Capítulo 6:

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Cuatro días han pasado desde que Nath vino para el proyecto y cenó con nosotros

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Cuatro días han pasado desde que Nath vino para el proyecto y cenó con nosotros.

Cuatro días han pasado desde que no sé nada de él.

No ha ido al colegio, no ha indicado por qué, y aunque papá aplazó la cena igualmente la hizo hoy, avisando a su madre -no sabía que tenía contacto con ella-, pero ella no contestó, y yo ya estoy preocupada no, lo que le sigue.

-¿Y si le pasó algo?

-Sería el primero en enterarme, Samay. Trabajo en la policía, ¿Recuerdas?

Niego con la cabeza desesperada. Algo anda mal.

Estoy en la sala con papá, caminando de un lado a otro. Nadie en el colegio comenta nada, o al menos q mis oídos no ha llegado absolutamente ninguna nueva información. Por eso me preocupa. Mis amigos, sabiendo lo mucho que me gusta Nath ya me habrían informado, sobre todo cuando Lorena es tan... curiosa sobre todo lo que ocurre en el colegio.

-Papá, Nathaniel nunca falta al colegio, nunca. Y en caso remoto de que lo hiciera avisa siempre.

-¿Acaso no se enferma o qué?

Vuelvo a negar.

-Una vez acudió incluso con fiebre. Me lo contó cuando estudiamos juntos. No le gusta faltar y perderse las clases o el entrenamiento. Además de que cuida muy bien de su salud por el fútbol.

-No quiero alarmarte, Sam, pero si así es el caso es muy probable que algo haya pasado.

-Alarmada ya estoy, está de más decirlo.

Me detengo abruptamente, cuando una idea loca se cruza por mi cabeza.

-Lo tengo. Sé muy bien quién puede saber de él -me volteo hacia mi padre con rapidez-. Papá, en un rato vengo, ¿Sí? No tardo.

-Pero, ¿A dónde vas?

No le respondo. Salgo casi que corriendo hacia el instituto -no queda muy lejos de casa- y me detengo cuando noto que me va a dar fatiga.

Doy la vuelta y entro al garaje, tomando la bicicleta que casi no uso, pero que ahora me será de mucha ayuda.

Y así, casi que volando llego a nuestro querido instituto, viendo como efectivamente, el terreno donde se entrenan los deportes está iluminado, y las porristas ensayan adentro.

Detengo mi bicicleta y luego de acomodarla en una esquina me acerco a donde ellas están gritando y dando brincos.

Sí, porque de ningún modo pienso llamar a eso bailar o hacer acrobacias.

Para mi sorpresa, Anna me ve primero que yo a ella, entre tantas sayas coloridas y pompones brillantes logro encandilarme. No sé cómo ellas aguantan durante todo el ensayo sin un par de gafas o algo que las proteja de la vista.

Anna llega hasta mí y me tona del brazo con suavidad.

-Oh por Dios, Sam. Qué bien que has venido. Esperaba a contarte mañana pero ya que estás aquí tenemos que hablarlo ya.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora