XXXVI
El mundo no era más que sombras y tinieblas. El chillido de los ratones le había alertado, pero nada podría sacarla de esa angustia que la invadía. Las posibilidades le asustaban aún más que la oscuridad en ese túnel que parecía infinito, y aunque había intentado seguir con su plan, el miedo se había apoderado una vez más de ella. Había pensado en regresar, pero no sabía si el incendio continuaba y si Marya habría dicho la verdad. Le daban aún más escalofríos pensar en lo que realmente había ocurrido. Siguió avanzando, tanteando la fría roca con las palmas de sus manos y avanzando a paso firme, ya que sólo las ratas habían salido a su encuentro. Sabía que debía apresurarse y si sus cálculos estaban en lo correcto, el final del túnel debía estar sólo un par de metros más allá, aunque la oscuridad parecía extenderse a su paso.
La antorcha se había extinto, tal vez por la falta de aire aunque sus ojos se habían acostumbrado con forme avanzaba en el túnel, aunque prefería no pensar qué había bajo sus pies. El olor a humedad había sido lo primero en llenar su nariz, aunque pronto el hedor a muerte había aparecido, tal vez a causa de un cadáver o algún animal muerto. Había golpeado con uno de sus pies una enorme rata, porque estaba segura que no había gatos merodeando por Ermita Alta, a menos de que se tratase de un animal de mayor tamaño. Había soltado un chillido, por lo que debía de tratarse de un enorme roedor. Había ratas de vuelta en el Salón de Héroes, y no le asustaban como para detenerse o dar marcha atrás; lo que realmente le asustaba era lo que había sido de ese incendio, por lo que intentó mantener la cabeza ocupada en seguir avanzando a toda velocidad, para solo detenerse cuando las paredes se cerraban frente a sus hijos, y debía doblar por el único pasillo disponible. Había notado que el cielo era alto, por lo que no debía preocuparse por su cabeza, aunque era una de las últimas por las que realmente estaba preocupada.
Los sonidos provenían de ambos lados del túnel, como si hubiese fantasmas merodeando por ese lugar. El calor del incendio más el sofocante ambiente bajo las penumbras le habían pegado las ropas al cuerpo, y sabía que transpiraba como un cerdo. Había veces en que pensaba que se quedaría atrapada, porque las paredes se cerraban frente suyo y rogaba a los dioses porque hubiese otra salida, aunque parecía que cada vez el camino se hacía más angosto, como si los hombres que hicieron ese pasadizo nunca se hubiesen molestado por terminar su obra. Había momentos en los que debía apegar su espalda a un lado de la roca y deslizarse como si se tratase de una serpiente, y otras en las que podía abrir sus brazos para seguir avanzando sin problemas. No sabía a qué temer, si a lo que había dejado detrás en ese túnel, o lo que podría encontrar al otro lado, aunque Sarisa le había asegurado que había una salida del otro lado. Había intentado mantener su cabeza en silencio, mientras sus pensamientos no bullían ni daba pie a que otros se agolpasen en ella. Ya había perdido la noción del tiempo, ni siquiera recordaba cuánto llevaba bajo ese lugar aunque parecía sin duda una eternidad.
De pronto pudo notar una luz al final de ese pasillo. Sus piernas le ordenaron correr y así hizo, mientras se arremangaba el vestido con una mano y palpaba las paredes con la otra. Parecía ser una luz enceguecedora proveniente del cielo que crecía con forme avanzaba y Erin estuvo segura de poder escuchar el caudal del río en el momento que se detuvo a cerciorarse de que no estaba soñando. ¡El final del túnel! Aquella luz comenzó crecer y crecer, hasta que le cegó los ojos. Pudo sentir la brisa acariciándole los cabellos, haciéndole descansar de ese infierno subterráneo. Y así, tan rápido como había aparecido en ese lugar, Erin tuvo que pestañear varias veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz del día, mientras miraba hacia el cielo de dónde provenía. Intentó buscar en las paredes, pero no había una escalera y aunque saltara, sus manos apenas alcanzaban el cielo de este túnel. ¡No podía quedarse allí sepultada! Desesperada, buscó en las paredes hasta que logró sentir algo que sobresalía de la piedra, y un poco más arriba distinguió como algo similar, otra piedra que salía de la suavidad de las paredes de la roca. Intentó trepar, apoyando uno de sus pies en una de las salientes, mientras con sus manos se afirmaba de la piedra aunque a los pocos segundos, resbaló. Pudo sentir como las rodillas le ardían, tal vez se las había pelado pero no iba a llorar por esa razón cuando estaba tan cerca de dejar ese lugar. Lo intentó nuevamente y aunque logró escalar más que la vez anterior, cayó de espaldas al suelo, procurando no golpearse la cabeza contra la fría piedra. ¡Los dioses no podían ser injustos! Se quedó sentada allí mirando como la luz bañaba el final del túnel, intentando concentrar sus esfuerzos en salir de ese maldito lugar. Se puso de pie, puso un pie en uno de los peldaños y su otra mano intentó aferrase a las fría pared. Logró subir un metro, pisó con la otra pierna en el siguiente escalón e intentó mantener el equilibrio aunque sentía que en cualquier momento se caería, pero sabía que no podía hacerlo. Sus piernas comenzaron a temblar pero estiró el brazo y pudo sentir la brisa acariciándole los dedos. Sonrió. ¡Finalmente sería libre! Estiró la pierna y la apoyó en el siguiente peldaño, pero en ese momento resbaló. Desesperada se aferró con ambas manos. ¡Ahora o nunca! Pensó la chica mirando el tragaluz antes de estirar su otro brazo, lo que más pudo. Sentía que no lograría, pero no iba a desfallecer en esos momentos. ¡Debía salir de ese lugar o sería su tumba! El otro brazo llegó a parar donde estaba el primer y aunque podía sentir que los dedos le sangraban, hizo acopio de todas sus fuerzas, de todas las que no tenía, y sus propios brazos le ayudaron a ascender en medio de infierno. Gritó, pataleó, intentó impulsarse de lo que pudo, hasta que pudo apoyar sus brazos en la tierra. El sol picaba de lleno en su cara por lo que apenas si abrió los ojos, o al menos eso pareció. Reptó como una serpiente, arañando el suelo hasta que medio cuerpo estuvo afuera y con un último esfuerzo, logró sacar una de sus piernas. Cayó rendida, con los ojos cerrados, recuperando su aliento ¡Maldita sea, lo había logrado!
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A Lannister Debt
FanfictionPor supuesto, este fanfic está inspirado en la famosa serie "Juego de Tronos" y en la saga de libros de George R.R Martin, "Canción de Hielo y Fuego". Está demás decir que en el transcurso de la historia aparecerán personajes que ya todos conocemos...