𝐠𝐮𝐲𝐬 𝐦𝐲 𝐚𝐠𝐞 ❛ don't know how to treat me ❜
en donde a freya ya no le interesa
salir con idiotas de su edad y en el
instante en el que llega a forks, su
mirada está puesta en carlisle, el
sexy doctor que trabaja con su padre
y además, es...
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Freya se despertó ese dia sintiendose
como una princesa. Una princesa que debía ir a la escuela a convivir con personas que quizás no le agradarían, pero una princesa al fin y al cabo. Había descansado muy bien, quizás porque sabía que ya no estaba en California si no en casa con su padre.
─Buenos días ─escuchó el grito desde el exterior de la casa. Frunciendo el ceño, se desarropó y se bajó de la cama, agradeciendo tener una alfombra que protegiera sus pies del frío que seguramente había en el piso.
Corrió la cortina de su habitación y sonrió al ver a su padre abajo en el patio, agitando sus manos como si tuviera cinco años. Detrás de él, había un automóvil color rojo granate que lucía bastante nuevo.
La muchacha, después del shock inicial, entró a buscar un abrigo y zapatos y una vez los tuvo, bajó las escaleras y salió de la casa. Su padre se había recostado sobre el capó del auto y tenía el celular en las manos.
Cuando la vio salir, guardó su móvil y se apartó para que Freya pudiera observar el auto en toda su gloria. La pelinegra estaba boquiabierta, no podía creer que su padre hubiese comprado un auto simplemente para ella.
─¡Sorpresa!
─Dime que no lo compraste nuevo y no mientas ─murmuró la chica. El carro era precioso pero no quería ni pensar en el dineral que debería haberle costado.
─No puedo hacer ambas ─exclamó con una sonrisa, sacando las llaves de su bolsillo y dejándolas en las manos de la muchacha.
Freya levantó las cejas, abriendo los ojos como platos mientras observaba las llaves como si fueran un espejismo. Se giró a ver a su padre, quien sonrió intentando tranquilizarla.
─Tranquila, Frey, no fue tan costoso como imaginas ─negó con la cabeza─. Necesitas un buen automóvil si vives en Forks, porque siempre está lloviendo. Al principio pensaba prestarte el mío pero estará todo el tiempo en el hospital.
Freya chilló, sonrió y lo abrazó, repitiendo la palabra "Gracias" al menos una docena de veces hasta que su padre rió, palmeando suavemente su espalda.
