Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)

Capítulo XXXIII

Y más juegos. Y las luces fosforescentes. Y ella que no dejaba de bailar. Joder ¿Cuántos tragos se había tomado? Que importaba, Victoria estaba a su lado y no dejaría que nada malo le pasara. Y la música. Genial, estupenda, maravillosa. Buen ritmo. Y que buenos hombres...sí, podrían mojar hasta a la más santa. Medio desnudos bailaban sobre los tubos de acero, sobre las tribunas circulares. Cada uno sobre la suya. Una fiesta de chicas con hombres deseables. Que pasada. Pero no, podía jurarse que nadie era mejor que Abraham en aquella despedida de solteras. Y un mesero pasó por su lado, cogió una copa más de Vodka, se la tomó entera. Y la música que sonaba cada vez más fuerte. Basta, deja de tomar como si no supieras que tan mal te pones. Pero en vez de eso, tomó una más. Y otra. ¿Y Victoria? ¿Dónde coño se había metido? De pronto ya no estaba a su lado, en vez de ella había una mujer que le doblaba la edad bailando con un stripper.

-    ¿Victoria? - dijo aclarándose la vista. Se sobó los ojos. Mal momento para que las bebidas se le subieran a la cabeza. La buscó entre la gente. ¿Podrían encender las luces por un momento? De pronto ya no reconocía a nadie. - mierda, mierda, mierda...no, Victoria...no te puedes haber perdido... - dijo para ella misma. Fue en ese momento, donde uno de los apetecibles hombres que se encontraban esa noche, jaló a Bianca del brazo.

Ella se volteó, agitada y confundida. Ni siquiera podía verlo bien. La pegó a su cuerpo.

-    No tienes que pagar por esto, guapa, lo haría gratis... - le susurró, al pegar sus labios a su oído. Alrededor, todas las mujeres que habían asistido a la despedida de solteras hicieron varios ruidos molestos, animándola.

-    Suéltame. - le pidió ella, empujándolo.

-    ¿Por qué? ¿no te gusta?

-    Tengo novio. - se excusó, y logró soltarse de él. Caminó desesperada entre todas las mujeres de la fiesta, buscando a Victoria. ¿Por qué desaparecía justo ahora? Quería irse. Irse cuanto antes. Por atrás, sintió unas manos que la volvían a coger del brazo.

-    ¿Y ese es el problema? - le volvió a repetir el hombre de hace unos minutos. - nadie tiene por que enterarse...

-    Que me sueltes. - le dijo ella, bruscamente.

-    ¿Me dices tu nombre? Yo soy Max...

-    Déjame en paz.

-    Hey, esto no tiene que ser así. - le acarició el mentón suavemente con sus gruesos dedos. Bianca se movió rápidamente. - esto puede quedar entre nosotros, ¿sabes?... - volvió a acercársele. Bianca cerró los ojos, joder, todo esto se le hacía interminable. No tenía las fuerzas suficientes como para quitarse de encima a ese idiota. Así que palpó su celular, que estaba en el bolsillo trasero de su pantalón, lo sacó.

-    ¿Por qué no se lo dices a él? - remarcó el número de Abraham, el primero de su lista de contactos.

-    Como tú quieras. - a Max no pareció darle problema en lo absoluto. Esperó paciente a que Bianca terminara de contactarse con su novio o lo que sea que este fuese. ¿Qué de malo podría pasar? Él tenía un físico increíble, se defendería de todos modos.

"Contesta, vamos..." pero nadie lo hacía. Nadie, hasta el tercer intento.

Jennifer observó la foto de Bianca en la pantalla del celular. Se lo pensó muy bien... tendría la primera oportunidad para hablar con ella.

-    ¿Sí? - contestó.

A Bianca se le erizó la piel al escuchar la misma voz de aquella mujer que había visto en su pesadilla. Esa, que hacía el amor con Abraham. La sangre se le enfrío y un espasmo recorrió su cuerpo. Se aclaró la garganta y fingió sentirse normal ante el asunto.

-¿Abraham está ahí? - le preguntó. Max apareció por detrás, con el cuerpo descubierto. Colocó su mentón sobre el hombro de Bianca, escuchando la llamada completa.

-Vaya, vaya...tu queridísimo novio está con otra en este mismo instante... - susurró Max.

Bianca se colocó el celular en el otro oído.

-No está aquí ahora. - contestó Jennifer . Y agudizó el oído. Había música. Gente gritando. La voz de un hombre muy cerca de Bianca. ¿Esa era la novia espectacular de la que Abraham le hablaba? ¿Y si lo estaba engañando? ¿Y si lo había engañado todo este tiempo? Que ciego, joder. No sabía que tipo de chica era la tal Bianca.

-    ¿Dónde está? - volvió a preguntar Bianca. Y esta vez no fingiría los celos. - ¿se puede saber quién eres tú?

-    No te interesa. - le contestó con rencor. Y tal vez, en su cabeza, pensó que Abraham le agradecería algún día todo lo que haría esa noche por él. Se la estaba jugando. Se la jugaría, todo por él. - ¿quieres saber donde está Abraham ahora, cariño? Se ha dormido... y está justo a mi lado.

Max soltó una risa. Lo había escuchado todo.

-    ¿Qué... - logró pronunciar ella. Totalmente acabada. Totalmente mal. El mundo se le había caído por pedacitos diminutos y sin final. El corazón había dejado de funcionarle, simplemente él había logrado hacer que su mundo se callera, se rompiera, se esfumara. Abraham... Abraham... Abraham...¿por qué? ¿Qué has hecho? Y quería llorar, pero ni siquiera para eso tenía fuerzas.

-    Eso, cielo. Se a dormido justo a mi lado, pero cuando se levante después de lo mal que lo he dejado, le diré que te llame.

-    ¡Él y tú se pueden ir a la mierda! - gritó desesperada. Deseaba gritar con todas sus fuerzas en ese momento. Gritarle a él lo mal que se sentía. Lo mucho que deseaba odiarlo ahora mismo. Colgó. Frustrada. Acabada. Cansada de lo mismo. Cansada de él. Cansada de tener que soportar más y más errores. Y no lloró. No lo hizo. Pero por dentro sentía que no podía más. Que ni siquiera tenía las fuerzas para respirar. Estaba quebrada. Quebrada por todo. Por él. Por ella. Por la historia que habían creado juntos y ahora... ahora simplemente acababa de terminar.

Max le enseñó una copa llena de tragos.

-    Esta... - la puso en sus manos. - es por el hijo de puta que acaba de engañarte. - Bianca apretó la copa en sus manos.

Por ti Abraham, por que eres la persona más repugnante del mundo. Porque me enamoré de ti y ahora no sé como demonios olvidarte. Porque quiero odiarte, hoy mañana y siempre...

Y tomó aquella copa. Entera y sin dejar ninguna gota.

****

- No... No me encuentro bien... - dijo Bianca sintiendo como poco a poco se le iban las fuerzas. Lo veía todo borroso. Estaba completamente aturdida... Pero había alguien en el segundo piso observándola, alguien que ella conocía muy bien. - No puede... No puede ser... - Logró divisar quien era. - Rubén... - Y se desmayó cayendo en los brazos de Max...

Y todo, gracias a esa copa de alcohol, saborizantes y varias gotas de GHB (droga alucinógena).

- Tengo una sorpresa para ti preciosa.

Max la cargó llevándola hacia el segundo piso...