Capítulo 31:

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¿Alguna vez se han visto en la situación de presenciar una fuerte pelea a grito de sus padres? ¿Sí? ¿No? Bueno, esta vez es la primera que yo presencio una y... déjenme decirles algo, no quiero volver a vivirlo nunca más en mi vida.

Con mis manos temblorosas abro la puerta del despacho de papá y ambos se quedan en un mortal silencio, sorprendidos y agitados porque antes de que apareciera, estaban gritando como dos locos.

—¿Qué está pasando? —es lo primero que pregunto en un susurro inquieto.

Papá pasa desesperadamente sus manos por el cabello y veo que mamá quiere darme lo que es el intento de una sonrisa calmada, pero no me la creo.

—Cariño. Recoge tus cosas. En cuanto termines nos veremos en la sala para partir al aeropuerto, ¿De acuerdo?

Veo que va a pasar por mi lado pero mi respuesta la detiene. —No.

Ella se paraliza. Voltea con lentitud para verme y el intento de sonrisa que antes quiso darme desaparece por completo dejando llegar una expresión bastante estupefacta.

—¿Cómo has dicho? —susurra sorprendida. Yo no titubeo al hablar.

—No quiero irme contigo.

—No es cuestión de que quieras o no, sino de que lo harás.

—No, no lo haré.

—Aquí las órdenes no las das tú, Samay.

—Ni tú tampoco, hace cuatro años que perdiste ese poder.

Ella me ve sorprendida por mi actitud y aunque estoy nerviosa por hablarle así a mi madre no me detengo, menos aún de ver cuán afligido se encuentra mi padre.

Me volteo hacia ella intentando sonar calmada. No sé si lo consiga del todo pero me esfuerzo en que así sea.

—Desapareces por tremendísimo tiempo asegurándonos que vas a regresar cuando aún no lo hacías, te apareces de la nada con toda esa actitud dominante y controladora y encima, ¿Crees que puedes romper con todo lo que hemos construido por tanto tiempo?

<<No iré contigo a Nueva York porque tengo una vida aquí. Esa carrera perfectamente la puedo estudiar cuando me gradúe de la preparatoria y no creo que sea necesario ir tan lejos a estudiarla. No pienso dejar solo a mi padre, quien se ha sacrificado tanto porque sea esta persona que soy y que no precisamente ha sido gracias a tí, sigo estudiando y esforzándome para mantener mis notas altas y si no entrego trabajos es por autorización de la propia directora en el colegio.

<<Me gusta competir como animadora, es algo que desde que lo hago me hace sentir muy diferente, llena de vida y de adrenalina, no te imaginas lo emocionante que es cada que tenemos una competición, lo divertido que es todo, lo maravilloso que se siente cuando recibo la medalla del primer lugar en cada competición, porque sí, mamá, desde que comencé a bailar como porrista mi equipo ha ganado cada competencia y por eso tienen tanta consideración con nosotros en el colegio, no es por descarriarme como has querido verlo anoche.

<<La maravillosa mujer a quien trataste mal anoche es quien muchas veces ha hecho lo que tú desde hace muchísimo tiempo no haces: ser una madre, así que no tienes ningún derecho de venir aquí, pedir mi baja en el colegio y mucho menos, matricularme en ningún lado sin antes, mínimo haberlo hablado con papá, quien es mi tutor en estos momentos.

—Yo también lo soy, soy tu madre.

—El hecho de que llevemos la misma sangre y apellido no te hace tener los mismos derechos. Es muy fácil decir que eres mi madre luego de estar ausente por tanto tiempo. Y las responsabilidades que lleva criar un hijo, ¿Qué? ¿Cuándo y cómo las cumpliste? ¿Con una llamada semanal? Que por cierto, dejaste de hacerlas hace mucho.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora