por mero deporte. Luego de matarles, decidían qué parte del cuerpo iría a parar a las murallas, si es que el muerto era digno de ser realmente exhibido y cuando Estrellaoscura decidía cuál sería su colección, ordenaba a que bajaran los cuerpos que habían sido devorados por los buitres y los reemplazaban por los nuevos. Era una tarea que les tomaba prácticamente toda la mañana, pero que Gerold parecía disfrutar cada minuto. Junto él, el resto de sus guardias, todos los que habían decidido llevar el blasón personal que el nuevo señor de Ermita Alta había creado, y al otro lado del patio de armas, el puñado de guardias que parecían apoyar al hermano menor. Lena les miró en silencio desde los balcones, junto al resto de las sirvientas que se encargaban de limpiar todos, traer bandejas con frutos secos y vino especiado, mientras la tibia brisa les acariciaba los cuerpos.

"Son interesantes los gustos de los hombres" una voz femenino provino de su espalda, pero Lena no tuvo que voltear para comprobar que se trataba de Marya. El resto de las sirvientas que acompañaban a Lena se fueron una a una cuando la pelirroja les miró con el ceño fruncido, dejándolas a solas. Con el paso del tiempo, la muchacha se había dado cuenta que la pelirroja no sólo era una de las favoritas del señor de la fortaleza, sino que pareciera ser la que mandaba dentro de las prostitutas. Lena nunca le había hecho algo malo, pero podía sentir que lo que Marya sentía estaba muy lejos de ser cariño. No dijo nada y se concentró en sus quehaceres, mientras la mujer le miraba de pies a cabeza. Sus ojos verdes aguas le escudriñaban todas las veces que aparecía por los pasillos, como si Lena fuese una estúpida y no pudiese darse cuenta de lo que la prostituta estaba haciendo. "¿No crees, Lena?"

La muchacha asintió con la cabeza y al igual que la prostituta, dirigió su vista hacia el patio de arma, allí donde un grupo se preparaba para pelear con espadas. Era la rutina de todos los días, la misma que se llevaba a cabo en todos los castillos que había visto en su vida. ¿Qué había de inusual? Marya se le acercó, de pie mirando hacia donde se exhibían los trofeos de Gerold. Dos guardias lanzaron un cuerpo inerte, el cual cayó al suelo haciéndose prácticamente polvo, pero aquello no pareció impresionarlas.

"Los hombres son un misterio" soltó Lena casi suspirando, mientras recordaba lo que había hablado con Arthur en su habitación, pero Marya no parecía satisfecha con su respuesta.

"Tienen gustos muy peculiares" agregó la pelirroja, mientras jugueteaba con un mechón de su cabello. Su rostro salpicado en pecas le hacía lucir mucho más joven de lo que realmente era, pero había algo más que a Lena simplemente no le agradaba. "Pero todos tienen algo en común" La muchacha frunció el ceño "Las prostitutas"

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora