—¿Anna?
A pesar de tener a los dos idiotas detrás de mí pisándome los talones y sospechando de cualquiera que me mire por más de dos segundos, me acerco a toda velocidad y tomo su brazo para impedir que siga caminando como si no me hubiera escuchado.
—¿Estás bien? —pregunto preocupada al ver su estado.
Pálida, delgada, con ojeras y una mirada totalmente perdida.
—Estoy mejor que tú, al menos —espeta ella y aunque me lo dice a mí, casi pareciera que se lo recrimina a sí misma.
No puedo evitar insistir en saber qué está mal con ella, así que insisto.
—Anna, independientemente de nuestras diferencias, creo que deberías hacerte un chequeo.
—¿Por qué? —murmura mirando hacia el suelo— ¿Luzco tan mal como para tener que ir al médico? —Puedo ver como está a nada de llorar.
Me encuentro un tanto perdida al no saber qué hacer.
—¿Quieres que hable con la directora o...? —intento, pero su respuesta me sorprende.
—¡No! —sus ojos se abren con terror, luego me ve con rabia— ¡No tienes que hacer nada porque no te importa mi maldita vida! —Frunzo el ceño. Esta no es ni de lejos la Anna que estoy acostumbrada a ver. Casi pareciera que le teme a todo a su alrededor, pues no deja de ver a todos lados con nerviosismo.
—Sólo hazte la idea de que no te has cruzado conmigo. No te interesa realmente cómo estoy. Sólo quieres hacerte la puñetera heroína y créeme, yo ya lo he hecho y nunca te lo agradecen.
Se aleja de mí a toda prisa y yo no puedo estar más confundida ante lo que acaba de pasar.
¿Qué está mal con esta chica?
***
—Baby, ¿Tienes un minuto para que hablemos?
Lorena detiene su andar y se voltea con pereza para verme. Le hago un puchero y ella pone sus ojos en blanco mientras camina hasta pasar de largo por mi lado. La sigo hasta un pasillo por el que casi nadie pasa, así que tenemos mayor privacidad.
—Tengo prisa. ¿Qué quieres? —pregunta con hastío. Aprieto mis labios porque me duele su actitud casi tanto como me irrita.
—Lo siento, Lorena —comienzo aún así—. No debí tratarte así el día de la competencia. Estabas preocupada por mí y yo sólo pensaba en lo mal que me sentía en ese momento sin importarme cómo afectaba a todos a mi alrededor con mi actitud. Fui egoísta y...
—Para —me interrumpe alzando su mano y viéndome totalmente confundida. —¿De qué estás hablando?
Parpadeo y luego frunzo el ceño.
—¿Cómo que de qué hablo? —Lorena pone sus ojos en blanco una vez más y comienzo a perder mi paciencia.
—Nena, no eres el ombligo del mundo, ¿Sabes? No todo gira entorno a tí.
—Eh... no pretendo que así sea —frunzo el ceño por milésima vez en el día—. Pensé que estabas molesta por mi actitud del sábado, por como te traté.
Lorena me da una larga mirada que poco a poco se va volviendo incrédula, dura así un rato más hasta que de la nada se empieza a reír con burla.
Se está riendo de mí.
¿Segura de que estamos hablando con nuestra Lorena?
Ya no estoy tan segura, no.
Ya. Lo mismo pensaba yo.
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El Secreto de Nath
Teen FictionSamay Anderson, una chica de 15 años tiene un crush, el típico chico de apariencia atractiva y atrayente, pero al contrario de lo que muchos piensan una excelente persona. Nathaniel (Nath) Hilton, capitán del equipo de fútbol de su instituto y el c...