Capítulo 4

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Los estandartes de la casa Frey se habían multiplicado en el patio de armas así como en el resto del castillo. Dos guardias vestidos de tonos grisáceos y azules se encontraban siempre apostados en las afueras de las habitaciones que habían sido destinadas a los huéspedes, y cada vez que los hijos de Emmon Frey y Gemma Lannister subían las escaleras o deambulaban por los pasillos como cachorros perdidos, un grupo de guardias les acompañaba casi pisándoles los talones. Varios capas doradas habían sido puestos a disposición de la tía de Erin, pero al parecer, eso era lo último que le importaba a esa mujer.

El descenso habitual de las escaleras le tomó a Erin un poco más de tiempo, especialmente porque estaban infestadas por miembros de la casa Frey. Dos sirvientas no le despegaron ni un ojo de encima cuando llegó hasta la biblioteca y pudo oír la risita ahogada de una de las nietas de Walder Frey...¿o tal vez era su hija? Le habían presentado a toda la comitiva el día en que los forasteros habían puesto pie en Lannisport, pero era muy difícil recordar el nombre de cada persona especialmente cuando Gemma Lannister parecía haber traído a la mitad de la familia de su esposo consigo. ¿Walda, Wendel? No importaba; todos los Freys le miraban con los mismos ojos, sin siquiera importarles que fuese la prometida del hijo de su señor.

El salón estaba decorado con tapices de leones y bordados dorados, algunos frescos de sus antepasados y una enorme mesa de roble que se extendía a lo largo de toda la habitación. El asiento de Tywin Lannister estaba vacío; al parecer los problemas en la capital se habían agravado y un cuervo había llegado sólo hacía días desde Desembarco del Rey con noticias sobre el atraso de sus parientes. ¿O es que Tywin Lannister se estaba tomando su tiempo a propósito? Erin intentaba pensar que sólo eran coincidencias, pero aún podía recordar la mirada de su tío y la rabia que había sentido la mañana cuando le comunicaron la noticia de su matrimonio. Tu deber como Lannister aún las palabras de su tío retumbaba como ecos en su cabeza, aún más cuando la Roca estaba infestada por norteños.

"¡La novia nos honra con su presencia!" Lancel Lannister era el único que gozaba burlarse en su propia cara, aunque no era algo a lo que Erin no estuviese acostumbrada. Su hermano mayor estaba sentado a mitad de la mesa, comiendo pan y bebiendo sorbos de vino, acorralado por parientes del norte a cada extremo. Erin ni siquiera sonrió; a ambos lados varios Freys disfrutaban de su desayuno en silencio, demasiado observadores. "¿Por qué traes esa cara? Debes sonreír..."

"¿Te casarías con Walda Frey si padre te lo ordenara?" la voz de Erin sonó baja como la de un ratón; demasiados ojos, demasiados oídos. Su hermano miró a una de las primas de sus primos, sentada varios metros de ellos. El chico no pudo evitar hacer una mueca "Exacto" Nunca había sido cercana a Lancel, pero de cierta forma le agradaba tener a un Lannister de su lado... Había algo en los ojos de los Frey que no le gustaba "Al menos estás aquí... no sé qué haría sola en medio de todas estas personas..."

"No por mucho, querida hermana" repuso Lancel, ahogando un trozo de pan en vino "Pronto te irás al norte con tu querido esposo... pero primero, me iré yo" Erin le miró extrañada. "Cambia esa cara, hermanita. Llegó un cuervo de Desembarco del Rey, de puño y letra de nuestro tío"

"¿Qué se le ocurrió ahora?" soltó Erin echándose un trozo de pan a la boca "¿Te casarás con una Stark?" pero Lancel sonrió, sus ojos parecieron brillar. "No... no puede ser verdad"

"Mañana me iré a la capital" agregó el chico con orgullo, mientras que en el rostro de su hermana se dibujaba el horror "El rey Robert quiere que sea parte de su..."

"La reina, querrás decir" soltó Erin sin ánimos. Lancel hizo caso omiso a su comentario. Sabía muy bien que su hermano no se alegraba precisamente porque el rey lo había convocado, pues todo era obra de las sucias manos de su prima.

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora