- ¡Tío! - lo saludó Pablo. Abraham lo abrazó de igual manera, sosteniendo las maletas con el otro brazo, la suya y la de Bianca. - pensé que estabas muerto...
- Ya ves que no. - le negó Abraham con una gran sonrisa en los labios. Volver a San Fernando era volver a su casa, a su hogar, a sus amigos. Viejas anécdotas se le venían en la cabeza, buenas... y otras malas. Se adentró a su casa.
- ¡Abraham! - saludó Sean, un saludo en especial que ellos dos manejaban con las manos. - ¡joder hasta que apareces! - traía el torso descubierto y dos grandes tatuajes yacían ahí.
- No es para tanto, hace tiempo que no venía y quise pasar por aquí.
- Vaya... - murmuró Pablo, observando por la ventana.
- ¿Qué? - preguntó Abraham.
- Así que... Mario tenía razón... - le dijo Pablo. Sin perderse nada de lo que estaba mirando. - estás con ella. - Sean le siguió la mirada, de inmediato soltó un silbido. Bianca estaba buenísima.
- Joder... - se quejó Abraham, dejó las maletas en el suelo. Bianca aún estaba en el auto, acomodando algunas cosas que se habían desarreglado durante el viaje en su mochila de mano. - ¿Cuál es tu problema con eso?
- No puede estar aquí... - intervino Sean.
- Esta es mi ciudad, mi casa, nada va a pasarle mientras yo esté con ella.
- Dices eso con tanta facilidad ¿eh? Seguro te ha hecho perder la cabeza. - Sean tomó de su lata de RedBull ya empezada. - no te culpo... está buena.
Abraham endureció la mandíbula. Trató de olvidar el comentario.
- ¿Sabes cual es problema? Que hemos matado a sus amigas...ese es el problema. - le dijo Pablo. Abraham miró por la ventana, ¿Bianca los recordaría? Por supuesto que sí, pedazo de imbécil, no debiste traerla aquí. - el problema es que va a delatarnos cuando lo recuerde.
- Ella sería incapaz.
- Ni siquiera la conoces.
- ¡Tú no la conoces! - les gritó. Sean y Pablo se quedaron en silencio al ver a Bianca entrar por la puerta principal. Abraham endureció los pómulos. Bajó la guardia. Trató de dedicarle la mejor mirada posible, aunque en el fondo estuviera más cabreado que nunca.
- ¿Todo está bien? - le preguntó entre susurros, solo para sus oídos.
- Sí... - le dijo él, casi sin voz. Observó a Pablo y Sean, tratando de hablarles con la mirada. No quería peleas con Bianca ahí. No con ella. - él es Pablo y él es Sean... - les presentó.
- Bianca... - saludó ella, estirando las manos hacia los dos. Un pequeño destello se abrió en su mente. Un recuerdo. Ella atada de manos. Llorando. Cerró los ojos con fuerza para volverlos a abrir. Son ellos... sí, sí... se volteó a mirar a Abraham, con una mirada llena de pánico, miedo... todo a la vez. Él podía entender su mirada por completo, sabía lo que quería decirle.- Tranquila guapa... - le dijo uno de ellos, el más alto, Sean. - nadie va a hacerte nada.
Ella retrocedió unos pasos, chocando con el torso de Abraham. Sintiéndose aliviada por sentirlo cerca y saber que todo andaría bien mientras él estuviera. Abraham le acarició la cintura, abrazándosela.- Lo pasado es pasado ¿vale? - le dijo Pablo. - nadie tiene por qué recordar eso...
Y Bianca no quiso decir más. Todo esto le dolía muchísimo. El secuestro. Sus amigas. Sus muertes. El simple hecho de saber que estaba junto a los asesinos de ellas. Que los conocía. Que acababa de darles la mano. No sabía como reaccionar. Ella había pedido todo eso, ir allí...conocer a los amigos de Abraham, su ciudad...saber más de él. Se pondría a llorar. Era débil ante el pasado. Pues aún le dolía, aunque trataba de ocultarlo.
- ¿Dónde está Tony? - preguntó Abraham. Se acercó a coger sus maletas tendidas en el suelo.
- Nadie lo sabe... - contestó Sean.
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Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)
Hayran KurguCuando a Abraham Mateo, uno de los criminales más buscados en todo Estados Unidos, le convocan para el secuestro de cinco chicas millonarias en Las Vegas, no duda ni un segundo en aceptar la oferta. Lo que no pensó... fue enamorarse de una de ellas.