Capítulo 38

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XXXVIII

Todos hablaban, todos alzaban la voz y opinaban como si de ellos dependiera lo que sucedería luego. La mesa se había convertido en un campo de batalla, por un lado los dornienses, por otro los de las tierras del Occidente y de los Ríos. Todos querían llegar a un acuerdo, pero nadie se había molestado en preguntarle su opinión, pues ya no valía nada. Le habían tratado como una niña pequeña, diciéndole que nada podía opinar y que debía mantenerse callada, mientras ellos intentaban solucionar el problema que había creado. Erin hubiese protestado, pero recordar que Sarisa ya no estaba entre ellos le había calado muy hondo, y era inútil seguir intentando esconder la verdad que tenía frente a sus ojos. Nadie se veía contento.

"No podemos pretender que nada ha sucedido" comenzó a decir Ser Garth Greenfield, apoyando un brazo sobre la mesa mientras los guardias se encontraban como estatuas en los rincones. "Pero lo mejor es que este asunto quede entre nosotros"

"¡No podemos tapar el sol con un dedo!" reclamó Lyonel Frey sentado a un lado de la muchacha, aunque ni siquiera había intercambiado miradas con Erin. ¿De dónde provenía toda esa repentina preocupación? Le había sorprendido al verlo en ese lugar, pero si lo que decían era cierto, Ser Kevan Lannister estaba muy preocupado por el bienestar de su hija.

"Podemos hacer lo que es correcto" sugirió Gerold Dayne, sentado a un lado de su tía escuchando las palabras del chico de los ríos. Erin le miró con odio, estaba segura que en cuanto se enterara Lyonel de lo que ese hombre le había hecho, no le quedarían ganas de seguir sonriendo. "El príncipe de Dorne debe saber lo que ha sucedido. Estamos hablando de un secuestro..."

Lady Allyria Dayne apoyó sus manos sobre la mesa. Tenía los ojos oscuros, muy parecidos a los de Arthur, pero en ellos Erin si podía distinguir el color violáceo. Era una mujer muy bella, pero su mirada era tan seria que la chica ni siquiera podía mirarla por demasiados segundos sin sentirse como una rata. "¿El príncipe de Dorne?" fue la voz de Lyonel la que interrumpió al señor de Ermita Alta. Lyonel lucía muy preocupado, o tal vez simplemente quería reclamar su premio y ya.

"No necesitamos que el príncipe de Dorne se preocupe de otro asunto más" Ser Garth Greenfield lucía tranquilo, aunque bajo ese temple de acero había un hombre que representaba a una casa que era muy repudiada. Tal vez dependía de él lograr hacer las paces, pero sabía que todo dependía de los hombres que completaban esa mesa. "Si bien fue un insulto para la casa Lannister, lord Tywin está dispuesto a negociar los términos"

¿Negociar los términos? ¿Tywin Lannister? ¡Ja! Debía ser una condenada broma. Erin miró al castellano de su casa en silencio, intentando reprimir la sonrisa que se había repentinamente formado en su rostro. No había razones para sonreír, todo estaba condenadamente perdido. Frente suyo descansaba una copa de plata, una jarra con vino y comida que había sido dispuesta por los pocos sirvientes que habitaban en la tosca fortaleza, aunque Erin no había tocado nada de su plato. Podía sentir los ojos clavados en ella aunque la mayoría de los comensales prefería no mirarla, como si se tratase de una abominación, como si fuese el mal hecho persona. "¿Términos?" la voz de Estrellaoscura retumbó en la habitación mientras todos comían la cena, aunque el ambiente no era para nada festivo. "No hay nada que negociar" clavó sus ojos en la muchacha, y de no haber sido por todos esos señores, Erin simplemente le habría lanzado la jarra con vino en el rostro, pero no lo hizo. Se quedó ahí, en silencio mientras contemplaba el pan y las uvas sobre su plato. "¡Esa bastarda debe regresar a donde pertenece!"

Lyonel Frey había hecho ademán de ponerse en pie, pero Ser Garth le había cortado el paso, jalándole del brazo para que siguiese sentado. La tensión se respiraba en el ambiente, y los dornienses no sonrieron cuando el norteño no se llevó el comentario con entusiasmo. Allyria Dayne sorbió de su copa, mirando a los señores en silencio. Se limpió los labios con una servilleta, mientras su sobrino retaba con la mirada a su oponente, aunque de nada servían las peleas.

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora