Capítulo 34:

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Cierro los ojos implorando paciencia cuando por cuarta vez Lorena pide un descanso para contestar sus "sumamente importantes" mensajes.

—Lorena, no llevamos ni diez minutos de ensayo. Los mensajes no se irán de tu teléfono. Lo sabes, ¿No?

—Qué graciosita —pone los ojos en blanco y pasa por mi lado para ir en busca de su móvil, pero la detengo tomándola por el brazo y haciendo que retroceda—. ¿Qué se supone que estás haciendo?

—Tenemos las nacionales cerca y no hemos podido ensayar el grupo completo porque últimamente te has dedicado a responder mensajes cada cinco minutos —literalmente—, llegas tarde, e incluso a veces ni siquiera vienes porque prefieres saltarte los entrenamientos para ir a fiestas donde no conoces ni a la mitad de la gente.

—¿Qué eres ahora? —se exaspera y se cruza de brazos con molestia— ¿Mi madre? Porque déjame decirte, la que me trajo a la vida la dejé en casa con sus problemas matrimoniales que me importan una mierda.

—Lorena —Maura se acerca asombrada por tales declaraciones—, creo que esos no son temas para debatir en medio de un ensayo.

—Lo que creas o no me da totalmente igual, Maura —espeta la mencionada.

—Oye, ¿Qué te pasa? —intervengo enfrentándola nuevamente— ¿Por qué le hablas así?

—Okey, basta ya —Natalia se coloca entre las tres para evitar un enfrentamiento—. Lorena, revisa tus mensajes por última vez y centrémonos en lo que vinimos a hacer, que es montar una coreografía que deje boquiabiertos a todos.

—No sé ni para qué se estresan tanto —protesta Lorena tomando su teléfono que no deja de sonar—. Es sólo una tonta coreografía.

Paciencia, sólo necesito paciencia para sobrevellar esto.

Lorena responde sus mensajes y deja de hacerlo cuando todas le damos una larga e impaciente mirada por ver como ríe descaradamente y todas estamos de pie, a la espera de que termine su sesión de correspondencia.

Finalmente el ensayo continúa, pero pasa de ser la típica diversión y coordinación grupal a ser un ensayo lleno de tensión porque por cada indicación que doy, Lorena tiene algo que alegar u opinar al respecto.

Suelto un sonoro resoplido cuando por séptima vez —sí, las he estado contando— me contradice protestando porque según ella, es una pésima idea lo que estoy diciendo.

—A ver, explícame por qué esta posición es una pésima idea.

—Lo es porque tú eres alta, más que yo. ¿Por qué debes estar delante de mí?

—Lorena, por milésima vez. Que no estoy delante de tí, estoy en diagonal, te puedes ver perfectamente desde la posición en la que estás.

—¡No es cierto! Andy me está tapando.

—¿Qué? —protesta la mencionada con una clara indignación—. Claro que no, hay un espacio notable entre tú y yo.

—Además, ¿Por qué sólo Samay está dando las ideas? —insiste molesta—¿Por qué no puedo estar delante como siempre? ¿Por que las demás no aportamos ideas a las coreografías?

Todas se ven entre ellas y yo siento como mi corazón comienza a latir con rapidez por la desesperación que me está entrando.

—Lorena... —Laila se acerca a ella con calma— ¿No recuerdas que fuiste tú quien propuso que fuera Sam la líder y coreógrafa del grupo? Hasta ahora las coreografías las ha montado ella con la ayuda de Natalia y gracias a eso hemos ganado todos los campeonatos.

—¿Qué todos? —ni siquiera ha escuchado la mitad de lo que ha dicho Laila. Es la simple tentación de contradecir, se le nota en la mirada—. ¿Sólo tres campeonatos? Estamos hablando de las nacionales. Todos los colegios irán a competir, ¿Y si no estamos a la altura?

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora