Capítulo 40 (final):

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Nathaniel

—Por milésima vez, necesito verla.

—Por milésima vez te respondo que no estás en condiciones de salir de aquí.

—Joder, mamá...

—¿Joder qué? —espeta molesta acercándose y yo aprieto la mandíbula claramente molesto—. ¿Tienes algo que reclamarme? Porque te aseguro que yo sí tengo mucho que señalarte y no lo he hecho sólo porque la enfermera me advirtió que no puedes estar bajo estrés.

—Lo siento —murmuro avergonzado porque tiene razón. Debimos ir con un adulto antes de pensar en ir a ninguna parte.

Pero definitivamente no dejaría sola a Sam, y sabía perfectamente que ella no iría con su padre.

Mi madre suspira y se acerca. Su mano acaricia con suavidad mi cabello que está hecho un desastre desde que llegué, aunque peinarlo realmente ha sido el último de mis problemas.

—No lograrás nada yendo a verla, su estado no cambiará.

—Dicen que cuando alguien importante está cerca...

—Eso sólo sucede en las películas y los libros, Nath. Además, en caso de que sí sucediera en la vida real, su padre está con ella.

—Su padre debe trabajar —alego.

—Su padre está de licencia. El proceso judicial de Marlon está en pausa hasta que Juan pueda retomarlo. Quiere ser él quien se encargue de todo.

Suelto un suspiro que me deja un dolor insoportable en las costillas, aunque lo disimulo para no alertar a mi madre.

—Esto es tan injusto, mamá...

—Lo sé, cariño. Lo sé bien —me abraza y yo entierro mi rostro en su abdomen, aspirando ese perfume que tanto me tranquiliza.

Estos días han sido un total desastre. Luego de que Marlon le disparara a Samay, nadie se esperó que la bala atravesara su cuerpo y terminara en el de Lorena. Pero aún menos se esperaron que mientras Sam resistiera a duras penas el camino al hospital, Lorena apenas resistió cinco minutos más de vida en aquella enorme terraza.

Así que no sólo perdimos a Junior —me enteré días después, cuando estuve más estable y capacitado mentalmente para procesar los resultados de lo ocurrido—, también perdimos a Lorena, y sin embargo, Marlon sigue con vida. Tal vez cojo y preso, pero con vida.

Lo único que me consuela es que Juan me aseguró que Marlon no sólo se pudriría en la cárcel, sino que acabarían con él ahí dentro.

Lo sé, puede que no sean buenos deseos que acaben con alguien, pero luego de todo lo que ha hecho, es lo mínimo que se merece.

Algo que también me sorprendió fue que la extraña actitud de Natalia el día que nos reunimos antes de que Sam y yo fuéramos al encuentro se debía a que nuestro padre se había comunicado con ella y le había dejado un mensaje. Un mensaje donde básicamente le decía cuán decepcionado estaba de su decisión —haberle abandonado por irse con mamá— y que se arrepentiría por el resto de su vida. Me enteré de lo sucedido luego de haber confesado que papá estaba inmiscuido en lo ocurrido, que es tan cómplice como Marlon.

—Será mejor que descanses —mamá acomoda el edredón que tengo enredado entre mis piernas. Suspiro recostándome con su ayuda. Dudo que pueda descansar sabiendo que Samay está en coma y no puedo verla hasta quién sabe cuándo.


***


Una sombra me hace despertar asustado y alguien ahoga un grito a mi lado.

El Secreto de NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora