04. ━━━ no estarás invitado

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      La pelinegra suspiró mientras pasaba sobre su cabeza su suéter color gris

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      La pelinegra suspiró mientras pasaba sobre su cabeza su suéter color gris. Habían pasado dos días desde que había colapsado en media cafetería y dejando de lado la vergüenza, ya se encontraba mucho mejor.

      Aunque realmente no había mucha vergüenza. A la gente no le importaba lo que a una chica cualquiera le pasara y a ella no le importaba lo que la gente podía decir.

      Tomó la bolsa de papel marrón que contenía un trozo de pastel que Gen le había dado, como especie de celebración de que la semana se había acabado. El día sábado le avisarían si había quedado o no para el trabajo, pero Freya estaba casi segura de que ya era suyo.

      Salió del baño, encontrándose con Gen hablando por teléfono con alguien. Parecía bastante contrariada y hasta enfadada, así que Freya simplemente se despidió con la mano y salió del café por la puerta trasera, pues ya se había despedido de Weston.

      Sacó su celular y rápidamente le marcó a su padre.

      ─¿Estás en casa? ─preguntó mientras caminaba en dirección a su automóvil. Entró rápidamente y se recostó contra el asiento de conductor, dejando todas sus cosas junto a ella en el copiloto.

      ─No, sigo trabajando. Saldré más tarde hoy ─murmuró su padre al otro lado de la línea.

      ─Oh, ya veo. ¿Tienes algo de tiempo libre? No quiero ir a casa, pero tengo postre y puedo pasar a comprar algo de comida ─preguntó, colocándose el cinturón de seguridad─. Puedo visitarte.

      ─Está bien, cariño. Aquí te espero ─acordó su padre. Freya sonrió y se despidió, colgando y empezando a manejar en dirección al restaurante más cercano.

      El café y el hospital estaban bastante cerca, así que no le tomó demasiado tiempo llegar a su verdadero destino después de comprar algo para comer. Se colocó una bufanda porque ya estaba empezando a enfriar debido a la hora, tomó todo lo que había llevado para comer y se bajó.

      Saludó al guardia de seguridad y entró, acercándose a la recepcionista. No sabía en dónde se encontraba el consultorio su padre, así que tuvo que preguntar.

𝗴𝘂𝘆𝘀 𝗺𝘆 𝗮𝗴𝗲,     𝖼 . 𝖼𝗎𝗅𝗅𝖾𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora