Nathaniel
No pude decirle que no a Sam cuando me pidió acompañarla a la fiesta de Anna.
Ya me había comentado ciertas actitudes de mi ex que lejos de extrañarme, me habían inducido una amplia curiosidad de saber qué le había hecho cambiar. ¿Qué de importantes o fuertes serían los acontecimientos que la harían querer ser una persona diferente? No dudé ni un segundo en aceptar su oferta de conversar, a pesar de la hora, el momento y el lugar en los que se darían los hechos.
Anna se mostraba inquieta, nerviosa, cuando se sentó a mi lado, procurando mantener una prudente distancia entre los dos. Sonreí de costado.
—Sam tenía razón cuando dijo que no te odio —comenté sabiendo por el brillo de sus ojos que temía un comportamiento hostil o despectivo de mi parte. La forma en la que soltó el aire que sabía que contenía sólo me lo terminó de confirmar.
—Creo que eres la única persona en el mundo que no me odiaría después de todo lo que te hice —susurró con la mirada perdida.
Un extraño cosquilleo se instaló en mi estómago al sentir que por primera vez en mucho tiempo, estaba hablando realmente con Anna y no con una máscara adornada de prepotencia y arrogancia.
—Cuando comenzamos a salir realmente te quería, ¿Sabes? —alzó su rostro por fin. Pasaron unos segundos cuando le devolví la mirada entornando los ojos, a lo que ella tragó y comenzó a jugar con sus dedos, en un acto de nerviosismo— perdona, no sé ni siquiera cómo comenzar.
—Ibas bien —le aseguro—, puedes continuar.
Anna cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás buscando calmarse. Sabía que no hablaba con alguien que la juzgaría o le impediría hablar. Sabía que estaba ahí para escuchar todo lo que quisiera decirme y explicarme, con todo y que sintiera en lo más profundo de su ser que no merecía ser escuchada.
—Te tenía cariño por como te comportabas conmigo, si antes había tenido parejas, ninguno me trató con la delicadeza que tú lo hiciste, por eso te tuve cariño. Aún así, con el tiempo me di cuenta de que éramos incompatibles por el simple hecho de que no estaba preparada para recibir lo que me dabas. La voz de mi madre diciendo que debía ser la voz dominante de la relación sólo hacía que la Anna que estaba construyendo apareciera con mayor fuerza.
<<No culparé a nadie de lo que fue mi decisión. Soy consciente de todos mis errores y soy sincera al decirte que lo siento mucho, por todo lo que te lastimé sin necesidad alguna, a la persona que menos lo merece. Tal vez lo que diré te moleste pero no dejaré de hacerlo porque es lo que siento: arrepentirme no me lleva a ninguna parte porque tal vez si las cosas hubieran sido diferentes, tal vez tú y yo no estaríamos aquí sentados ahora.
Apreté mis labios sintiendo como escocían sus últimas palabras. Sin embargo, reconocí que tenía razón. Arrepentirse no cambia el pasado, tampoco cambia el hecho de que si las cosas se hubieran dado diferentes, tal vez yo no estaría con Sam en la actualidad.
<<Muchos factores influyeron en mis decisiones, no lo niego, pero tampoco seré cínica delegando en los demás decisiones que fueron mías. Decisiones que por mucho que fueran bajo influencia de más de uno, terminaran siendo tomadas por mí. Realmente lo siento mucho, Nathaniel. Espero que algún día puedas encontrar el perdón para mí.
Aquellas últimas palabras me hicieron suspirar y tomar su mano con suavidad. Ella se sorprendió tanto como yo por mi iniciativa, aún así no me detuve, y ella tampoco dejó que lo hiciera.
—Conociendo tu historia y viendo que realmente estás siendo tú quien me pide ese perdón, te confieso que has sido perdonada desde hace mucho, Anna. Sólo esperaba el día que realmente fueras honesta con tus disculpas para confesártelo.
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El Secreto de Nath
Teen FictionSamay Anderson, una chica de 15 años tiene un crush, el típico chico de apariencia atractiva y atrayente, pero al contrario de lo que muchos piensan una excelente persona. Nathaniel (Nath) Hilton, capitán del equipo de fútbol de su instituto y el c...