Capítulo veintisiete.

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Bianca entró al auto de la policía. El corazón se le partiría en cualquier momento. Sentía que apenas podía respirar bien. Todo le dolía. Incluso le costaba pestañear sin derramar algunas lágrimas. Todo esto le dolía en el fondo de su alma. El hecho de irse. Abandonar ese departamento en el que ella y Abraham... Habían hecho el amor, en el que había sentido más que un simple afecto de parte de él. ¿Había sido verdad? O... ¿solo se lo había imaginado?

- Vas a estar mejor con nosotros. - le dijo uno de los policías. Acomodó el retrovisor, mientras Bianca se acomodaba en la parte trasera. El policía encendió el motor.

- Llévala al aeropuerto y vigílala hasta que el avión haya partido ¿entendido? Nos quedaremos aquí hasta hallar pistas de ese idiota.

- Entendido.

A Bianca se le encogió el corazón. Abraham... Oh no joder. Deseaba al menos despedirse de él. El auto arrancó. Bianca movió la cabeza, con una pequeña esperanza en el corazón de encontrarlo en alguna parte, mirándola desde algún lugar, o quizá tan solo verle un segundo por última vez. Pero el auto avanzó, ella con él ahí adentro, y no lo veía... Y no lo vería nunca más...

****

Mario tomó el celular. Marcó el número de Abraham, este contestó.

- Ella está en el auto. - le dijo Mario. A Abraham se le aceleró el pulso. - me vas a tener que pagar algo muy grande cuando acabe todo esto.

- Si todo sale bien, te prometo que sí.

Mario colgó. Dobló la esquina y siguió el auto del policía, aquel que llevaba a Bianca ahí dentro. Lo siguió sigilosamente, esperando el momento exacto. Fue entonces cuando en un momento de la carretera, solo se encontraron los dos autos. El suyo y el de ese maldito policía. Mario sonrió. 'Te tengo'. Chocó la parte trasera del auto policial.

****

El cuerpo de Bianca se balanceó. De inmediato se volteó a mirar hacia atrás.

- ¡Maldición! - gritó el policía, observando por el retrovisor. Detuvo el auto y bajó de él. - ¿pero qué demonios le sucede? - gritó alterado. Bianca solo miraba desde adentro.
Mario también bajó del auto, y al oficial solo le faltó pestañear para observar el arma que traía en las manos.

- Saque a la chica del auto.

- Qué...pero... - tartamudeó.

- ¡Que la saque si no quiere que le vuele los huevos! - gritó Mario.

Y entonces Bianca lo reconoció. Sí, claro que sí... lo había visto antes. El amigo de... ¡Abraham! , bajó del auto de inmediato. Con una esperanza. Quería verlo, por última vez... Quería sentir sus labios sobre los suyos al menos por un instante. Mario volvió a tomar su celular con la otra mano, sin dejar de apuntar al policía, marcó un número y se lo enseñó a Bianca.

- Él tiene algo que decirte.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora