Capítulo 17:

402 60 3
                                    

Nath toma mi mano por debajo de la mesa deteniendo mis movimientos. Una leve mirada de su parte me da a entender lo que me pide: calmarme.

¡Pero no puedo evitar estar nerviosa! La profesora se encuentra justo delante de nosotros hojeando nuestro trabajo sin cambiar su expresión. Normalmente es de las personas que dentro de su seriedad expresan todo lo que piensan, por eso siempre sabemos si vamos bien o mal a la hora de responder sus preguntas o incluso en las evaluaciones, tener una idea de lo bien o mal que lo hicimos. Sin embargo, en esta ocasión su rostro está totalmente impasible, y eso hace que sea ahora mi pierna la que se mueva con rapidez e insistencia, haciendo que mi novio ponga sus ojos en blanco.

Nath termina volteando su rostro para verme y yo lo imito, aterrada. Mientras yo sudo frío él está totalmente relajado. Quisiera tener ese don, porque sí, para mí eso es un don, uno de los buenos.

Aún así, él corta el hilo de mis pensamientos cuando le da una leve mirada a mis labios y luego sube su vista a mis ojos una vez más. Inmediatamente me sonrojo.

Es increíble como con el paso del tiempo hemos llegado a un punto en el que no necesitamos decir una palabra para saber lo que el otro piensa o quiere.

Sé perfectamente lo que esa mirada significa: "Si no quieres que te bese delante de todos, será mejor que te calmes". Y funciona, porque mi pie se detiene casi que en automático. Nath sonríe sonríe divertido y vuelve la mirada hacia nuestra seria profesora. Opto por suspirar y hacer lo mismo.

Por fin la mujer cierra la carpeta que guarda nuestro trabajo y la coloca a un lado de la mesa. La expresión seria que antes cubría su rostro se ve sustituida por una de alegría increíble acompañada de mucho orgullo.

Esta mujer nunca sonríe y nos está sonriendo a nosotros.

Nos... está... sonriendo...

A la madre, qué rara se ve.

Pues sí, pero eso no importa. ¡Nos está sonriendo!

Hasta yo estoy sorprendida.

—En los veinte años que llevo dando clases a piojosos, este es el mejor trabajo que he recibido. Sabía que lo harían bien, pero nunca imaginé que sería así de bien. Excelente trabajo, chicos. Tienen un sobresaliente.

El salón entero se queda en silencio. Nath y yo nos miramos sorprendidos —yo más que él, claramente— y volvemos la vista hacia la profesora. Ella incluso aplaude e insta a los demás que hagan lo mismo.

No sólo hemos sido aprobados, tenemos un sobresaliente como resultado de nuestro trabajo.

***

—¡Un sobresaliente! ¡Y con una estrellita!

Nath suelta una carcajada dejando de lado la tarea de recoger sus cosas.

El resto de la clase la profesora se dedicó a revisar los demás trabajos, pero de vez en cuando ponía el nuestro como ejemplo y yo pues, no he podido ocultar mi felicidad desde que nos dio un sobresaliente como nota.

—¡Me da igual que te de risa lo de la estrellita! ¡Sabes que es cierto! Esa mujer nunca sonríe y nos ha sonreído. Nunca le da cien puntos a nadie ¡Y nos lo ha dado a nosotros con una puñetera estrella incluida!

La diversión no abandona el rostro de mi chico cuando me contesta.

—¿Honestamente? Estoy más feliz por tu alegría que por la nota. Llevabas estresada con ese trabajo técnicamente desde que lo comenzamos.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora