Capítulo XXXV

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-    ¡RESPÓNDEME! - gritó Abraham. - ¿Qué coño le ha pasado a Bianca?

-    Ella está bien.

-    ¡HABLA! - lo empujó. Tony mantuvo la compostura, no perdería los papeles por la reacción de Abraham.

-    Fue mi culpa. - respondió Victoria. Se cubrió el rostro con las manos, para que él no la viera llorar desesperada. Había visto a Bianca, Tony le había contado en que estado la había encontrado. Pero decidió callarse lo que había oído. Dios, Victoria no se lo perdonaría a ella misma nunca. - todo esto es mi culpa Abraham, yo...yo la dejé sola y ella...

-    ¿Le han hecho algo? - se apresuró a pregunta él. - ¿es eso?

-    Ella está bien ahora. - continuó Tony. - eso es lo único que importa.

-    Te he preguntado si le han hecho algo Tony, no me jodas.

De pronto, una puerta se abrió en el pasillo de habitaciones. Era la habitación de Abraham. Bianca se asomó, con el cabello mojado. Había tomado una ducha hace varios minutos, tenía los ojos húmedos... lloraba y eso solo hizo que Abraham se preocupara más. La miró a los ojos, quería que le dijera tan solo mirándolo que todo estaba bien... que ella lo estaba, pero lo que recibió fue todo lo contrario. Caminó hasta su habitación, sin decir nada más, desapareciendo junto a ella.
Traía solamente un camisón antiguo, de esos que Abraham ya no usaba hace muchísimo tiempo. Él cerró la puerta.

-    ¿Qué ha pasado? ¿Por qué nadie quiere decirme nada? - cuestionó él, completamente confundido. Bianca le dio la espalda. Lloraba. Lloraba con fuerza y no quería que él lo notara. Sus lágrimas caían con rapidez y sin que nadie pudiera detenerlas. Simplemente no tenía control. Se sentía sucia. Humillada. No se acordaba de absolutamente nada, después de haber tomado esos tragos, pero Victoria le había explicado algunas cosas. Tragó saliva. No podía hablar. Sus ganas no se lo permitían. Quería cerrar los ojos y que por primera vez las cosas malas fueran solamente una pesadilla.

-    Ven aquí, nena. - la cogió de las manos, volteándola para él. El frágil cuerpo de Bianca fue dirigido por Abraham. - ¿por qué lloras? Qué...¿Qué ha pasado?

Bianca apretó los labios. Sentía que ni siquiera podía mirarlo. No podía controlar sus sentimientos. Quería una explicación de parte de él por la llamada, por lo de aquella mujer que había visto en sus pesadillas. Pero al mismo tiempo necesitaba sentir sus fuertes brazos arropándola. Sentir sus labios besar los suyos, y escucharlo decir tonterías...
Se apretó los ojos. Había llorado mucho desde que conocía a Abraham...

-    Te llamé... durante la fiesta... - comenzó. Su voz era entrecortada. Si perdía fuerzas en ese momento, solo lloraría sin control y no podría contarle más. - y... tú no contestabas... -las lágrimas salían solas. Y cada sentimiento que a ella le dolía, a Abraham parecía dolerle el doble. Era fuerte, pero Bianca era su debilidad. - entonces insistí hasta que... otra persona contestó tu teléfono.

-    Tal vez...

-    Déjame terminar, por favor. - le rogó ella. - me contestó Jennifer, tu amiga o no sé que demonios sea contigo... - Bianca se limpió las lágrimas. - me dijo que estaba contigo, pero que tú estabas durmiendo a su lado...

-    ¿Qué... - él intentó rozar sus dedos sobre sus brazos.

-    Suéltame. - le pidió ella, alejándose de él. - ya...ya no quiero más... Abraham... esto...esto se está volviendo peor cada día...

-    Es que no entiendo nada de lo que dices.

-    ¿Qué no entiendes? - le preguntó ella, completamente indignada. - ¿Qué has estado follando con tu queridísima Jennifer? ¿eso no lo entiendes?

Entonces...él entró en razón. Todo tenía sentido. Como un rompecabezas de diferentes caminos. Jennifer cabreada. Reclamándole. Y él que la había dejado sola. Sola con su móvil. Pero es que jamás se imaginó qué podría llegar a pasar aquello.

Golpeó una de las paredes más cercanas que sus puños pudieron encontrar. Estaba cansado de que las cosas siguieran saliendo mal día tras día. No podía seguir así. Bianca no lo merecía, él no lo merecía. Por primera vez en toda su putísima vida estaba haciendo el mayor esfuerzo para no cometer errores, para ser perfecto para ella... ¿Por qué el mundo le daba la espalda cuando trataba de ser bueno? Lo único que deseaba era ser feliz con Bianca, nada más...¿era tan difícil?

-    Nunca sucedió eso. - le dijo. Se volteó. Odiaba que Bianca lo viera de esa forma. Molesto y apunto de destruir todo a su paso. - nunca, Bianca. He estado en la oficina todo este tiempo, ella llegó... y yo tuve que salir...dejé el móvil sobre el escritorio... - cerró los ojos. - ¡Mierda! CREEME. - le dijo. - por favor. - se volteó, los ojos de Bianca se envolvieron en lágrimas de nuevo. Todo esto era muchísimo para una sola persona. - te juro que jamás te engañaría de esa forma...

-    Basta, Abraham...ya...ya no importa... - bajó la cabeza.

-    Importa. - le recalcó él, y se acercó de a poco a su cuerpo. - me importa, te importa. - le acarició una mejilla, mojando su dedo con las lágrimas de Bianca - mírame. - le levantó el mentón con sus manos. - esto no se va a quedar así ¿vale? Voy a hablar con ella... - le dijo Abraham, Bianca se dejó tocar por él. Lo miró a los ojos. Él la miró también. Cruzando miradas. Sus manos se tocaron. Bianca volvió a desviar la mirada. Debía confiar... "te amo" le dijo él, casi inaudible, tal vez lo había pensado y ese pensamiento se había salido solo de su cabeza, y volando había llegado hasta sus oídos. La tocó. Suavemente posicionó sus manos bajo el culo de ella. ¿Por qué no había confiando en él en ese entonces? ¿Por qué no había confiando en él en ese fiesta? Era Abraham... simplemente debía confiar en él, no había otra persona en el planeta en quién pudiera creer.

-    Suéltame... - volvió a decirle ella, al notar que Abraham había rodeado sus caderas con sus dos fuertes brazos.

-    ¿Por qué?

-    Es que aún tengo algo más que contarte...

-    ¿Y por eso no puedo abrazarte? - la apretó más. Haciendo que el viejo camisón subiera hasta descubrirles las braguitas. Sus piernas quedaron completamente descubiertas. Cargó el cuerpo de Bianca a base de abrazos hasta llegar al borde de la cama. Un beso. Dos. Bianca intentó no llorar, sabía que Abraham perdería los papeles... - oye... ¿es muy malo? - le preguntó él, entre susurros. Susurros que parecían besos, pues sus labios estaban a pocos centímetros. Ella le rodeó el rostro con las manos. Juntando ambas frentes. Abraham logró alcanzarle los labios, moviéndoselos y besándola suavemente antes de que empezara a hablar.

-    Prométeme, por favor prométeme que no harás nada malo después de esto Abraham, solo prométemelo.

Abraham la tumbó delicadamente sobre la cama de ambos. Se acostó encima. Haciendo que ella se sintiera protegida.

-    Cuéntame. - le pidió él. Esta vez estaba más preocupado que antes. Sea lo que sea, no cambiaría la relación que tenía con ella. En realidad nada podía con eso.

-    Abraham yo... - Bianca soltó aire. Él la miró esperando sus palabras. - tomé demasiado... y... lo último que recuerdo fue a verte llamado... - se mordió los labios, aguantándose las ganas de llorar. - perdóname por favor... yo...yo no quería esto, te lo juro... - se tapó el rostro con las dos manos, llenándose de fuerzas. Soltó sus manos, debía decírselo. - Tony me encontró completamente adormecida después de una hora en el baño de hombres de esa maldita discoteca... - Bianca observó a Abraham. Observó como cambiaba de semblante a medida que ella le contaba lo que había sucedido. - habían dos hombres, y yo... yo no me acuerdo de nada de lo que pasó...

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora