Capítulo trece.

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Abraham se acercó a pequeños pasos, el ahora frágil cuerpo de Bianca quedó encerrado entre él y la pared. Encerrado y acogido por sus brazos. Abraham le levantó la cabeza, haciendo que lo mirara a él y solo a él. Que pensara en él. Que lo escuchara a él. Que sea él, por una vez...lo único que le importara.

- No voy a matarte. - le dijo. Bianca se mordió el labio, intentando no llorar. - he dejado que esos hijos de puta hagan lo que se les ha venido en gana conmigo por ti...pero no contigo... - los brazos de Bianca le rodearon la nuca. Abraham sintió una fina oleada acogedora en su estómago. Le gustaba cuando lo tocaba de esa forma. Tan sencilla y sutil. Tan propio de ella y de lo que hermosa que era. Tan mujer. Provocativa. Sensual. Ella. Ella y su poder. El poder de inquietarlo tanto. - ¿me crees?

Bianca asintió. Si hablaba se pondría a llorar.

- Así me gusta - Abraham le sonrió. Bianca bajó la cabeza, tratando de sonreír también. - maldición...te he dicho que no me gusta verte llorar.

Esta vez ella se rio. Bajó las manos de su nuca, para limpiarse las lágrimas de las mejillas.

- Es tarde... - le dijo él.

- Sí, ya me iba a dormir...

- Hasta mañana entonces. - le dijo él. Bianca deseó que el momento no acabara ahí. Tenía unas inmensas ganas por besarlo. Sí. Muchísimas. Incontenibles. Deseaba agradecerle tanto por estar haciendo esto por ella. Tumbarlo en ese diván y comerle la boca de distintas maneras. Probar su lengua una vez más. Acariciar su torso, sus brazos, desnudos y para ella. Sus bíceps hechos a la medida. Provocarlo. Excitarlo tanto. Lo necesitaba. Necesitaba escuchar que le pedía un minuto de placer junto a ella. Necesitaba en el fondo... que le dijera que le importaba muchísimo. Que nunca había hecho eso con otra mujer. Que ella no era una simple mujer. Que ella era suya. Suya...

- Hasta mañana. - se despidió. Caminó hasta su habitación. Abraham susurró en su cabeza. Dios mío. Abraham. Mío... mío... sí... su mente estaba ocupada por él. Sus sentidos. Su cuerpo entero quería ser tocado por sus manos. Aquellas que la llenaban completamente. Aquellas que la habían tocada toda. Sin limitación. 'Quiero ser tuya...hazme tuya'... ¿Cómo? De todas las formas. Cerró la puerta de la habitación.
No dormiría esa noche, pues tenía un plan en mente...un plan que seguro funcionaría, que haría que Abraham la hiciera suya de una vez por todas. Lo deseaba. Más que a nada. Y sentía que ese sentimiento se hacía más fuerte...más y más...

Esa noche, la follaría duro.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora