Capítulo 26

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XXVI

Martyn Lannister pasaba la mayor parte del tiempo deambulando como un fantasma por los pasillos de la Roca, como si el tiempo se hubiese detenido y como si nada más le importase. Su madre le había intentado animar de todos tipos de formas, pero no había nada que al niño le pareciera lo demasiado interesante como hacer durante los días que había pasado en su hogar. Lady Dorna había insistido en que su hijo volviese sano y sano, luego de oír las terribles noticias de la muerte de su hijo Willem y de la repentina desaparición de su hija Erin, por lo que se pasaba la mayoría del tiempo junto al muchacho, a sol y a sombra, teniendo de que en cualquier momento pudiesen arrebatárselo los dioses de su lado.

Martyn, a diferencia de su madre, no parecía muy contento con lo que su padre había determinado, pero de cierto modo entendía que lo hacían para mantenerle a salvo, aunque no encontraba el día para poder ir a pelear por el ejército de los leones, o al menos eso era lo que intentaba proyectar, cuando su madre le preguntaba al respecto y cuando todos esperaban que dijese lo correcto.

¿Qué podían esperar de Martyn? Era solo un niño de trece años, un escudero que había ido a la guerra demasiado joven y que además de haber sido intercambiado como ganado por los ejércitos contrarios, había sufrido la pérdida de la mitad de sí. Ya ni siquiera miraba el patio de armas, allí donde había solido pelear cientos de veces junto a su hermano gemelo Willem, donde el mismísimo Ser Garth Greenfield les había enseñado a como blandir la espada. Sus rutinas se reducían a dormir y comer, salir a deambular por los pasillos, y si es que le apetecía, mirar a su hermana pequeña Janei quien ni siquiera entendía qué diablos estaba sucediendo a su alrededor.

El maestre Niven levantó la cabeza e hizo un gesto a Martyn cuando el chico deambulaba por los pasillos como si fuese un fantasma, con la melena rubia y aquellos ojos verdes tan tristes que contrastaban con el aire que se respiraba por toda la fortaleza. Las noticias de la muerte de Robb Stark habían reanimado a todo el castillo, y aunque Ser Kevan Lannister había dejado al fortaleza hacía varias semanas, todos los banderizos y sirvientes de los leones compartían la misma alegría. Incluso Lady Dorna había ordenado hacer un banquete, aunque afortunadamente Martyn se había rehusado a asistir. Al menos está cuerdo había pensado el maestre cuando el muchacho no había compartido con ellos en la velada, que gracias a los dioses había terminado mucho antes de lo esperado.

No sólo eran los miembros de la familia Lannister y todos sus súbditos los que celebraban, sino que también el puñado de Freys que seguían apostados en la ciudad. Bajo las órdenes de su futuro suegro, Lyonel se había quedado durante todo ese tiempo en La Roca a la espera de que su fugitiva novia apareciese, aunque bien poco le importaba al muchacho la desaparición de Erin. Se pasaba la mayor parte del tiempo en Lannisport, donde visitaba burdeles hasta muy entrada la noche o sino se encontraba en el patio de armas, blandiendo la espada junto a sus camaradas, como si no hubiese una guerra afuera por la que debiesen estar peleando. Niven sabía que en cualquier momento encontraría a Erin pero hasta ahora la chica había sido astuta en esconderse en lo más recóndito del desierto, pero ya llegaría la hora de afrontar lo que su tío había hacía tiempo acordado con el padre de Lyonel Frey.

Niven hizo una reverencia cuando apareció Lady Dorna en los pasillos en compañía de una nodriza que cargaba a la pequeña Janei. La niña tenía una pelusa amarilla como cabello y sus ojos, al igual que el de todos sus hermanos mayores, eran tan esmeraldas como el mar. Cada vez que la veía, la niña le sonreía, mostrándole los pequeños dientes que asomar en sus encías, aunque la madre de la pequeña no mostraba tanta simpatía por el maestre. Luego de que hubiesen llegado los rehenes que los guardias Lannisters y Freys habían tomado en el desierto, Dorna no había vuelto a intercambiar palabras con el maestre, salvo miradas de desconfianza cargadas en repudio por que el supuestamente había hecho. Si bien ella no se equivoca, no podía dejar que atraparan a Lady Erin tan fácilmente, y ver a todos revolucionados por el actuar de uno de los miembros más insignificantes de la familia Lannister, simplemente le entretenía.

A Lannister DebtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora