Capítulo XVI

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Y sí... ella pedía más... entre sus piernas Abraham la llenaba como de costumbre. Colosal. Perfecto. La bombeaba con toda esa enorme polla que él sabía mover perfectamente dentro de su feminidad. Y se movía más. Con más dureza. Parecía que no tenía final. La velocidad era incomparable. Sus gemidos eran la música para sus oídos. Lo hacían tener ganas de meterse más en ella. De follarla con todas las fuerzas de su cuerpo. De esa forma se entregaba completamente. Joder... que sentimiento. Le gustaba. Y lo notaba cada vez que sentía esa maravillosa fricción en toda la longitud de su miembro. Podía metérsela cuando ella quisiera, siempre y cuando fuera ella quien se lo pidiera...se había acostumbrado a su cuerpo, a su piel, a su calor. Ya nada era lo mismo sin esas condiciones. O era ella, o no era nadie. Sacó el pene una vez más, esta vez cubierto de los jugos de Bianca. Húmedo. Soltó un respiro. Llevaban así más de veinte minutos... ambos se habían corrido al mismo tiempo. Era completamente delicioso. La miró, ella estaba exhausta, una fina capa de sudor le cubría el cuerpo y eso solo hacía que se viera más sensual de lo usual. Se metió en ella una vez más. Bianca gimió con fuerza, con el último aire que había entrado a su garganta. Hecho la cabeza para atrás. No le importaba si después de esto tendría que caminar con las piernas abiertas. Con Abraham no se sabía. Esa noche quería que él la acabara completamente, que la dejara completamente acabada.

-    Oh... - gimió él. Su respiración entrecortada se escuchaba entre la oscuridad y el silencio de la noche. – t...te...¿te he lastimado? – logró preguntarle, juntando toda la fuerza en su garganta. Esa noche había gritado como nunca. Bianca logró mover la cabeza de un lado a otro, negando ligeramente.

-    Sigue... - dijo casi inaudiblemente. Pero él solo podría aguantar unos segundos más. Nunca ninguna mujer lo había dejado de esa forma. Nunca nadie lo había dejado completamente acabado y sin contar con que ella aún podía con mucho más. Le besó la frente instintivamente y metió su polla una vez más dentro del coño de Bianca, ella le apretó las caderas con las manos, los gemidos salían por sí solos, todo era tan intenso ahí adentro... Abraham hizo un último esfuerzo en sus caderas... salió de ella y respiró hondo, aunque sabía que Bianca moría por más, sabía que si la follaba una vez más la dejaría completamente derrotada y esa batalla debían ganarla los dos.
Su polla sintió una última fricción.
Bianca la recibió a gusto.

-    Dios... - murmuró él, y bajó del cuerpo de Bianca, acostándose a su lado. Soltó un respiro. Y se volteó para besarle un hombro a Bianca.

-    ¿Te lastimé verdad? – estampó sus labios de nuevo sobre el hombro de Bianca.

-    Si seguimos así no viviré mucho... - bromeó ella. Abraham le dedicó una bonita sonrisa. ¿Hace cuanto había empezado a ser propio de él el acto de sonreír? Ahora sonreía con facilidad. Era ella quien lo hacía sonreír.

-    ¿Tú crees? – se acurrucó sobre los senos desnudos de Bianca. Ella lo abrazó.

-    No puedo ni siquiera hablar...

-    Tú me dijiste que querías.

-    Quiero.

-    No más, nena. – le aclaró él. – te puedo dejar peor...

Bianca le besó la cabeza. Que asombroso era todo esto. Que perfecto resultaba estar con él. No veía otra mejor forma de ser feliz que estando a su lado. A pesar de sus defectos, de sus errores, de sus secretos, de su pasado. Era así. Y así lo amaba.

-    ¿Y como están todos en San Fernando? – preguntó Bianca, jugando con el pelo de él.

-    Extrañándote.

-    Mentiroso... - Bianca negó con la cabeza. – creo que me porté muy mal con todos la última vez.

-    No fue tu culpa.

Ella se quedó callada. Había una enorme duda que le rondaba la cabeza desde que había vuelto a verlo. Tenía que preguntárselo... necesitaba saberlo...

-    Abraham... - susurró ella.

-    ¿Sí? – le preguntó él. Los susurros de ambos se escuchaban en medio de la oscuridad de aquella habitación.

-    ¿Has... - ella soltó un respiro. - ¿has hecho algo... ya sabes... quiero decir que si has hecho algo malo...

-    No. – le interrumpió él. – no he vuelto a hacer nada malo desde que te conozco.

Y ella volvió a quedarse callada. ¿Quién iba decir que era capaz de cambiar a una persona? Quien lo iba a decir... y quien lo iba a decir de él. Un hombre tan duro. De tan pocas sonrisas y pocos amigos. De una vida tan difícil y una historia que podría ahuyentar a cualquiera. Un villano y una heroína juntos. Como el agua y el aceite. Diferentes mundos, diferentes historias, diferentes vidas, diferentes entornos... pero juntos.

-    Creo que te lo voy diciendo mucho... - sonrió él, negando con la cabeza, esta vez subiendo hasta acostarse sobre la almohada que estaba al lado de la cabeza de Bianca se acostó a su lado y lo abrazó. – te he extrañado muchísimo.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora