Capítulo 33:

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Suelto un gemido de alivio cuando Nath masajea mi espalda. De manera inconsciente mis ojos se cierran por lo bien que se siente.

—Sam, tengo que ser honesto. No ayudas.

Abro los ojos y me asomo por encima de mi hombro para verlo. Reprimo la risa cuando veo que aprieta sus labios porque su pulgar está dando vueltas en uno de los tantos músculos que tengo tensos.

—Enserio no ayudas a que no se me levante en medio del campo.

—¡Calla! No seas bruto —exclamo riendo.

—¡No seas tú malvada! Me estás torturando acá atrás.

Vuelvo a reír y cierro mis ojos suspirando. Tal vez soy un poco perversa teniendo en cuenta que mis piernas están totalmente estiradas hacia ambos lados y yo estoy inclinada hacia adelante, por lo cual en estos momentos, mi novio debe tener unas espléndidas vistas de mi trasero.

—Me pregunto qué tanto disfrutarías si te diera en esta posición —murmura para los dos y yo abro mis ojos de golpe.

—¿No que intentas centrarte? —vuelvo a verlo por encima de mi hombro— ¿Qué haces pensando en cosas pervertidas?

—No puedes culparme cuando te tengo abierta de piernas y gimiendo mientras arqueas tu espalda dándome unas maravillosas vistas aquí atrás.

Lo siento, no pueden pretender que no me sonroje con lo que está diciendo.

—He dejado de gemir, así que para. Céntrate en mi masaje.

—¿Para qué provocas si luego te rajas? —cuestiona divertido.

—No te provocaba, realmente se siente muy bien lo que estás haciendo con tus manos.

—Y sigues provocando... —alza una ceja.

—En mi espalda —aclaro imitando su expresión.

—Demasiado tarde, rizos. Ya se me puso dura. ¿Qué haremos al respecto?

Me quedo quieta, viéndolo fijamente. Nath no se inmuta. De hecho, se apoya en sus rodillas todo lo cerca de mí que puede y espera pacientemente mi respuesta.

—Estás de broma, ¿No? —digo por fin. Él niega lentamente.

—Ni un poco, así que vuelvo a preguntarte. ¿Qué haremos al respecto?

Bufo divertida. —Yo, seguir estirando y tú, ver cómo la bajas.

Nath alza una ceja con diversión y picardía.

—¿Es tu respuesta definitiva?

Oh, oh... como que creo que trama algo.

Seehh... como que yo también lo creo, tal vez por eso tardo en responder.

—Sí, lo es.

—Bien —responde con una amplia sonrisa que no se ve real en lo absoluto, pero no hace nada más. Encarno una ceja.

—¿Algo más que decir? —insisto y él se encoge de hombros—. Bien, supongo que continuaré con mi calentamiento.

Respiro hondo y me enderezo. Doblo mis piernas y las junto estirándolas nuevamente hacia delante. Antes de que pueda estirar una vez más mi torso, Nath me toma por la cintura y se pone de pie sorprendiéndome cuando me carga con rapidez y facilidad sobre su hombro, como si fuera un costal de papas.

—¿Nath? ¡¿Qué carajos?! —exclamo sorprendida.

—Quietecita —advierte mientras camina silbando como si nada. Intento incorporarme sujetando mi cabello para poder ver y me gano una nalgada que me hace jadear por la sorpresa.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora