Freya pensó que iba a poder seguir adelante con su vida y esperar por Carlisle como si nada. Realmente creyó que podría, y lo intentó, pero apenas seis días después de la partida de aquella peculiar familia, se encontró con que era horriblemente difícil levantarse de la cama. Era como si algo le faltara.
Sabía que no habían roto su noviazgo, no tenía razón para sentirse tan deprimida. Suponía un esfuerzo abismal hacer cosas tan sencillas como desayunar porque se le revolvía el estómago, o manejar porque estaba tan somnolienta que tenía miedo de chocar. Estaba tan demacrada que cuando Genevieve la vió llegar a la cafetería para trabajar, inmediatamente le dió un plato de galletas y un chocolate caliente y la llevó al cuartito de sólo personal autorizado para que se sentara.
La pobre muchacha parecía muerta en vida y no entendía por qué. Era algo de cierta forma antinatural, porque le extrañaba con cada fibra de su cuerpo. Se había acostumbrado a su toque, a sus abrazos y sus labios. Y ni siquiera habían empezado su relación hacia mucho tiempo. Freya suponía que todas aquellas sensaciones abrumadoras se debían a que eran almas gemelas o algo así. Era la única explicación lógica que le veía a aquel sentir tan extremo.
Apestaba.
Suspiró largo y tendido, masticando sus galletas de chispas de chocolate y bebiendo de su chocolatada. Se sentía como una niña pequeña siendo cuidada por su madre, pero no le importaba. Agradecía que su padre y Genevieve la cuidaran, porque en ese momento era difícil incluso cuidarse ella misma.
Aunque no es que su padre estuviera en mejores condiciones que ella.
─¿Qué te pasó? ─preguntó Gen, acariciando su cabello. Freya hizo un puchero y segundos después, se largó a llorar, intentando no hacer mucho ruido.
Negó con la cabeza ante la mirada inquisitiva de su rubia compañera de trabajo. No quería hablar del tema. Ni siquiera tenía ganas de pensar en ese algo que le faltaba porque todo empeoraba.
Lo único que la detenía de quedarse en cama todo el día era el hecho de que tenía responsabilidades que cumplir. De no ser así, probablemente estaría en casa quedándose sin líquidos en el cuerpo debido a los constantes llantos espontáneos que le atacaban.
─Está bien. No tienes que decirme si no quieres ─la tranquilizó la rubia, suspirando.
Un cuerpo esbelto y una cabellera igualmente rubia que la de Gen apareció de la nada por la puerta de personal de servicio. Freya levantó la mirada al reconocer aquellas botas, sólo para ver a Phoebe observarla con las cejas levantadas.
─Venía a ver a mi hermana, pero no esperaba encontrarme un cadáver en proceso de descomposición ─la pelinegra puchereó ante el claro insulto y Phoebe suspiró, sentándose junto a ella y abrazándola─. ¿Quieres que salgamos a algún lado? Puedo llamar a Annie también.
Freya recostó su cabeza en el hombro de su amiga y negó. Genevieve fue quien se encargó de tomar la comida de las manos de la pelinegra y dejarla a salvo en la mesita que había ahí en la sala.
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𝗴𝘂𝘆𝘀 𝗺𝘆 𝗮𝗴𝗲, 𝖼 . 𝖼𝗎𝗅𝗅𝖾𝗇
Hayran Kurgu𝐠𝐮𝐲𝐬 𝐦𝐲 𝐚𝐠𝐞 ❛ don't know how to treat me ❜ en donde a freya ya no le interesa salir con idiotas de su edad y en el instante en el que llega a forks, su mirada está puesta en carlisle, el sexy doctor que trabaja con su padre y además, es...