Capítulo XXIX

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Y aquella noche, todo se saldría de control.

Tres y media de la madrugada. Abraham giró la manija de la puerta lentamente, con la intención de no despertar a Bianca. Pero no fue necesario aquello, ella llevaba despierta toda la noche.

-    Pensé que nunca llegarías. - le dijo ella, completamente cabreada, cuando él encendió las luces. Sin responderle, procedió a quitarse la chaqueta de cuero y la camiseta ploma. Había tomado mucho, simplemente no quería hablar para no cagar más las cosas. - joder, sabes perfectamente que he estado preocupada por ti Abraham... pero claro, eso nunca te importa.

-    Sí me importa. - respondió él. Aun guardando la calma. La cabeza no dejaba de darle vueltas. Simplemente necesitaba descansar y que se le pasara de una puta vez toda esa resaca. - quería salir con Tony, nada más, eso es todo.

-    Pero pudiste haberme llamado.

-    Te dije que saldría ¿Qué más tengo que hacer por ti? - le preguntó cabreado. A Bianca se le erizó la piel por completo.

-    Si no quieres, absolutamente nada.

-    Entonces déjame y ya... no hagas tanto drama por una jodida salida con mi mejor amigo.

-    No es eso. Sabes perfectamente que no me molesta, es que hoy...hoy sentí que... que podía pasarte algo, y... una llamada pudo a ver cambiado las cosas.

-    ¿Es que todo tiene que ser perfecto contigo? - le reclamó Abraham. Se despeinó el cabello. Fatigado. Y no sabía de qué. No tenía la menor idea de cuanto daño le estaba haciendo justo ahora.

-    Basta...

-    ¿Basta qué? Es una vez la que salgo a divertirme y te parece mal.

A Bianca se le llenaron los ojos de lágrimas. Las ganas de llorar se le habían hecho infinitas. Pero no se lo demostraría. Si de carácter se trataba, ella podía ganarle. No lloraría. No lo haría.

-    Puedes hacer lo que quieras, no me interesa. - le contestó Bianca.

-    Vale, piensa eso siempre.

-    Lo haré.

-    ¿Enserio? Genial... el día en el que quiera acostarme con otra no me digas nada.

Y aquello, había sido demasiado. El impulso se hizo acto, y volteó el rostro de Abraham con sus propias manos. Una bofetada que le había dolido muchísimo más ella. Y sí, se partió en lágrimas. Abraham salió de la habitación, cerrándola con fuerza detrás. Se iría. No sabía a donde. Pero lo haría.

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora