Capítulo 30

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XXX

Las puertas se abrieron delante de él y los guardias le obligaron a que entrara. No les importó que se tratase de un anciano, y le empujaron como si fuese un condenado ladrón, y no el hombre que por años había servido fiel a la causa de los Lannisters. El salón que casi siempre se encontraba vacío, esta vez estaba repleto por rostros que no hacían más que mirarle con ojos sentenciosos. Niven miró a cada uno de ellos, mientras se arreglaba la cadena de maestre y esperaba que alguno de esos títeres hablase. Se sintió un poco a gusto al distinguir el rostro de Martyn Lannister, aunque no estuvo del todo seguro si eso le tranquilizaba. El niño desvió la mirada cuando sus ojos se encontraban, y fue su madre quien quebró el silencio.

"Niven" fue Dorna la que tomó la palabra, sentada a unos metros de la cabecera de mesa, que esta vez estaba ocupada por el menor de los Lannisters.

"¿Qué significa esto, mi lady?" quiso saber el maestre, sin comprender qué estaba haciendo frente a todas esas personas. Podía imaginarlo, pero que esos ojos le mirasen de esa manera no hacía más que ponerle los pelos de punta. Hubiese deseado quemar todo, quemar cada uno de los mensajes que había recibido, pero ya era demasiado tarde. ¿Qué podía hacer? Desmentir todo lo que podían presentar en su contra era su única esperando, pero sólo los dioses sabía qué habían en manos de esa mujer. La conocía desde hacía muchos años, y aunque nunca había sido la mejor elección para un miembro de la casa Lannister, Dorna Swyft se había mostrado piadosa ante las órdenes de señor esposo, y por supuesto del jefe de la casa. Era una mujer que vivía en las sombras, alejada de la atención y si bien se había acostumbrado a esa manera de vivir, Niven sabía muy bien que ella no se había transformado más que una víbora. " Alguien entró en mi habitación... me temo que me han robado"

"Tonterías" masculló la mujer haciendo al anciano callar "Ordené que Ser Garth Greenfield registrase su habitación"

Aquello le tomó por sorpresa "¿Mi lady?"

"Lo que ha escuchado" recalcó la mujer con fingida calma. Lyonel Frey no le quitaba los ojos de encima al maestre, mientras escuchaba cada una de las palabras de Dorna. El resto de los asistentes tenían la misma expresión en el rostro, no había sonrisas. "Había muchas sospechas, maestre"

"¿Sospechas?" se encogió de hombros y frunció el ceño "¿Sobre qué?"

"Ser Garth Greenfield dice que aquel hombre que mi señor esposo sentenció hace un par de semanas... era conocido suyo" fue Lyonel el que habló, con un tono mucho más amenazante. Willem ni siquiera se movió de su asiento.

"Ser Garth Greenfield no se equivoca" qué sentido tenía negar algo que un muerto pudiese o no corroborar "Pero a Ronard le conocía del pueblo, era un herrero muy conocido... Todos en el castillo..."

"Usted le pagó para que secuestrase a Erin" fue Dorna la que intervino. Aquella sugestión sorprendió al anciano; hubiese esperado cualquier cosa menos que le inculparan en algo que no había hecho. Él sólo había ayudado a Erin, no la había secuestrado.

"¿Secuestrar a lady Erin?" no pudo evitar sonreír ante aquella idea, pero nadie más lo hizo. Sus rostros estaban tensos, cansados por aquel teatro. Niven sabía que no podía jugar ese papel. "¿Qué pruebas tienen para decir eso? Él hombre que mató Ser Garth Greenfield no era otro más que su propio bastardo... ¿cómo puede creer en las palabras de una persona que asesina a su propio hijo?"

Aquello les tomó por sorpresa, y la mirada del maestro de armas de La Roca se agudizó. De no haber sido por el resto de las personas, Ser Garth Greenfield le hubiese retado a un combate, pero aquello se iba a solucionar con palabras.

"Las pruebas hablan por sí solas, maestre Niven" soltó Dorna mientras desenrollaba uno de los pergaminos que descansaban sobre la mesa " Los guardias encontraron los mensajes secretos que usted tenía con la persona que secuestró a mi hija"

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora