"Declaran desaparecida a Bianca Walker, hija del empresario Richard Walker desde ayer por la noche después de no encontrarla en su residencia de Las Vegas. La policía aún está buscando testigos, pero las únicas personas que habían viajado con ella también están desaparecidas..."
El somnífero había hecho efecto en ella desde que habían partido de Las Vegas. No
específicamente en un avión de primera clase, sino más bien en una agencia de la que ella jamás había oído hablar. Con amenazas, algunos gritos y llantos, Abraham había logrado que Bianca no hablara en todo el viaje. Qué carácter tenía esa mujer. Discutía tanto con él como podía. Cada vez que tenía la oportunidad, ¿acaso no sentía ni un poco de miedo con él? , era diferente... muy diferente a cualquier otra.Abraham la tomó del brazo, después de ocho horas de viaje, era la primera vez que la tocaba. La sostuvo fuertemente, Bianca solo cedió. Él metió las llaves del departamento en la cerradura y procedió a abrirlo. Hizo entrar a Bianca.
- ¿Te gusta? - le preguntó él, refiriéndose al departamento.
- No. - le respondió ella. Seca. Y con un hilo de voz. De inmediato se adentró más al pequeño cuarto que Abraham había conseguido para los dos.
- ¿Pensabas que iba a comprarme una suite solo para tenerte a ti? - la vio entrar. Delicadamente posó sus ojos en las caderas de ella, sin que Bianca lo notara del todo. Relamió los labios ahora al observar su delicioso trasero, y sí...tal vez pensar un poco...todo lo que haría con él. Cerró la puerta del departamento, solo él sabía cómo asegurarla por si Bianca quisiera escapar. Dos candados. Tres y después se hicieron cuatro. Una barra de seguridad. Y otra amenaza. - creo que no tengo que volver a repetirte lo que te pasaría si intentas salir ¿no?
Bianca ni siquiera le respondió. Su cuerpo empezaba a debilitarse. Ahora más que nunca deseaba dormir. El maldito somnífero de Abraham, que él había utilizado en su pañuelo, le había hecho efecto... o tal vez solo deseaba llorar un poco en algún lugar lejano, sin que él pudiera verla.
- Necesito dormir...- le confesó ella. Abraham la miró de reojo. No es que realmente le importara lo que ella necesitaba, su misión era solo tenerla y exprimir todo el dinero que pudiera conseguir de ella, pero de alguna u otra manera... quiso atenderla.
- No hay lugar. - le dijo él. Por primera vez se atrevía a mirarla a los ojos. Bianca también lo hizo. - esto no es un hotel nena.
- No necesito una cama, solo necesito dormir. - le dijo ella, ahora con la voz debilitada. ¿Qué mierda le pasaba? De pronto se sentía peor que nunca. Descompuesta. Lo último que le faltaba en ese momento era enfermarse.
Abraham escuchó sus últimas palabras. Se adentró a la única habitación que había en ese pequeño departamento y entrecerró la puerta para que Bianca no pudiera observar lo que hacía ahí dentro. Sacó un par de sábanas y una manta gruesa para luego tenderlas en el piso.
- Duerme aquí. - le dijo él. Frío. Como siempre. Bianca lo escuchó y fue hasta la habitación en donde Abraham estaba.
- Gracias... - susurró ella, sorprendida. No se esperaba ese gesto de él. Levantó la mirada, que guapo era... de verdad... le gustaba mucho mirar sus ojos. Aunque pareciera una tontería.
Él asintió.
- Bianca... - murmuró él. Y a ella le dio un pequeño escalofrió al escuchar su nombre entre sus labios. Tanto que llegó a erizarle la piel. - no causes problemas ¿vale? No quiero tenerlos contigo. - le dijo, antes de cerrar la puerta de la habitación. Con todo esto no había llegado a preguntarle su nombre, ¿Cómo es que se llamaba? Aún no lo sabía. Pero después de todo no había resultado tan mal... observó lo que había hecho por ella para que pudiera dormir y le dieron ganas de llamarlo... preguntarle su nombre... se rió de ella misma al escuchar sus propias fantasías.
¿Qué dirían sus amigas de algo como eso? , volvió a reírse. Ahora se concentró en su ropa. No se la cambiaba desde ayer. Como odiaba aquello. Volteó a mirar la puerta de la habitación, completamente cerrada... no perdería nada si se cambiaba ahí mismo. Así que se quitó la ropa que traía desde ayer y se adentró en el pequeñísimo baño que había dentro de la habitación, colocándola sobre el lavadero. Su bonito encaje quedó al descubierto, junto con esas bonitas braguitas de seda que le remarcaban muy bien las deseables caderas y pompas. Se quitó los tacones, deseosa por descansar por fin... salió del baño, después de a ver lavado como pudo su ropa y dejándola secar y al cabo de eso... se acostó sobre las sábanas que habían en el suelo.Pero que buena estaba...muy buena, buenísima. Con todo en su lugar. Y si empezaba por las piernas, pararía en un lugar prohibido que su lengua moría por probar. ¿Qué pasaría si se la comía ahora? Abraham intentó aguantarse las ganas. Miraba todo desde la puerta. ¿Es que acaso era un estúpido plan para empalmarlo como nunca en su vida? Relamió los labios, ahora mirándole los senos, redondos y jugosos...deseó tanto lamerlos ahora mismo, hasta hacerla gritar tan fuerte como podía, era su única petición. Hacérselo. Tanto. Duro. Durísimo. Meter su miembro entre esas piernas deliciosas. Hacerla gozar hasta escucharle pedir más y más. "Cierra la puta puerta..."se dijo a sí mismo. Dándose cuenta de la enorme erección que ahora adornaba sus pantalones con solo mirarla tendida sobre esas sábanas, con una bonita lencería..."y cuanto amaría sacársela con los dientes ahora..." dijo entre sus pensamientos. Oh mierda...que Diosa. "Entra y fóllala..." le dijo su subconsciente muy dentro de él.
Abraham cerró y abrió los ojos rápidamente, necesitaba irse de ese lugar antes de que pudiera terminar irreconocible con ella. Follándola con todas las fuerzas de su cadera. Cerró la puerta sigilosamente. Vaya, estaba empalmado y con la vista más nublada que nunca, necesitaba follar, follar duro con alguien, ahora mismo. Y no se aguantaría las ganas.
ESTÁS LEYENDO
Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)
FanfictionCuando a Abraham Mateo, uno de los criminales más buscados en todo Estados Unidos, le convocan para el secuestro de cinco chicas millonarias en Las Vegas, no duda ni un segundo en aceptar la oferta. Lo que no pensó... fue enamorarse de una de ellas.