Capítulo 14:

470 71 2
                                    

—¿Qué cojones es lo que acabas de decir?

Nath y Oshlen lo miran de arriba a abajo totalmente estupefactos, pero no sé si se debe con exactitud a lo que acabo de decir o a que Marlon haya soltado una palabrota como esa frente a nosotros, sus alumnos.

Supongo que el respeto se acaba de ir al carajo con esa pregunta, ¿No?

Él da un paso furioso hacia mí y yo por instinto me alejo. ¿Acaso planea golpearme? Por suerte los chicos me siguen escudando delante de mí cuando él intenta acercarse más.

—Repite lo que acabas de soltar si tienes los cojoneros huevos, niñata de mierda.

Perdón por no haber podido ocultar mi sarcasmo, ¿Okey? Ha sido imposible detener que mi boca se abriera y soltara las siguientes palabras:

—Pues genéticamente lo que tengo son ovarios, no creo parecer trans...

Me salió en un murmullo, pero las risas mal disimuladas de los chicos mientras siguen bloqueando el camino de Marlon hacia mí me hacen saber que han podido escuchar con total claridad mi conclusión a su pregunta.

Lo curioso es que en medio de su furia, Marlon sigue pálido y lo que es peor, se nota muy nervioso e inquieto.

Realmente no tengo prueba alguna de lo que dije, más bien ha sido una leve sospecha que he tenido. ¿Por qué? Pues porque Anna sólo piensa en sexo y en vengarse de Nath y Marlon es demasiado evidente cuando morbosea a las chicas en los ensayos. Me di cuenta de lo último en uno de los tantos entrenamientos en los que esperaba a mis chicos.

—¿De dónde mierda sacas que he tenido sexo con una alumna, chiquilla estúpida?

Hmm... a ver, probemos con esto.

—Bueno, señor profesional, creo que hasta ahora no se ha dado cuenta, pero su camisa y pantalón están manchados de labial rosa chillón. Se puede notar desde el otro lado del pasillo...

Veo que los chicos enseguida hacen un ademán de voltearse para verme extrañados pero les doy un pellizco a ambos que les hace asentir hacia Marlon inmediatamente.

Y el mencionado... pues, se pone aún más pálido de lo que ya se encontraba. Murmura muy bajo un ¿Qué? que apenas logra escucharse y rápidamente se revisa por todos lados con desespero.

Reprimo la risa que me entra cuando se da cuenta de que una vez más ha caído en la trampa. Sólo que en este caso, ha sido sin necesidad de mostrarle ninguna prueba física. Él solo se ha delatado y lo sabe. Por eso ahora se encuentra increíblemente sonrojado y no se atreve a levantar el rostro.

Y aunque pensé que estaba avergonzado porque lo he descubierto, su cara de sinvergüenza al alzar la cabeza me hace ver lo equivocada que estaba al creer que se arrepentía de algo. Menudo descarado tenemos aquí delante, señoras y señores.

—Hacen parecer que tener sexo con una alumna es un crimen cuando fue un acto consensuado —murmura sin inmutarse por haber sido descubierto.

Lo miro atónita. Él no acaba de decir eso, ¿Verdad? ¡¿Verdad?!

—Me da igual si fue o no consensuado —refuto inmediatamente sin darle tiempo a continuar—. Lo que sí no es consensuado acá es que saques a alguien del equipo por un acuerdo al que llegaste teniendo sexo con una menor de edad. ¿Dónde está la profesionalidad que dices tener? Porque no la veo por ninguna parte. De hecho, todo lo que puedo ver en estos momentos es a un cerdo —murmuro entre irritada y asqueada. Realmente hay que ser sinvergüenza para reconocer algo así sin arrepentimiento alguno, y más delante de nosotros, sabiendo que podemos delatarlo.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora