Capítulo 38.

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Abraham despertó esa mañana. Era uno de los únicos días en los que no se levantaba tempranísimo como acostumbraba. O tal vez sí...tal vez sí era temprano, pero... ¿por qué Bianca no estaba dormida a su lado? ¿Tan tarde podía ser? Abrió un poco más los ojos. Llovía. Y las gotas de lluvia se paseaban por su ventana tan ligeramente como el viento que corría. Y Bianca no estaba. Miró la hora... 6:15 am. Sus manos tocaron la huella de su cuerpo aún en la cama. Su olor se conservaba. Frutas y flores mezcladas. Se levantó, buscando por todo el suelo alguna prenda de vestir que ella le había quitado anoche. Encontró unos jeans. Pero no los de ella... ni su camiseta a cuadros, ni sus zapatos, ni nada. Y es que ahora entendía que todo estaba vacío. Que no había nada en esa habitación que le perteneciera a ella. Solo eran sus cosas y reliquias viejas. Aunque ahora recordaba...ella había empacado una maleta anoche.

Salió de la habitación entonces. Con la esperanza de encontrar aquella maleta fuera de la habitación, tendida en el suelo después de lo de anoche. Pero no había nada. Las cosas estaban en su sitio. Y era como si todo lo que había pasado ayer no hubiera sucedido nunca. Y siguió caminando. Bianca tenía que estar en alguna parte, sí...sí, por supuesto. Sus ojos la buscaron desesperadamente, su casa no era tan grande y podía divisarlo todo. Tragó saliva al verla hablar por teléfono en la ventana principal, observando la lluvia y con la maleta en las manos. Bianca se volteó, terminó de dictar la dirección y colgó.

-    Me tengo que ir... - susurró ella. -    Lo siento... - volvió a susurrar. Y de verdad tenía el corazón hecho pedazos. Se sentía peor de lo que nunca se había sentido antes. Destrozada. Le provocaba llorar. Llorar tan fuerte y que los problemas se acabaran por fin. Que todo volviera a ser como antes. Que todo hubiera comenzado de otra forma. Que su historia hubiera sido diferente...

Abraham caminó hacia ella.

-    Te...- se aclaró la garganta. - ¿te vas?

-    No quería despertarte...

-    ¿Te vas? - le volvió a preguntar. Directo y sin rodeos. Bianca respiró entrecortadamente, el nudo en la garganta se le hacía más y más grande. Se había dado cuenta que no había dejado de llorar desde que había llegado a San Fernando.

-    Sí.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora