Capítulo 2.

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San Fernando, Cádiz. Justamente donde Abraham había pasado sus primeros años de vida. Donde había crecido. Donde había aprendido todo lo que sabe. Donde había ganado respeto. Donde había tenido que aprender a vivir como un hombre, sin temerle a nada nunca.

Bianca miró por el parabrisas. Mientras Abraham conducía su auténtico y clásico Ford Mustang. Dos hombres altos y fornidos saludaron a Abraham desde fuera, este levantó un brazo, saludándolos también. El auto avanzó.

- ¿Quieres que te diga la verdad? - le preguntó él. Detuvo el auto en seco, delante de una pequeña casa. - no quería traerte aquí...

- ¿Por qué? - Bianca se desabrochó el cinturón.

- Este lugar no va a gustarte ¿sabes? Tú... tú mereces estar en otra parte.

Los ojos de Abraham se apagaron. De una u otra manera Bianca le entendía. ¿Se avergonzaba de sus propios amigos? ¿De su propia ciudad? No tenía porque... ella lo amaba así. Tal y como era. Sin ningún secreto.

Se colocó como pudo sobre el cuerpo de Abraham, en el asiento piloto, él soltó una pequeña risa al darse cuenta de lo que hacía. La recibió sobre sus piernas mientras ella le rodeaba el cuello. Apretándolo. Le gustaba lo que hacía. Tenerle así, muy...muy junto a él. Acarició sus caderas.

- Eres muy tonto... - le dijo ella. Abraham frunció el ceño.

- ¿Por qué?

- Por todo lo que dices...

- Pero si contigo no digo cosas estúpidas...

- Acabas de decir una.

- ¿Cuál?

- Que me merezco algo mejor. - se inclinó para besarlo en los labios. Hasta el mismo Abraham le sorprendió que lo besara en ese momento. Pero sí... le gusto...le gustó mucho... - ¿crees que puede a ver algo mejor que pasar tiempo contigo?

- ¿Conmigo? Bueno...eres muy afortunada nena, la verdad no... no hay nada mejor que pasar tiempo conmigo. - teniéndola tan cerca, aprovechó para besarle el cuello. - y eso lo podrás afirmar tú mejor que nadie. - Bianca puso los ojos en blanco.

- ¿Entonces?

- Es que...aquí hay muchas personas que me conocen, yo crecí aquí... y... no todos tienen una muy buena imagen mía.

- Yo tampoco. - bromeó ella.

- Contigo es diferente.

- ¿A sí?

- Sí... yo... bueno ya sabes...

- ¿Qué? - lo animó ella. Acariciándole el torso.

- Jamás te haría daño. - la miró a los ojos. Era algo que ella debía entender. Que debía tener claro. Que nunca debería dudar. - jamás...

'Así la gente piense lo contrario.'

La besó en los labios. Esta vez más profundo. Más intenso. Necesitaba sentir su amor en medio de un beso. De esos que él solía darle, y ella solía continuar. De esos que le hacían transportarse. Sintió su húmeda lengua entre su boca. Le gustaba. La apretó más contra él, contra su poderoso cuerpo, con ganas de ella a todas  horas... era más que un simple gusto, la quería...la amaba demasiado, tanto que él mismo no se lo podía creer.

Alguien tocó la ventanilla de Abraham fuera del auto.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora