𝐠𝐮𝐲𝐬 𝐦𝐲 𝐚𝐠𝐞 ❛ don't know how to treat me ❜
en donde a freya ya no le interesa
salir con idiotas de su edad y en el
instante en el que llega a forks, su
mirada está puesta en carlisle, el
sexy doctor que trabaja con su padre
y además, es...
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Las horas fueron pasando y Freya se encargó de mostrarse locamente encantada por Hernest. Lo trabajó con sutileza, despacio, encargándose de despejar cualquier duda de su honestidad que él hubiera tenido, convenciendolo de que no podía esperar para tener una vida eterna junto a él.
Por un afortunado golpe de suerte, él no había insistido en trasformarla ya. Le había dicho que le gustaba escuchar su corazón latiendo.
Ella había disimulado su estremecimiento de miedo con una risa coqueta. Realmente podría ser una actriz increíble algún día, si es que lograba salir de ahí con vida.
Suspiró, acomodándose en su lugar, sola después de que Hernest se hubiera ido. Le dolía la espalda, tenía las piernas dormidas y su cabeza estaba a punto de reventar, pero estaba convencida a no dejar que el dolor y el cansancio la vencieran por nada del mundo.
La puerta fue abierta nuevamente y "Carlisle" apareció en ella por quinta o sexta vez en el día. Parecía preocupado, asustado, incluso hasta enojado, pero no era la primera vez que Hernest le jugaba esa broma. Todas las veces que lo había hecho, ella se había obligado a sí misma a reírse como si aquello no estuviera destrozando sus esperanzas.
─Freya, lo siento tanto ─murmuró, acercándose. Cuando estaba a un par de pasos de Freya, la puerta fue pateada hasta que se estrelló contra la pared. Otro. Maldito. Carlisle.
Freya quiso gritar.
─Freya ─habló el que recién había aparecido. También parecía preocupado, consternado.
Si hubiera sido otra situación, ella se habría reído de lo cómico que era aquello. Jodida mierda.
La chica miró de un lado a otro lado. De un Carlisle a otro Carlisle, sin realmente saber quien era quien. Tenían la misma ropa y físicamente se veían totalmente iguales.
Un Carlisle quería rescatarla, y el otro simplemente se estaba burlando de ella, intentando jugar con su mente.
Afortunadamente, ella había previsto aquello con anterioridad.
