03. ━━━ doctor cullen

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      Freya dejó caer la cabeza sobre la mesa, sintiendo que si volvía a escuchar un grito o a alguien que hablara demasiado alto, su cerebro iba a jubilarse

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      Freya dejó caer la cabeza sobre la mesa, sintiendo que si volvía a escuchar un grito o a alguien que hablara demasiado alto, su cerebro iba a jubilarse. La hora de clases había finalizado por fin y los alumnos se retiraban con rapidez del salón.

      Le ardían la garganta, los ojos y la nariz, además de que le dolía la cabeza como si le hubiera pasado un camión por encima. Aquello era una clara indicación de que se iba a enfermar tarde o temprano.

      Salió del salón e busca del próximo. Aún faltaba una hora más de clases hasta el almuerzo, así que se resignó y se sentó, lista para recibir una materia llena de números a la que no podría prestar atención porque sentía que su cuerpo y cerebro estaban completamente agotados.

      A su lado se sentó Annie, llenando el aire con el aroma de su loción corporal que olía a canela. Sería agradable, de no ser porque ese día Freya solo quería dormir para siempre.

      De verdad, ¿Por qué no se había quedado en casa?

      ─No te ves bien ─murmuró la chica de rostro redondo y grandes ojos. Freya se giró a ver a su aparentemente nueva amiga.

      ─No me siento bien. Creo que me voy a resfriar.

      ─¿Tu padre no es un doctor? ─levantó ambas cejas. Ese día Annie llevaba el cabello en una coleta y se veía mucho más tierna que de costumbre.

      ─Sí, pero no quise decirle nada para no preocuparle más. Además, tenía que venir a presentar una tarea importante.

      ─Ya veo. Bueno, quizás deberías ir a la enfermería.

      ─No está la enfermera. Maternidad o algo así decía el papel que había en la puerta.

      ─Eso es negligencia. Debería haber una enfermera ─la chica frunció el ceño, arrugando los labios─. Tendré que hablar con mi pap... El director.

      Esta vez fue Freya la que levantó las cejas tan fuerte que hasta le dolió la cabeza.

      ─Mi padre es el director. Pero no se lo digas a nadie ─la castaña suspiró─. Disfruto mi anonimato.

𝗴𝘂𝘆𝘀 𝗺𝘆 𝗮𝗴𝗲,     𝖼 . 𝖼𝗎𝗅𝗅𝖾𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora