Capítulo 4

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Maya Walker

—¿Estás de broma verdad?—Me pregunta Bianca. —No puedes estar diciéndonos esto, Maya—Se queja. —Últimamente haces siempre lo mismo.

—No, lo digo enserio—Me encojo de hombros. —No puedo ir.

—Pero el viernes pasado ya no viniste—Suspira Lucy y me mira. —Las quedadas en Moonshine son lo nuestro.

—Lo sé, pero estoy ocupada—Les digo. —Puedo ir cuando termine, si queréis—Añado.

—¿Pero a qué hora terminarás?—Pregunta Bianca y siento como si me analizase con su mirada, como si eso le fuese a dejar ver si miento o no.

—Pues, a ver, primero tengo que llegar hasta allí y luego supongo que necesitaré cerca de una hora y media, más el tiempo de ir hasta el bar—Respondo.

—¿Y no puedes no ir? Ya ayudaste a tu padre el viernes pasado, yo creo que puede entender que hoy no la ayudes—Me comenta Lucy.

—Mi padre está teniendo bastante trabajo estos día, así que tengo que ayudarlo—Miento. —No puedo dejarlo tirado.

—Que injusto todo Maya—Se queja Lucy y hace un pequeño puchero a lo que me río levemente. —Pues vente cuando termines por lo menos.

—Claro, cuando termine paso por casa a dejar las cosas y luego voy hacía allí—Asiento.

—Puedo ir a buscarte al trabajo de tu padre con el coche—Me comenta Bianca.

—¡No!—Digo alarmada y me miran algo confundidas. —Quiero decir, no te preocupes, no hace falta—Le sonrío. —No está tan lejos—Añado aunque sí que está lejos, en realidad el bar Moonshine, a donde les gusta tanto ir a mis amigas, está en el lado contrario de la ciudad de donde está mi psicóloga. —No tardaré tanto en llegar, y así no tienes que venir a buscarme—Miro a Bianca que asiente así que le sonrío levemente.

—Bueno chicas, que hacemos ¿nos vamos?—Pregunta Austin llegando a nuestro lado y aunque ha dicho chicas, puedo notar que esa pregunta va hacía mí, pues noto sus ojos azules sobre mí.

—Nosotras sí que vamos ya—Asiente Bianca.

—¿Vienes tú también Maya?—Me pregunta curioso.

—Yo iré luego, tengo algo que hacer—Respondo.

—Espero que esta vez sí que vengas, la semana pasada no fue lo mismo sin tí—Me sonríe.

—Ya le he dicho a las chicas que voy a ir, así que lo haré—Asiento y le sonrío levemente.

—Perfecto, entonces te veo luego—Me guiña el ojo antes de irse hacía su grupo de amigos, que le estaban esperando cerca nuestro mientras yo intento no hacer una mueca.

—Está tan bueno—Murmura Bianca y la miro divertida. —¿Lo dije en voz alta verdad?—Me pregunta y asiento a lo que se ríe levemente. —Bueno, no he dicho nada que sea mentira—Añade y me río levemente negando con la cabeza.

—Bueno, me voy a ir tirando—Les digo viendo la hora que es.

—Si, mejor, cuanto antes llegues antes podrás irte—Me sonríe Lucy y yo asiento.

—Os veo luego chicas—Me despido para después separarme de ellas y así poder salir del edificio.

Una vez fuera, suspiro un poco, pues en realidad no sé hasta qué punto tengo ganas de ir al Moonshine cuando salga de la psicóloga, las sesiones tienen a dejarme algo pensativa e incluso a veces un poco triste y en esos momentos lo último que me apetece es ir a tomar algo con gente que sí se enterase de que voy al psicologo me mirarían como si estuviese loca.

Me descuelgo la mochila para poder rebuscar en el bolsillo pequeño y así poder sacar mis auriculares, por alguna razón, cuando voy por la calle sola si voy sin ellos, siento una sensación de agobio extraño. Creo que debería comentárselo a Spencer, sí, definitivamente creo que estaría bien.

Cuando la canción empieza a sonar, suspiro algo aliviada para así retomar mi camino hacía la consulta.

Miro la hora que es para darme cuenta de que voy algo justa así que empiezo a andar más rápido, odio la gente que llega tarde a los sitios, así que procuro no hacerlo yo.

Cuando tengo el edificio delante mío, saco mi teléfono para ver qué hora es y entonces puedo ver como aún me sobran casi diez minutos, suspiro algo aliviada porque eso significa que puedo ralentizar el paso y entrar en el edificio a paso normal.

Una vez dentro, me dirijo directamente hacia el ascensor, como hago siempre.

Mientras espero que el ascensor baje, saco mi teléfono para así poder detener la música, escucho como la puerta del ascensor se abre, así que entro, mientras sigo mirando mi teléfono, algo distraída.

Al levantar la cabeza para pulsar el número de la planta a la que voy, entonces lo veo.

—Oh vamos, no puede ser enserio—Me quejo al ver como Michael está en el ascensor.

—Yo también me alegro de verte—Responde con cierto tono de burla, por lo que roto los ojos y veo como él pulsa el número siete. —Supongo que tú también vas allí.

—Sí lo sabes no sé por qué preguntas—Suspiro.

—Vamos Maya, no seas tan borde—Se queja.

—No soy borde—Niego y entonces la puerta se cierra. —Simplemente no tengo nada que hablar contigo.

—Un poco sí que lo eres—Me mira y me limito a encogerme de hombros.

Mientras el ascensor empieza a subir, suspiro un poco mirando mi teléfono, en un intento de ignorar la presencia del chico de pelo teñido de mi lado.

—Que lento va—Murmuro pues hoy está tardando más de lo normal, pero para empeorar todo, de golpe el ascensor se detiene en seco, a lo que hago una mueca.

—Oh joder—Murmura Michael a lo que lo miro asustada.

—¿Qué has hecho?—Pregunto alarmada. —¿Por qué no se mueve?

—¿Por qué crees que he hecho algo?—Me mira confundido.

—Porque el ascensor se ha detenido—Respondo obvia.

—¿Y se supone que yo tengo alguna especie de poder para detener los ascensores?—Me mira alzando una ceja y entonces me doy cuenta del piercing que tiene en esta.

—Tu has pulsado el botón—Le digo.

—He pulsado el botón de la planta siete, no un botón que hace que el ascensor se detenga a medio subir—Me mira. —Debe haber pasado algo para que se detenga.

—No, no puedo, no puedo estar aquí dentro encerrada—Niego antes de acercarme a los botones, para así pulsar el de emergencia, que emite un pequeño pitido, pero nada más. —¿Hola? ¿Me escucha alguien?—Pregunto antes de volver a pulsarlo. —¡Estamos encerrados!—Añado.

—Creo que no funciona—Me dice, pero lo ignoro antes de volver a pulsar el botón. —No creo que eso esté funcionando—Me dice y niego con la cabeza antes de volver a pulsarlo una vez más. —Maya—Me llama pero lo ignoro de nuevo y repito la acción anterior. —De verdad, no está funcionando—Me dice y entonces noto como se acerca más a mí, para agarrar mi mano y hacer que la aparte del botón. —Tienes que calmarte—Me pide y me giro para verlo a la vez que noto como mi respiración es algo más pesada.

Los espacios pequeños nunca me han hecho mucha gracia, pero estar encerrada en un espacio pequeño con Michael Crawford, me hace menos gracia aún.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora