Capítulo 15

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Antes que todo, les pido disculpas por la tardanza. He estado un poco ocupada con la universidad, además de ordenar las ideas de la historia. Prometo seguir actualizando más seguido!!! Espero que les guste!!!

XV

"Lanza del Sol siempre estará agradecida a la casa Dayne"

Las palabras del príncipe Doran Martell rebotaron en las paredes del salón mientras Areoh Hotah contemplaba el botín sin siquiera fruncir el ceño. Las moscas ya habían comenzado a revolotear sobre la cesta, mientras que los sirvientes contemplaban con repulsión el contenido que había quedado debelado ante los ojos del príncipe. El aire que había estado cargado a incienso pronto se vio teñido con el aroma a pudrición, y aunque el olor a sangre nunca les había nublado los sentidos,  la pestilencia hacía retroceder a cualquiera.

"Eran unos bandidos" soltó el joven caballero cogiendo una de las cabezas de la cabellera. Había pertenecido a un gordo mercader que había estafado a medio pueblo antes de llenarse los bolsillos con varios dragones de oro en Lanza del Sol.  El príncipe Doran había puesto un módico precio por sus cabezas, y aunque media guardia de Areoh Hotah había sido desplegada por toda la zona, no había sido hasta que Campoestrella había metido sus narices en el asunto que los bandidos habían finalmente aparecido. O la menos sus cabezas.  Doran se reclinó en su silla para poder contemplar la cabeza; de la boca abierta brillaba un diente de oro y varios zarcillos tintineaban en la oreja izquierda,  bajo la tupida cabellera color rojiza que alguna vez había brillado bajo el feroz sol dorniense. 

"Le falta un ojo" soltó el príncipe Doran con el ceño fruncido, contemplando el agujero donde alguna vez había brillado un ojo de color celeste.  Raaf fue quien se encogió de hombros;  no les había sido fácil dar con el paradero de los bandidos ni menos atraparlos o que admitiesen culpa, por lo que habían tenido que recurrir a todas las técnicas de tortura para que pudiesen sonsacarles la verdad. "Areoh" soltó el príncipe sonriendo, mirando al capitán de sus guardias personales "Deberías usar las técnicas de estos muchachos. Dieron con el paradero de los bandidos en un abrir y cerrar de ojos"

El aludido apenas si pestañeó, rígido como una estatua. El caballero dejó la cabeza a un lado justo cuando otros sirvientes entraban en el salón cargando un inmenso cofre con monedas de oro. Al dejarlo en el suelo, el oro tintineó ante sus ojos y Arthur pudo ver como Raaf habría los ojos de par en par. Doran sonreía también, con los brazos abiertos.

"Lo que prometí por la cabeza de esos rufianes" soltó el señor de Lanza del Sol. Raaf apenas emitió un rugido y Arthur ni siquiera pestañeó. Nunca antes había visto tantos dragones de oro juntos, pero aquello no iba a hacerlo cambiar de planes.  Siempre había sido fiel a las órdenes de su señor y no tendría por qué haber un motín de por medio; lo que eran órdenes, eran órdenes.

"Con todo respeto, príncipe Doran..."se aventuró a decir Arthur volviendo la vista  a la de su señor. Conocía a ese hombre desde que era un niño y su padre siempre había de él con respeto. Doran siempre había sido un hombre respetable, aunque sus acciones dejasen mucho que desear. Arthur no estaba de acuerdo en muchas cosas, pero no sería un idiota ni se rebelaría frente a su señor. "No aceptaremos el oro"

Doran le miró extrañado.  Intercambió un par de miradas con Areo Hotah, para luego volver a clavarlas en la de su vasallo. La gota le había arrebatado toda la movilidad de sus piernas, por lo que apenas pudo cruzar sus brazos, demandando una explicación.

"Es nuestro deber" agregó Arthur con la voz decidida. El príncipe ni siquiera sonrió "Somos aliados... Campoestrella y Ermita Alta siguen sus órdenes a como dé lugar... No necesitamos monedas... usted no necesita monedas para comprar nuestra lealtad"

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora