20. ━━━ si supieran

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─¿Qué Carlisle tiene qué? ─exclamó Phoebe con indignación; enseguida, su boca fue cubierta por las manos de Freya

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─¿Qué Carlisle tiene qué? ─exclamó Phoebe con indignación; enseguida, su boca fue cubierta por las manos de Freya. Unas cuantas semanas habían pasado desde su transformación y finalmente podía re insertarse a la sociedad sin querer arrancarles el cuello de un mordisco. Por su parte, las tres amigas se habían quedado después de las clases a esperas de que el vampirico novio de Freya las pasara a ver y las dejara a cada una por su casa. Esto no era algo de todos los días, pero Carlisle se había ofrecido porque aún tenía que vigilar su proceso neófita a vampiro controlado y ella no había podido negarse.

Ella había aprovechado para contarle todo aquello de los niños. Por supuesto, no les había contado todo lo paranormal que se encontraba en juego. Simplemente, un antiguo amor de Carlisle tenía una enfermedad terminal y por eso había dejado a sus hijos a cargo del rubio.

No se sentía correcto mentirle a sus amigas, pero no podía contar un secreto que podría poner en peligro a su familia. Era la elección que debía hacer aunque costara, no sólo para protegerlos a ellos si no para protegerlas a ellas también.

─¿No quieres un micrófono para decirlo más alto? ─se quejó Freya. Phoebe lamió la palma de su mano, haciendo que finalmente la destapara.

─Perdón. Pero de verdad no entiendo por qué vas a aceptarle los hijos a C.

─Phoebe, no son hijos de C ─respondió Annie, quien se había quedado sentada simplemente escuchando y siendo igual de adorable que siempre─. Técnicamente y si ellos los adoptan, serían los hijos de Freya y C. Creo que está bien, es mejor eso a dejarlos en un orfanato a merced de la vida.

Freya asintió y Phoebe suspiró, pareciendo entender.

─No puedo creer que tú vayas a ser la primera mamá. Pensé que sería Annie ─la mencionada le dió un manotazo que la hizo reír y quejarse al mismo tiempo.

─Que se te haga la lengua chicharrón, rubia.

Mientras esas dos se peleaban en juego, un mensaje sonó en el teléfono celular de Freya. Cuando lo sacó, sonrió al ver que su doctor favorito ─después de su padre─ había llegado al lugar.

─Vamonos ya ─las avisó, levantándose. Agarró el bolso de gimnasio que siempre llevaba a las clases de bailar y salió. Pudo ver el auto de Carlisle a lo lejos y agitó la mano en su dirección para saludarlo, sin embargo, se vió detenida por la voz que clamó su nombre y que no pertenecía a ninguna de sus dos amigas.

─Frey ─Mark le habló, haciéndola levantar la ceja. Sólo contadas personas tenían el placer de llamarla así, y aunque el muchacho era mínimamente agradable, tampoco tenía el permiso─. Freya. Sé la respuesta que me diste la vez pasada y de verdad no quiero ser molesto, pero mi padre siempre me dijo que el que persevera alcanza. ¿Estás libre hoy? Bonitas lentillas, por cierto.

Una sonrisa incómoda se formó en el rostro de la neófita. Había tenido que decirle a todo el mundo que le había preguntado que estaba llevando lentillas para probar un nuevo estilo. Si supieran.

─Realmente no quiero ser grosera, Mark, así que no me obligues a serlo. No estoy interesada en salir.

El muchacho, que parecía un cachorro abandonado, no desistió.

─Una oportunidad. Prometo que puedo ser lo suficientemente entretenido y que no te arrepentirás.

Se estaba empezando a enojar.

─Mark, por el amor a...

─¿Freya? ─la voz de Carlisle los bañó. Cuando giró, se lo encontró caminando hasta colocarse a su lado. La saludó con una sonrisa, y luego enfocó su mirada cordial pero intimidante en Mark.

─Mark, te presento a mi novio. ¿Es eso suficiente para que me dejes en paz?

─Es que no te creo. El es...

Y se vió silenciado porque frente a él, Carlisle se había inclinado hasta capturar los labios de Freya en un beso. Un beso de esos que sólo compartían en privado porque era demasiado íntimo, pero que en ese momento no les importó compartir frente a cualquiera. Carlisle debía admitir que aquel lado cavernicola de sí mismo no lo tenía muy orgulloso, sin embargo, a Freya parecía encantarle.

Cuando se separaron, Mark iba entrando al estudio de nuevo y sus amigas iban saliendo.

─¿Nos vamos? ─murmuró, deslizando su mano por la espalda de Freya.

─Vamonos antes de que decida irme corriendo contigo a cuestas.

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La espalda de Freya impactó contra la pared y ella jugó que pudo sentir la estructura de la casa de los Cullen temblar. Un jadeo se escapó de su boca, pero no quiso perder ni un segundo y simplemente siguió con la tarea que la tenía concentrada en ese momento; besar a Carlisle.

No era un secreto para nadie que las "hormonas" de un recién transformado en vampiro eran una locura, sin embargo ella se las había arreglado para contenerse en lo que se arreglaba el asunto de los hombres lobo, los niños y su habilidad de controlarse para no beber sangre humana. Ahora que no existía ningún peligro inminente, ella estaba ardiendo.

Enredó las manos en la camisa de Carlisle con tanta avidez que terminó rasgandola, y aunque sabía que debían detenerse porque no eran los únicos en la casa, era bastante difícil ir en contra de sus instintos más carnales.

─Freya... ─Carlisle fue el primero en separarse, causando en Freya una queja en voz alta. El rubio sonrió, acariciando sus labios con su dedo pulgar sin esperarse que Freya lo capturara con su boca y lo mirara directamente a los ojos, burlandose. Se mordió el labio y suspiró, su mente volando hacia las cosas que ella podría hacer con sus labios─. Basta. Nos iremos de vacaciones tu y yo solos. Ya no puedo seguir así.

Feliz con la promesa de un tiempo a solas, ella volvió a tomarlo del cuello y tirar de él hasta que sus labios estuvieron a su alcance, besándolo otra vez.

ojo a lo que se viene, puercas cochinas pecadoras

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ojo a lo que se viene, puercas cochinas pecadoras.

𝗴𝘂𝘆𝘀 𝗺𝘆 𝗮𝗴𝗲,     𝖼 . 𝖼𝗎𝗅𝗅𝖾𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora