Capítulo 7.

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- ¡Tío! - lo saludó Pablo. Abraham lo abrazó de igual manera, sosteniendo las maletas con el otro brazo, la suya y la de Bianca. - pensé que estabas muerto...

- Ya ves que no. - le negó Abraham con una gran sonrisa en los labios. Volver a San Fernando era volver a su casa, a su hogar, a sus amigos. Viejas anécdotas se le venían en la cabeza, buenas... y otras malas. Se adentró a su casa.

- ¡Abraham! - saludó Sean, un saludo en especial que ellos dos manejaban con las manos. - ¡joder hasta que apareces! - traía el torso descubierto y dos grandes tatuajes yacían ahí.

- No es para tanto, hace tiempo que no venía y quise pasar por aquí.

- Vaya... - murmuró Pablo, observando por la ventana.

- ¿Qué? - preguntó Abraham.

- Así que... Mario tenía razón... - le dijo Pablo. Sin perderse nada de lo que estaba mirando. - estás con ella. - Sean le siguió la mirada, de inmediato soltó un silbido. Bianca estaba buenísima.

- Joder... - se quejó Abraham, dejó las maletas en el suelo. Bianca aún estaba en el auto, acomodando algunas cosas que se habían desarreglado durante el viaje en su mochila de mano. - ¿Cuál es tu problema con eso?

- No puede estar aquí... - intervino Sean.

- Esta es mi ciudad, mi casa, nada va a pasarle mientras yo esté con ella.

- Dices eso con tanta facilidad ¿eh? Seguro te ha hecho perder la cabeza. - Sean tomó de su lata de RedBull ya empezada. - no te culpo... está buena.

Abraham endureció la mandíbula. Trató de olvidar el comentario.

- ¿Sabes cual es problema? Que hemos matado a sus amigas...ese es el problema. - le dijo Pablo. Abraham miró por la ventana, ¿Bianca los recordaría? Por supuesto que sí, pedazo de imbécil, no debiste traerla aquí. - el problema es que va a delatarnos cuando lo recuerde.

- Ella sería incapaz.

- Ni siquiera la conoces.

- ¡Tú no la conoces! - les gritó. Sean y Pablo se quedaron en silencio al ver a Bianca entrar por la puerta principal. Abraham endureció los pómulos. Bajó la guardia. Trató de dedicarle la mejor mirada posible, aunque en el fondo estuviera más cabreado que nunca.

- ¿Todo está bien? - le preguntó entre susurros, solo para sus oídos.

- Sí... - le dijo él, casi sin voz. Observó a Pablo y Sean, tratando de hablarles con la mirada. No quería peleas con Bianca ahí. No con ella. - él es Pablo y él es Sean... - les presentó.
- Bianca... - saludó ella, estirando las manos hacia los dos. Un pequeño destello se abrió en su mente. Un recuerdo. Ella atada de manos. Llorando. Cerró los ojos con fuerza para volverlos a abrir. Son ellos... sí, sí... se volteó a mirar a Abraham, con una mirada llena de pánico, miedo... todo a la vez. Él podía entender su mirada por completo, sabía lo que quería decirle.

- Tranquila guapa... - le dijo uno de ellos, el más alto, Sean. - nadie va a hacerte nada.
Ella retrocedió unos pasos, chocando con el torso de Abraham. Sintiéndose aliviada por sentirlo cerca y saber que todo andaría bien mientras él estuviera. Abraham le acarició la cintura, abrazándosela.

- Lo pasado es pasado ¿vale? - le dijo Pablo. - nadie tiene por qué recordar eso...

Y Bianca no quiso decir más. Todo esto le dolía muchísimo. El secuestro. Sus amigas. Sus muertes. El simple hecho de saber que estaba junto a los asesinos de ellas. Que los conocía. Que acababa de darles la mano. No sabía como reaccionar. Ella había pedido todo eso, ir allí...conocer a los amigos de Abraham, su ciudad...saber más de él. Se pondría a llorar. Era débil ante el pasado. Pues aún le dolía, aunque trataba de ocultarlo.

- ¿Dónde está Tony? - preguntó Abraham. Se acercó a coger sus maletas tendidas en el suelo.

- Nadie lo sabe... - contestó Sean.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora