Capítulo XV

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-    ¿Y tú? - le preguntó Bianca. Y no se quedaba atrás en lo absoluto. ¿Por qué no lo iba a decir? Ardía en celos por cualquier otra mujer que se le acercara. Abraham era suyo, y nada más que suyo.

Abraham se quedó callado.

-    Sabes que no me enfadaré... - mintió ella.

Él negó con la cabeza, tal vez riendo por dentro... por Dios, ¡la conocía como a la palma de su mano! Era increíble como ella aún no lo podía notar.

-    Conocí a alguien. - admitió Abraham. Suavemente acarició el muslo desnudo de Bianca con los dedos, entretenido. - y vale, sí... nos hicimos grandes amigos...

-    Grandes amigos... - asintió Bianca. - ¿crees que no te conozco?

-    No estoy mintiendo, nunca pasó nada más.

-    Dime que no te acostaste con ella... - Bianca puso los ojos en blanco, sonriendo como si aquello le hubiera causado gracia, cuando en realidad le dolía muchísimo preguntárselo. Abraham subió la mirada hacia ella.

-    No lo hice.

Y entonces aplastó sus labios sobre los de Bianca, saboreando lentamente el sabor de su boca. Un beso pequeño. Tibio. Sutil. Ella se dejó besar.

-    No quiero seguir hablando sobre lo que pasó... - le pidió él. Bianca lamió sus labios después de habérselos besado. Aquello hizo que las cosas subieran de temperatura. - quiero hablar sobre nosotros. - Y no se necesitaron palabras para expresar lo que ellos sentían. Se necesitaban hechos, actos y más...mucho más. Se amaban joder. Sí, ¿Por qué no decirlo? Se necesitaban el uno al otro aunque ninguno de los dos se animaba a decirlo esa noche. Bianca subió sobre su cuerpo, acomodándose sobre él, acurrucándose entre su poderoso torso. Él le acarició el cabello a la misma vez que tocaba su espalda. Y no quiso decirle nada. Solo actuar. Esa noche eso era lo importante. Actuar y dejarse llevar por lo que ambos sentían. La desnudó, otra vez. Y Bianca se dejó hacer. Amaba que él la tocara de esa forma. Que pasara sus manos hasta por el último centímetro de su cuerpo. Que la estremeciera con el tacto de su piel. Era exquisito. Perfecto. Único. Y así lo sentía él también, su cuerpo fue a parar sobre el de Bianca, ahora también estaba desnudo y duro... duro como una jodida piedra. La piedra más dura o mejor aún... el mismo metal. Hace tiempo que no se tensaba de esa forma y es que ese sentimiento solo era propio de él cuando estaba con ella.

Bianca bajó la mirada para observar la enorme erección de Abraham...

-    Esto es tú culpa. - Abraham se acercó a su oído, erizándole la piel. Bianca cerró los ojos, soltando un leve respiro. Algo parecido a un gemido. - esto... - y él decidió ser aún más malévolo en todo esto. Rozó el pene sobre el monte de venus de Bianca, esta le abrazó la espalda, metiendo sus uñas en ella. - solo lo provocas tú... - volvió a susurrarle el oído aquellas pequeñas palabras que hacían que todo el cuerpo de Bianca se encontrara a su disposición. Abraham decidió separársele unos segundos, antes de comenzar a humedecer su dura polla en la feminidad de Bianca. - ¿quieres esto?

-    Te amo. - Bianca abrió los ojos. No podía sentirse de otra manera, era... eran tan afortunada de tenerlo. Le abrazó la espalda, aunque sus manos no terminaron de encerrarla. Los ojos de Abraham la miraron enternecido, enamorado, enamorado por primera vez pero como siempre de ella. - te amo y te necesito. - continuó ella. Esta vez mirándolo a los ojos, sintió que debía a vérselo dicho antes ,y aunque lo había hecho ,este momento era mejor. Por fin sentía que habían hecho las paces y todo estaba volviendo a ser como antes. Que ninguno de los dos tenía ningún rencor contra el otro. Que todo estaba claro. - te juro que jamás he sentido esto por nadie... - Abraham le besó la boca, interrumpiéndola. - Te amo... - susurró ella, de nuevo.

-    Y yo mucho... - besó su cuello, ella soltó una risita ahogada. - mucho más...

-    Quiero que las cosas vuelvan a ser como antes ¿sí? - encerró el rostro de Abraham en sus manos. - que solo seamos tú y yo.

Él se concentró en sus ojos. En lo bonitos que eran. En lo mucho que lo hacían perder la noción del tiempo. Asintió.

-    Siempre hemos sido solo tú y yo. - le dijo mirándola fijamente. Bianca acarició la espalda desnuda de Abraham. - quiero que hoy te olvides de todo nena.

Bianca soltó un respiro. Sería fácil. Con Abraham se le olvidaban la mayoría de cosas, los problemas y situaciones. Con Abraham se le olvidaba que haya afuera de esa cafetería en medio de una carretera, habían más de cien personas esperando por ella... un novio, una fiesta, una ceremonia, su padre... tragó saliva. Haya afuera todo era problemas, mientras ahí adentro... solo se preocupaban por amarse.

-    ¿Me prometes que lo harás? - le preguntó él. Ella volvió a asentir con la cabeza, esta vez bajando sus manos hasta la cintura remarcada de Abraham y decidió bajar un poco más... chocando con sus nalgas. Él le lanzó una sonrisa cómplice. - quiero que hoy volvamos a ser los de antes. - Bianca arqueó las caderas, entonces Abraham entendió lo que quería alcanzar de él, su duro y enorme miembro. - que las cosas vuelvan a ser como en los viejos tiempos...

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora