Capítulo 39:

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—No me había fijado en tu belleza hasta el primer día en el que me enfrentaste. Ahí me di cuenta de que no sólo eres hermosa sino también inteligente. Justo lo que me gusta tener en mis sumisas, la combinación perfecta.

Marlon se pasea por el comedor como si me estuviera contando una anécdota familiar.

—Pensé que me delatarías al darte cuenta de que me follaba a Anna, pero me sorprendiste una tercera vez, porque no lo hiciste. Ahí descubrí otra característica de tí: eres leal incluso cuando no es para tu beneficio. Aún así, teniendo en cuenta lo cruel que es esta humanidad, decidí ponerlo a prueba para comprobar qué tan leal eras, pero antes tuve que investigar de dónde viene Samay Anderson. Cuál es su origen, y descubrí algo que me encantó: que tu papá, el famoso Señor Anderson, es oficial de policía. Y no uno cualquiera, no, sino uno de los jefes más influyentes de la policía.

<<¿Sabes la de cosas que eso me facilitó? En primer lugar, poder decidir yo quienes serían tus cuidadores luego de los dos encuentros. Porque sí, esos ataques a tus amigas fueron organizados por mí, y tú ni siquiera te diste cuenta.

Estoy roja de la rabia. Siento como mis uñas se entierran en la palma de mis manos por la fuerza que ejerzo en ambos puños.

<<Aunque por supuesto, eso me vi obligado a hacerlo luego de darme cuenta de que te resistías a mí. Así que tuve que optar por un papel más sutil de conquista. Hacer como si yo te ayudara en cada momento de angustia que tuvieras. ¿A que ni siquiera lo sospechaste?

Claro que no lo hice, tenía demasiados pensamientos ocupando mi cabeza para sumarme el papel de Sherlock Holmes.

<<Como no puedo dividir mi atención en tantas cosas, tuve que dejar a mi sumisa Anna a un lado, pero como te dije hace un rato, amor. Era cuestión de tiempo, no te abandonaría eternamente. Necesitaba enfocarme en conquistar a mi tercera sumisa, Lorena, y ya mi trabajo contigo estaba logrado.

—Espera, ¿Qué? —Lorena jadea y ve de mí hacia Marlon—, amo, ¿De qué estás hablando?

Marlon le da una suave sonrisa y aprieta sus labios asintiendo.

—Lamento haberte engañado, pequeña. En realidad no tengo una sumisa, sino tres. Ustedes tres —nos señala extendiendo ambos brazos en nuestra dirección.

—Eso... eso no puede ser —Lorena niega con vehemencia—. Me prometiste que entregarías a Anna por haberte abandonado y también a Samay a modo de venganza por abandonarme a mí. Te ayudé a separarla de Nathaniel, pero pensaba que...

—¿Pensabas que me tomaría tantas molestias contigo? ¿De veras? No te des tanta importancia. Eres mía, mi posesión. No hago nada por tí, sino al revés, tú lo das todo por mí, y si yo quiero que hagan un trío para yo disfrutar verlas, lo hacen.

Estoy sin palabras. Esto no debería de estarme pasando a mí. ¿Qué mierda he hecho yo para merecer esto? ¿Qué coño han hecho mis amigas para merecer que las hayan engañado y utilizado para una perversión como esta?

—Marlon... —murmura Lorena con sus ojos llorosos.

—¡Soy amo para tí! —grita dando un sordo golpe en la mesa con su puño. Las tres nos sobresaltamos—. Soy amo para las tres. El puto amo de las tres y me deben obedecer en lo que demande. O lamentarán las consecuencias. Ahora, harán silencio y yo proseguiré con mi historia con Samay.

Su historia conmigo, dice. Realmente está mal de la cabeza.

—Como te decía, cariño. Tuve que dejar de lado a Anna y comenzar a conquistar a Lorena. Sabía que necesitaría de alguien cercano a tí para en un futuro ejecutar uno de mis planes. Mientras tanto, tuve que cambiar de estrategia contigo. Comencé a ser más sutil con mis indirectas, más amigable contigo y, como supuse, funcionó, porque cediste. Poco a poco, pero lo hiciste. Terminé gustándote.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora