Capítulo 34

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Maya Walker

Prepararme para ir a clase hoy me ha costado más de lo normal, escoger la ropa que voy a vestir no es algo que suela costar demasiado, al fin y al cabo voy a clase, tampoco necesito que mi conjunto sea el mejor del mundo, pero por alguna razón hoy he estado mucho más rato delante del armario que otros días.

Me encantaría convencerme a mí misma de que esta indecisión sobre la ropa es porqué estoy cansada o porque es lunes, pero en realidad soy consciente de que es por Michael.

La idea de verlo me pone nerviosa, no sé cómo se supone que debo actuar pero sobre todo me asusta pensar en cómo va a actuar él, estoy bastante segura de lo que siento, pero el no saber qué es lo que siente Michael, me tiene alterada.

Al darme cuenta de lo tarde que es, cierro el armario y echo un vistazo a mi cama que está totalmente desordenada con un montón de ropa encima pues me he probado varios conjuntos para al final terminar poniéndome la primera opción que me probé.

Suspiro pensando en que al volver de clase lo tendré que recoger y después me doy prisa en recoger las últimas cosas que necesito para después salir de mi habitación.

Recorro la casa a toda prisa para ir a la cocina, agarro unas galletas pues no tengo tiempo a desayunar nada más y después salgo de casa.

El camino a clase termina siendo algo agotador, me ha tocado recorrer las calles de la ciudad a toda prisa y el calor que empieza a hacer aquí, no me ha ayudado demasiado.

Al llegar al edificio me detengo por un momento en un intento de coger aire para poder entrar en clase fingiendo que no he venido corriendo y que no noto como me falta el aire.

Acomodo mi pelo en un intento de recuperar algo de seguridad en mi misma y después entro en clase.

Cómo llego tarde, eso hace que cuando mis zapatos resuenan contra el suelo, la gente se gire a mirarme.

Recorro el lugar con la mirada buscando un asiento libre y maldigo en voz baja al ver que Lucy y Bianca no están, lo que hace que no tenga un sitio guardado a su lado.

—Walker—Murmura el profesor al verme. —¿Piensa sentarse?—Pregunta.

—¡Sí!—Asiento. —Ya voy—Añado antes de volver a observar la clase.

Sigo observando el lugar y entonces mi mirada choca contra unos ojos verdes, Michael, ese momento parece durar una eternidad, como si no pudiese apartar la mirada de él, pero entonces me doy cuenta de que a su lado sí que hay sitio libre.

El pelirrojo tiene tendencia a sentarse al final de la clase, donde no mucha gente se sienta, lo que hace que suelan haber asientos libres a su alrededor.

Suelto un leve suspiro y me concentro en un intento de agarrar con fuerza mi dignidad, pues sentarme a su lado puede conllevar que mi día vaya a ser largo e incómodo.

—Hola—Lo saludo cuando me dejo caer en el asiento de su lado.

Michael se limita a mover su cabeza en forma de saludo.

Genial.

Acomodo mis cosas y enciendo el ordenador para empezar a tomar apuntes.

—¿Por dónde va?—Pregunto a Michael en un intento de entablar conversación.

—Tema diecisiete—Responde sin ni siquiera prestarme atención, asiento y suspiro antes de fijarme en la pantalla de mi ordenador.

Me centro en la explicación del profesor, pero estar al lado del pelirrojo no ayuda a conseguirlo, noto su presencia cerca mío y mis ojos se desvían hacía él más de lo que me gustaría admitir.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora