Capítulo XLII {Antepenúltimo capítulo}

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Richard sacó el arma, a la defensiva. Observó a Abraham de pies a cabeza. Joder, por fin... y después de tanto tiempo lo tenía frente a sus ojos.

-    Baje el arma. - le ordenó Abraham. - ¿No ha escuchado a Rubén cagarse del miedo por teléfono? Haré explotar este jodido edificio si usted no hace lo que le ordeno.

El padre de Bianca apretó los dientes con fuerza. Relajó los músculos y bajó el arma poco a poco, comprobando con la mirada que Abraham no tuviera ningún arma tampoco.

-    ¿Estás feliz? - preguntó Richard. Tiró el arma al suelo y pateó sobre ella alejándola de los dos. - ¿te gusta esto verdad? ¿te gusta ver a mi propia hija en contra mía?

-    Bianca me lo ha contado todo. - le dijo Abraham. - No tiene por qué hacerse el padre protector conmigo, cuando en realidad es una completa mierda con ella.

-    ¿Qué te ha contado? ¿Qué quise casarla con un hombre que de verdad la merecía?

-    Bianca lo odia. - replicó lleno de ira. Él también estaba afectado con todo ese putísimo problema. Detestaba verla llena de rencor hablar de su propio padre. - y eso no es culpa mía.

Richard se rio de nuevo. Una sonrisa llena de dolor pero que a la misma vez lo llevaba a seguir queriendo tener la razón en todo. Ser el rey del mundo, ese era su segundo nombre. Se paseó de un lado para otro, cómodamente. Pronto se detuvo y miró a Abraham con expresión despectiva.

-    Crees que has ganado esto...¿verdad? - mostró sus dientes cansados por el tiempo. - que vas a salir de aquí y harás lo que quieras con mi hija... ¿cierto?

-    ¿Qué coño le ha hecho Bianca?

-    Estar con un maldito criminal como tú.

-    ¿Entonces el problema soy yo?

-    Siempre has sido tú. - lo miró a los ojos. - antes de conocerte... - divisó de reojo el arma que había alejado hace unos minutos. Estaba casi a dos pasos de él. Necesitaba atraparla y acabar con todo esto. Acabar con Abraham. - ella no era nada de lo que es ahora. - caminó rápidamente, inclinándose y acogiendo el arma de nuevo entre sus manos. Le dedicó una sonrisa victoriosa a Abraham. - soy Richard Walker, imbécil, y yo siempre... siempre termino ganando...

-    ¿Sabe? - Abraham bajó la mirada sonriendo. - he hecho llorar a Bianca muchísimas veces... - tragó saliva. Por un momento la imagen de ella se le vino a la mente. - le oculté muchas cosas... le hice pensar que era un hombre perfecto, por que eso era exactamente lo que quería que pensara de mí, ¿Sabe por qué? Porque ella merecía a alguien perfecto y no a mí... a alguien como yo, que ha pasado por tantas cosas que ni siquiera sabe por donde empezar. - Richard rozó el gatillo del arma. - desde que ella supo quién era yo en realidad... jamás he vuelto a mentirle. Ni lo haría nunca. - se miraron. Un momento pequeño, casi insignificante. Richard le apuntaba directamente a la cabeza...pero Abraham... él no dejaría de hablar. - todos cometemos errores. Yo he cometido muchos... - de pronto soltó una pequeña risa. Muchos recuerdos se le habían venido a le mente, entre ellos... Bianca besándolo y diciéndole que era perfecto para ella. - pero no quiero cometer más. Se lo juro... no quiero cometer el error más grande al dejarla ir. - se apretó los puños. Su corazón latía fuerte. Como la primera vez que había besado a Bianca. - se perfectamente que no la merezco. Lo sé joder... pero solo quería que supiera que nunca en mi vida he sentido esto por nadie... su hija es... es mi vida.

Las manos de Richard rozaron el gatillo. A diferencia de hace unos minutos... algo en él había cambiado. Algo, tal vez su propio corazón se había ablandado un poco. O quizá sus propios sentimientos.

-    Estoy jodidamente enamorado de ella... - susurró Abraham. - no tiene idea de cuanto me gusta.

Richard tragó saliva. Frente a sus ojos... tenía al tipo que le había quitado a su pequeña Bianca. A ese que se la había llevado lejos. Que le había quitado el aire por mucho tiempo. Lo miró... todo lo que había dicho sobre Bianca lo tenía enredado en la garganta. Pero aún tenía muchísimo odio amarrado al corazón. Y se imaginó a Bianca.La pequeña Bianca. Su hija. ¿Por qué estaba haciéndole esto? ¿Por qué había permitido que le hicieran daño?

-    Necesito a mi hija conmigo. - bajó el arma. Abraham volvió a subir la mirada. - la quiero conmigo solo un tiempo... - rogó. Los ojos se le humedecieron. Una sonrisa apareció sobre los labios de Abraham. Era esto... tan solo esto lo que necesitaba escuchar. Basta de guerras. No más peleas. No más odio. No más... - necesito que me perdone, por favor...

Y lloró. Se arrodilló en frente de Abraham dejando caer aquellas lágrimas que habían estado ocultas dentro de sí por mucho tiempo. Era la primera vez que lloraba en frente de alguien. De su peor enemigo. De la única persona que había logrado que él entrara en razón. Que ironía. Jamás se lo imaginó de esa forma. Se había rendido. La batalla había terminado. La guerra había cesado... y los buenos... habían ganado esta vez.

-    ¿Aceptaría hacer un trato conmigo? - le preguntó Abraham, tendiéndole la mano. Era verdad... las personas sí pueden cambiar, lo extraño es... que solo una...solo una en todo el mundo... puede hacernos lograr cosas maravillosas.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora