17. ━━━ béisbol

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Frey se removió en la cama con parsimonia y se estiró para abrazar mejor la almohada con todo su cuerpo, colocando una pierna sobre la superficie fresca a la que se abrazaba

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Frey se removió en la cama con parsimonia y se estiró para abrazar mejor la almohada con todo su cuerpo, colocando una pierna sobre la superficie fresca a la que se abrazaba. Sintió como su dichosa almohada se movió con una pequeña carcajada y aunque al principio no le prestó mayor importancia, pronto se dió cuenta de que algo no cuadraba, porque lógicamente, las almohadas no se reían.

Entreabrió los ojos, dándose cuenta de que no era una almohada lo que abrazaba con tanto ímpetu, si no el cuerpo fornido de Carlisle Cullen. Intentó apartarse, pero la mano del hombre la sostuvo por la cintura y la regresó a donde había estado segundos antes; abrazada a él como un pequeño koala.

Freya se había quedado a dormir la noche anterior y a diferencia de las veces anteriores, en las que dormía en una habitación de invitados, había dormido en la habitación de Carlisle, junto a él, en su cama. Cama que por cierto, no había estado las veces anteriores que había visitado la estancia.

─¿Compraste una cama? ─preguntó Freya, aclarandose la garganta segundos después, porque su voz parecía una puerta con visagras mal ajustadas.

─Sí, lo hice ─no explicó que lo había hecho porque le gustaba la idea de Freya durmiendo en su habitación, en su cama, rodeada de él, pero no hizo falta, porque Freya sonrió ampliamente─. Buenos días, por cierto.

El rubio intentó besarla, pues sólo tendría que inclinar la cabeza para ello, pero Freya se apartó en el ultimo segundo.

─Aliento mañanero ─murmuró, levantándose con rapidez y agilidad─. Creo que iré a casa a bañarme y eso.

─Hay un cepillo de dientes sin abrir en uno de los armarios del baño ─señaló Carlisle hacia la puerta en la habitación de la que Freya no se había dado cuenta la noche anterior.

La pelinegra sonrió, entrando al baño y haciendo sus necesidades biológicas básicas. Lavó sus dientes y su rostro, ya se bañaría cuando llegara a su casa en donde tenía su ropa.

─Voy a entrar ─escuchó la voz de Alice en la puerta de la habitación y salió, viéndola entrar tapándose los ojos con una mano. No pudo evitar reírse, porque era lógico que si ellos hubieran estado haciendo algo, ella los habría oído.

𝗴𝘂𝘆𝘀 𝗺𝘆 𝗮𝗴𝗲,     𝖼 . 𝖼𝗎𝗅𝗅𝖾𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora