Capítulo XI

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-    Ayúdame a salir de aquí... - Bianca le dio un beso en el torso desnudo, mientras él le acariciaba el cabello. Bajó su mirada. Bianca encontró sus labios, se inclinó para besárselos una vez más.

-    ¿Quieres irte conmigo? - le preguntó Abraham. Bianca hizo círculos con sus dedos en el remarcado pecho de él, mientras la piel de este se erizaba por completo. Asintió. - ¿qué tanto te ha hecho tu padre para que quieras irte conmigo? - dijo bromeando y soltó una risa.

-    Tú no lo conoces.

-    Y no me iré de aquí sin antes conocerlo.

Bianca empalideció de un momento para otro.

-    ¿Qué? - se levantó ligeramente. Abraham no parecía arrepentirse en cuanto a sus palabras, todo lo que acababa de decir era cierto. - estás loco...

-    ¿Por qué? - le preguntó él. Le acomodó un mechón de cabello. Uno que se había quedado atrapado en el espacio entre sus senos. Sus dedos pudieron tocarlo.

-    Tú no sabes de lo que sería capaz. - Bianca atrapó su mano y la hizo refugiarse entre su mentón, su cuello y su pecho.

-    Él no sabe de lo que yo sería capaz.

-    Abraham... - Bianca se puso de pie, y logró encontrar la cazadora de Abraham en el suelo, la colocó sobre sus hombros y buscó sus braguitas entre las sábanas para ponérselas también. Se percató de la mirada de Abraham apuntando su feminidad. Un pequeño palpitar la invadió por dentro, haciéndola estremecer.

Entonces él también se puso de pie y buscó su ropa entre el desorden que los dos habían generado. Y Bianca observó. Observó por varios segundos como es que él se colocaba la ropa por sí mismo, incluyendo el bóxer de licra. Y deseó tanto ser ella quién lo hiciera. Y él no era ningún tonto, por supuesto que no, también lo había notado, y al hacerlo... Bianca se dio media vuelta.

-    ¿Te molesta? - la jaló del brazo. El frágil cuerpo de Bianca quedó unido al suyo en cuanto la volteó fugazmente. Incluso sus labios chocaron ligeramente. - no puedo creer que actúes como si nunca me hubieras visto así. - le dijo completamente fresco. Bianca enrojeció de un momento a otro. - acabamos de...

-    Nunca dejarás de ser tan ordinario. - le dijo incomoda.

-    Y tú nunca dejarás de avergonzarte por todo.

-    Vale, ¿y qué? ¿debo mirarte fijamente cada vez que te cambias? - le preguntó ella. Había pasado un año y a pesar de que acababan de estar juntos de nuevo... ella aún no se sentía completamente cómoda.

-    No, por que sé que te encantaría hacerme el favor.

-    Serás creído...

-    Dime que no. - Bianca se quedó callada. ¿Y quién coño en el mundo los podía entender? Hacían el amor y a los pocos segundos estaban peleando. Vaya... era tan propio de ellos. - ves...

-    Idiota.

-    Cínica.

-    ¿Cínica?

-    ¿Por qué me tratas como si no me conocieras? - le preguntó él. La cogió del brazo fuertemente y acercó su boca a la de ella, buscando poco a poco su aliento. Bianca se quedó sin respiración. ¿Por qué Abraham era tan imbécil y a la vez tan irresistible con ella? ¿por qué?

Entonces Abraham entendió que sí... se habían vuelto a ver, se habían dicho lo que sentían el uno al otro, pero las cosas parecían a ver retrocedido. Quizá ella necesitaba un tiempo más para acostumbrarse a él de nuevo. Un tiempo más para que las cosas esta vez si fueran como antes. Básicamente no era lo mismo y Abraham lo notaba. Necesitaba seducirla de nuevo y así por fin... recuperar su confianza.

La puerta de la habitación de Bianca se escuchó resonar de pronto. Los dos se sobresaltaron.

-    ¿Bianca? - preguntaron tras ella. - ¡la limusina acaba de llegar!

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora