Capítulo diecinueve.

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Abraham abrió la puerta, alguien le hizo retroceder varios pasos al ser empujado.

- Oh vaya... que bonito ¿eh? - Mario le sonrió. Primero mirándolo a él, y luego pasando sus ojos por toda la anatomía de Bianca. - ¿te la estás pasando bien?

- ¿Qué coño estás haciendo aquí? - Abraham caminó hasta él, colocándose instintivamente delante de Bianca.

- Solo vengo a decirte que yo ya cumplí con mi puta parte del trato. - lo miró a los ojos. Estaba tenso y sofocado. Tal vez buscaba respuestas. - pero veo que tú no moverás ni un solo dedo hasta que te la hayas tirado.

- Lárgate.

- ¿No te bastó con que la otra vez te dejaran molido? Vah... Abraham, no te hagas el hombre conmigo, que no te queda.

- ¡Que te largues!

- ¿Por ella? - le preguntó Mario, astuto, pues Abraham no sabría que responder. La señaló con un dedo e intentó irse a pasos lentos hasta Bianca que se ocultaba detrás de Abraham. - qué bonito trasero tiene tu amiga...

- Si no te vas, no dejarás de llorar cuando te rompa los huevos, imbécil.

- Bonito ¿eh? Porque no se lo dices Abraham, dile que al final vas a terminar enterrándola en el lugar más podrido de toda Francia...

A Bianca le entró un escalofrío. De alguna u otra manera empezaba a confiar mucho en Abraham, tanto...como para afirmar que no la tocaría, que no se atrevería a matarla.

- Es a ti a quién no voy a dudar en romperle la cara. - Abraham lo empujó, el cuerpo de Mario se balanceó en su sitio, retrocediendo un par de pasos. - no te metas en mis problemas hijo de puta... - lo empujó de nuevo, esta vez más fuerte. Sus músculos estaban tensos. No soportaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Que alguien le diera órdenes. Y lo peor...que lo dejaran mal parado en frente de una mujer, en este caso... de Bianca. Mario fue a dar a la pared con el siguiente empujón, Bianca optó por retroceder. - ¿me has escuchado? - le preguntó Abraham, hablándole a Mario.

- No me das miedo, hijo de puta.

- ¿Perdona? - lo pegó fuerte a la pared, dándole un golpe duro en el estómago. Mario se quedó sin respiración, para luego volver a reaccionar. - será mejor que te vayas si no quieres terminar peor... ¿vale? - le preguntó. Mario no le respondió, prefería guardar silencio, que a humillarse más. Abraham se le acercó al oído, lo tomo de las fronteras de su camiseta, levantándolo levemente. - no te metas con ella, ¿está claro? Te expliqué muy bien el primer día quien estaba a cargo de quien... - se le acercó al oído. - y ella es mía.

- Te está envenenando... lo único que lograra es que te metan a la cárcel, no seas tan imbécil...

- Yo sabré que hacer.

- Será tarde... - Abraham lo bajó. El cuerpo de Mario volvió al suelo, ligeramente asfixiado. - Cuando quieras cambiar de opinión... - Mario miró hacia atrás, donde Bianca aún seguía observándolos a los dos, sin escuchar nada. - ella ya te habrá cambiado para siempre.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora