Capítulo 2:

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Nath, luego de mirarme de arriba a abajo (y causarme y delicioso escalofrío por todo el cuerpo, como no) comenzó a caminar decidido hacia a mí

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Nath, luego de mirarme de arriba a abajo (y causarme y delicioso escalofrío por todo el cuerpo, como no) comenzó a caminar decidido hacia a mí. Yo, que ya tenía todas las intenciones de correr otra vez, frené mis intentos de escapatoria porque justo en ese momento la campana que daba inicio al próximo turno de clase sonó.

Él miró hacia la pequeña bocina que se encontraba en la esquina de la columna como si tuviera la culpa de todos sus males. Me miró y cambió la expresión a una divertida, y me susurró:

-Salvada por la campana.

Dicho esto se adentró al salón y yo solté todo el aire que no sabía que había acumulado en mis pulmones.

Seguía tiesa, como una momia, en el mismo lugar. asta que vi a mis compañeros de clase entrar al salón también, algunos conversando y otros en sus cosas. Parpadeé volviendo a la realidad y, más nerviosa de lo que me gustaría admitir, entré sin mirar a nadie, yendo directamente a mi lugar.

Pude sentir su mirada desde el momento en el que crucé la puerta, como si hubiera estado esperando a que entrara para velar cada uno de mis movimientos. Toda la poca tranquilidad que había acumulado desapareció y pasé a la intimidación. Me sentía intimidada por él.

Pero, a lo mejor eran divagaciones mías. Decidí comprobarlo girando un poco mi rostro sobre mi hombro para ver hacia el último asiento y efectivamente, me estaba observando fijamente. Mi cuerpo completo se estremeció, sus oscuros ojos no se despegaron de los míos en ningún momento. Fui yo quien decidió apartar la mirada avergonzada y devolverla al frente.

Joder, lo prefería cuando ignoraba mi existencia.

Ajá, esa no te la crees ni tú.

Consciencia, usté hace silencio.

Vamos, admite que te gusta que te esté mirando.

No me gusta.

Claro, claro...

¡Que no me gusta!

Ujum...

Resoplé por lo bajo, frustrada con mis propios pensamientos.

Decidí ignorarlo tanto como sea posible y centrarme en la clase (sí, el profesor había llegado hacía unos segundos), pero para mi mayor desgracia, solo daría un repaso de todo el contenido dado, pues tendríamos examen dentro de poco. Todas las posibilidades de centrarme en algo que no fuera él se esfumaron.

Genial.

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El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora